La relación entre el crecimiento económico y la degradación ambiental representa uno de los mayores desafíos para las economías en desarrollo. Según Diana García, en su artículo “Relación entre crecimiento económico y medio ambiente en Ecuador a nivel provincial”, el modelo actual de desarrollo económico provoca impactos directos en el ambiente, generando perturbaciones indeseables sobre los ecosistemas. Ecuador, como país en vías de desarrollo, enfrenta el reto de equilibrar sus aspiraciones de crecimiento económico con la preservación de su destacada biodiversidad y recursos naturales. El país tiene un modelo extractivista basado en la explotación de recursos naturales que ha generado crecimiento económico, pero también severos impactos ambientales.
LA HUELLA DE CARBONO: RADIOGRAFÍA DEL DESARROLLO ECUATORIANO
Datos de la CEPAL sobre las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) por PIB en Ecuador, revelan una historia de transformación económica y ambiental. En 1990, Ecuador registraba emisiones de 1.012 tCO2e por millón de dólares de PIB, significativamente superiores al promedio de América Latina y el Caribe que se situaba en 831 tCO2e/PIB. Esta diferencia sustancial reflejaba un modelo de desarrollo económico altamente intensivo en carbono, característico de una economía en transición que dependía fuertemente de tecnologías ineficientes y procesos productivos contaminantes (Gráfico 1).
Gráfico 1
Emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) por PIB
Durante la década de los noventa, las emisiones experimentaron fluctuaciones notables, con una tendencia general al alza que alcanzó su punto máximo en el año 2000 con 1203 tCO2e/PIB, marcando el período más ineficiente en términos de intensidad de carbono. Este incremento coincidió con una época de inestabilidad económica y política en el país, que resultó en una menor eficiencia energética y productiva. La crisis financiera de finales de los noventa y la posterior dolarización tuvieron un impacto significativo en la estructura productiva del país, reflejándose en mayores niveles de emisiones por unidad de producción.
Esta tendencia comenzó a revertirse significativamente a partir del nuevo milenio. Entre el 2000 y 2020, se observó una reducción sostenida en la intensidad de carbono de la economía ecuatoriana, pasando de 1.203 a 347 tCO2e/PIB, lo que representa una disminución del 71%. Esta mejora sustancial puede atribuirse a la modernización de la matriz energética del país y la implementación de tecnologías más eficientes en los sectores productivos. El desarrollo de proyectos hidroeléctricos redujo significativamente la dependencia de combustibles fósiles, mientras que la mejora en los procesos industriales contribuyó a una mayor eficiencia energética.
EL LEGADO DEL PROTOCOLO DE MONTREAL: UNA HISTORIA DE ÉXITO
Por otra parte, la evolución del consumo de sustancias agotadoras de la capa de ozono (SAO) en Ecuador representa una de las transformaciones ambientales más exitosas del país. Considerando los datos de la CEPAL, se tuvo niveles alarmantes de 648,6 toneladas de potencial de agotamiento del ozono PAO en 1990; el país experimentó un pico histórico de 860,8 toneladas en 1991. Este período coincidió con una fase de industrialización acelerada y limitada conciencia sobre los impactos ambientales de estas sustancias.
A partir de mediados de los años noventa, se observa una reducción gradual pero consistente en el consumo de SAO. La disminución se vuelve más pronunciada en la primera década del 2000, con una caída dramática desde 354,9 toneladas en el 2000 hasta 62 toneladas en 2010, representando una reducción del 82% en una década. Como lo señala Juan Trujillo en su artículo “El Ecuador y su cumplimiento internacional en materia de derecho al medio ambiente sano”, esta transformación significativa refleja el cumplimiento efectivo del Convenio de Viena y el Protocolo de Montreal para la protección de la capa de ozono (Gráfico 2).
Gráfico 2
Consumo de todas las sustancias que agotan la capa de ozono (SAO)
Toneladas de potencial de agotamiento del ozono (PAO)
Los datos más recientes son particularmente alentadores, mostrando una reducción sostenida hasta alcanzar 8,8 toneladas en 2023, lo que representa una disminución del 98,6% respecto a los niveles de 1990. Según Trujillo, este logro excepcional se ha conseguido principalmente a través del Acuerdo Ministerial N° 743, que establece cupos específicos de sustancias agotadoras de la capa de ozono para las distintas industrias, siendo esta la única norma local necesaria para cumplir este compromiso internacional.
Este éxito en la reducción de SAO puede atribuirse a varios factores clave que Trujillo identifica en su análisis: la implementación de un marco regulatorio robusto que estableció límites claros y mecanismos de control efectivos, la inversión en tecnologías alternativas, la capacitación del personal técnico en nuevas prácticas industriales, y la cooperación internacional. El proceso de transformación ha requerido un esfuerzo coordinado entre el sector público y privado, demostrando que las mejoras ambientales significativas son posibles cuando existe un compromiso claro y sostenido.
La experiencia de Ecuador en la reducción de SAO proporciona lecciones valiosas para abordar otros desafíos ambientales. Como concluye Trujillo, este caso demuestra que, con apoyo internacional y compromiso sostenido, es posible lograr mejoras ambientales significativas mientras se mantiene el desarrollo económico.
EL DILEMA DEL DESARROLLO SOSTENIBLE: DESAFÍOS Y OPORTUNIDADES
La comparación de ambos indicadores ambientales revela patrones distintos pero complementarios en la relación entre desarrollo económico y degradación ambiental. Mientras que la reducción en el consumo de SAO muestra una clara tendencia descendente con resultados notables, la disminución de las emisiones de GEI por PIB, aunque significativa, ha sido más gradual y todavía presenta desafíos importantes. Como señala Trujillo en su análisis sobre el cumplimiento ambiental en Ecuador, esta diferencia puede explicarse por la naturaleza misma de los contaminantes y su relación con la actividad económica.
Según el estudio de Verónica Sánchez, titulado “Relación entre crecimiento económico y degradación ambiental, un análisis a nivel global por niveles de ingresos”, la existencia de alternativas tecnológicas viables y el marco regulatorio internacional han sido factores clave en el éxito de la reducción de SAO. Sin embargo, la disminución de emisiones de GEI representa un desafío más complejo, ya que está intrínsecamente ligada a la estructura productiva y el modelo de desarrollo económico del país.
De acuerdo con Trujillo, el principio de desarrollo sostenible constituye uno de los ejes fundamentales del Código Orgánico del Ambiente en Ecuador, que lo define como la articulación de los ámbitos económico, social, cultural y ambiental. Este enfoque requiere que la distribución de los beneficios económicos y sociales sea justa y equitativa. Sin embargo, en la práctica, el cumplimiento de este principio enfrenta importantes desafíos, especialmente en un país con amplia biodiversidad donde parte de su población se debate en la pobreza.
Las actividades económicas en Ecuador deben cumplir el principio de desarrollo sostenible a través del sistema de licenciamiento ambiental establecido en el artículo 172 del Código Orgánico del Ambiente. Trujillo destaca que solo se prohíben actividades con sustancias prohibidas, desechos peligrosos o armas nucleares, mientras que las actividades extractivas están restringidas en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas y zonas intangibles. La minería, específicamente, está prohibida en zonas de origen del agua y áreas urbanas tras la consulta popular de 2018.
El autor señala que Ecuador ha suscrito tres instrumentos internacionales fundamentales que reflejan el principio de desarrollo sustentable: la Estrategia de Biodiversidad de Países del Trópico Andino, la Convención Interamericana de Protección y Conservación de Tortugas, y el Tratado internacional sobre recursos fitogenéticos para la alimentación y agricultura. La implementación efectiva de estos acuerdos representa tanto un desafío como una oportunidad para el país.
Bajo ese panorama, las perspectivas futuras sugieren que Ecuador continuará enfrentando el reto de mantener su crecimiento económico mientras busca reducir su impacto ambiental. Como concluye Trujillo, el país deberá fortalecer la aplicación de sus principios ambientales, especialmente en lo referente al acceso a la información, la participación ciudadana y la justicia ambiental.
EL MODELO DE LA CURVA DE KUZNETS AMBIENTAL EN AMÉRICA LATINA: EVIDENCIA ECONOMÉTRICA
En ese sentido, la hipótesis de la Curva de Kuznets Ambiental (CKA) plantea que la relación entre crecimiento económico y degradación ambiental sigue una curva en forma de U invertida. Es decir, en etapas iniciales de desarrollo, la degradación ambiental aumenta conforme crece la economía, pero llegado cierto punto de inflexión, mayores niveles de ingreso se asocian con mejoras en la calidad ambiental.
Gabriel Suárez, en su artículo titulado “Crecimiento Económico vs. Degradación Ambiental: ¿existe una Curva de Kuznets Ambiental en América Latina y el Caribe? Periodo 1970-2008”, se propone testear la validez de la hipótesis de la CKA para un panel de 23 países latinoamericanos. Mediante la aplicación de diversas técnicas econométricas como regresiones no paramétricas, datos de panel, series de tiempo y regresiones aparentemente no relacionadas (SUR), el autor encuentra evidencia mixta.
A nivel regional, se confirma la existencia de una CKA para las emisiones de monóxido de carbono (CO) e hidrocarburos (HC). Sin embargo, los puntos de inflexión estimados están fuera del alcance para la mayoría de las economías latinoamericanas. Al analizar los países individualmente, aunque muchos modelos muestran una relación estadísticamente significativa entre ingreso per cápita y contaminación, son pocos los que exhiben la forma de U invertida propuesta por la CKA.
La principal conclusión es que la relación entre crecimiento económico y deterioro ambiental es heterogénea entre países y contaminantes en América Latina. Mientras en algunos casos se valida la hipótesis CKA, en otros se rechaza o se encuentra evidencia de patrones distintos a la U invertida. Además, los puntos de inflexión de ingreso estimados varían ampliamente, sugiriendo que cada país sigue su propia dinámica en la relación desarrollo-medio ambiente.
El debate sobre la relación entre el crecimiento económico y el deterioro del medio ambiente continúa vigente, especialmente en el contexto de países en desarrollo como Ecuador y América Latina en general. Si bien la hipótesis de la Curva de Kuznets Ambiental ofrece una visión optimista al sugerir que el crecimiento por sí mismo puede revertir la degradación ambiental en el largo plazo, la evidencia empírica no es concluyente.
En el caso de Ecuador, el modelo extractivista basado en la explotación de recursos naturales, principalmente petróleo, ha generado a la vez crecimiento económico y severos impactos ambientales. Revertir esta dinámica insostenible requerirá de políticas públicas activas que promuevan un cambio estructural hacia actividades más limpias, junto con marcos regulatorios e institucionales sólidos para la gestión ambiental.
El crecimiento económico por sí solo difícilmente solucionará los problemas ambientales del Ecuador y la región. Se necesita una estrategia integral de desarrollo sostenible que armonice objetivos económicos, sociales y ambientales. La transición hacia economías más verdes y equitativas es el gran desafío que enfrentan los países latinoamericanos en las próximas décadas.
(*) Elaborado por economista Liz Ortiz, analista económica Revista
Last modified on 2024-12-15