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Autor: Revista Gestión *

La desigualdad de género en el ámbito laboral y económico es una problemática persistente en el Ecuador. A pesar de los avances logrados en las últimas décadas, las brechas salariales junto con la limitada participación de las mujeres en cargos directivos y la discriminación basada en género siguen siendo desafíos que el país debe enfrentar. En este contexto, surge la economía violeta como una propuesta innovadora que busca promover la inclusión, el empoderamiento y la autonomía económica de las mujeres ecuatorianas.

La economía violeta es una alternativa para abordar las desigualdades estructurales que han limitado históricamente el desarrollo y la participación plena de las mujeres en la economía. Esta propuesta se fundamenta en principios como la igualdad de oportunidades, la inclusión, la sostenibilidad y el empoderamiento de las mujeres, y busca generar un cambio paradigmático en la forma en que se concibe y se organiza la actividad económica en el país.

CONTEXTO ACTUAL DE LA DESIGUALDAD DE GÉNERO EN ECUADOR

La desigualdad de género en el ámbito laboral y económico es una realidad persistente en el Ecuador. De acuerdo con los datos del Índice Global de la Brecha de Género de Ecuador, que puntúa en una escala de 0 a 1, donde 1 representa la igualdad total entre mujeres y hombres, mientras que 0 representa la desigualdad total, en los últimos cinco años se observa una evolución positiva, aunque con algunas fluctuaciones. 

En 2018, Ecuador se ubicaba en el puesto 41 de 142 países, con un índice de 0,73. En los años siguientes, el país experimentó una mejora constante, alcanzando la posición 42 en 2021 con un índice de 0,74 y el puesto 41 en 2022 con un índice de 0,74, lo que indica un progreso en la reducción de las brechas de género (Gráfico 1). 

Gráfico 1

Índice de la brecha de género

Sin embargo, en 2023 Ecuador descendió al puesto 50, con un índice de 0,74. Este retroceso, aunque no es drástico, sugiere que aún persisten desafíos para lograr una verdadera igualdad de género en el país.  Por su parte, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), en el año 2020, la brecha salarial entre hombres y mujeres fue del 14,8%, lo que significa que las mujeres ganan en promedio casi un 15% menos que los hombres por realizar el mismo trabajo. Además, para el año 2023 de la Población Económicamente Activa (PEA), el 29,1% se encontraba en el empleo adecuado, mientras que para los hombres la tasa fue de 41,8% (Gráfico 2). 

Gráfico 2

Condición laboral por sexo 2023

Esta disparidad se mantiene en 2023, donde los datos revelan que el ingreso promedio de los hombres ($569,36) es superior al de las mujeres ($488,16), una diferencia significativa de aproximadamente $81,20 mensuales (Gráfico 3).

Gráfico 3

Ingreso promedio mensual por sexo

Por otra parte, la violencia de género en el ámbito laboral es otra problemática que afecta desproporcionadamente a las mujeres. Según un estudio patrocinado por la Cooperación Alemana GIZ, la violencia de género, física o psicológica, le cuesta a Ecuador $4.608 millones al año, lo que equivaldría a 4,28% del PIB en el 2020. Esto evidencia la magnitud del impacto económico y social que tiene la violencia de género en el país. 

DESIGUALDAD DENTRO DE LOS HOGARES

Según el último reporte de Click Research para junio de 2024, la desigualdad en la administración del dinero en los hogares ecuatorianos persiste como un desafío significativo. El estudio revela que en el 66,58% de los hogares, el dinero se administra de manera conjunta, mientras que en el 21,84% lo hace el padre y solo en el 11,58% la madre. Estos datos sugieren que aún existen disparidades en la toma de decisiones financieras dentro de los hogares, lo que puede limitar la autonomía económica de las mujeres (Gráfico 4).

Gráfico 4

¿Quién administra el dinero en su hogar?

Además, el mismo reporte señala que el 76,97% de los encuestados considera que las tareas del hogar son una responsabilidad compartida entre ambos miembros de la pareja. Sin embargo, la realidad muestra una marcada desigualdad en la distribución del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado. Según las últimas estadísticas del INEC para el año 2020, semanalmente las mujeres dedican en promedio 31 horas a estas actividades, mientras que los hombres solo 11,3 horas. Asimismo, como lo mencionó Ana María Pesantes en el webinar “Economía Violeta: una apuesta por la igualdad de género”, para el año 2020, el 60% de los ecuatorianos consideraba que los hijos sufren cuando la mamá trabaja, y solo 1 de cada 10 mujeres ocupa cargos de CEO en el país.

Esta disparidad tiene un impacto significativo en la economía del país. El INEC estimó que en 2017 el trabajo no remunerado representaría el 19,1% del PIB, pero de este porcentaje, el 14,5% fue aportado por mujeres y apenas el 4,6% por hombres. La sobrecarga de responsabilidades no remuneradas limita la disponibilidad de tiempo y energía de las mujeres para participar plenamente en el mercado laboral y en actividades generadoras de ingresos, perpetuando así las brechas económicas de género.

LA ECONOMÍA VIOLETA COMO RESPUESTA A LA DESIGUALDAD

Ante este panorama, la economía violeta surge como una respuesta integral para abordar las desigualdades de género en el ámbito económico y laboral. Según Monserratte Chiriboga en su artículo titulado “Determinantes de la Economía Violeta en el Campo Laboral Ecuatoriano, 2023”, la economía violeta es un planteamiento que tiene como objetivo la inserción de las mujeres en el campo laboral, productivo y económico, atacando la imposición de los roles de género respecto a la dualidad producción-reproducción.

La economía violeta busca transformar las estructuras y dinámicas sociales, culturales y económicas que han perpetuado históricamente la desigualdad de género en el ámbito productivo. Para ello, se enfoca en facilitar el acceso de las mujeres al crédito y a otros factores de producción, brindándoles capacitación y apoyo para el emprendimiento y la creación de negocios propios. Además, promueve activamente la participación de las mujeres en espacios de toma de decisiones, tanto en el sector público como en el privado, rompiendo así el “techo de cristal” que las ha mantenido alejadas de los cargos de liderazgo y alta gerencia.

Pero la economía violeta no solo se centra en el ámbito laboral y productivo, sino que también aborda la problemática desde una perspectiva más amplia. Reconociendo que la desigualdad de género tiene sus raíces en la división tradicional de roles y la sobrecarga de trabajo doméstico y de cuidado no remunerado que recae sobre las mujeres, esta iniciativa promueve la corresponsabilidad entre hombres y mujeres en estas tareas. Además, busca visibilizar y valorar el trabajo doméstico y de cuidado como una contribución fundamental al bienestar social y al crecimiento económico del país.

AVANCES Y DESAFÍOS EN LA IMPLEMENTACIÓN DE LA ECONOMÍA VIOLETA EN ECUADOR

El gobierno ecuatoriano ha implementado La Ley Orgánica para Impulsar la Economía Violeta en Ecuador, aprobada en enero de 2023, la cual establece un marco normativo para promover la participación de las mujeres en la economía y reducir las brechas de género. Esta ley contempla medidas como la promoción de la igualdad salarial, la creación de programas de capacitación y formación profesional para mujeres, y el establecimiento de incentivos tributarios para empresas que promuevan la equidad de género.

Además, se han implementado programas y políticas públicas como la Estrategia Súper Mujer Rural, que busca fortalecer las iniciativas de las mujeres agroproductoras, y el Sello Violeta, que reconoce a las empresas comprometidas con la igualdad de género y la prevención de la violencia contra las mujeres. 

Sin embargo, como lo señala Magdalena Pinargote en su artículo “Ecosistema de Economía Violeta. Retos y desafíos en el Ecuador”, aún existen desafíos significativos en la implementación de la economía violeta en Ecuador. Uno de los principales retos es la articulación efectiva entre el sector público, el sector privado y la sociedad civil. Es necesario fortalecer los mecanismos de coordinación y colaboración entre estos actores para lograr un impacto sostenible y a largo plazo.

Otro desafío importante que señala Pinargote es la asignación de recursos suficientes para la implementación de políticas y programas que promuevan la economía violeta. Si bien se han dado avances normativos y se han establecido objetivos claros, es fundamental garantizar la disponibilidad de recursos financieros, técnicos y humanos para llevar a cabo las acciones necesarias 

Además, se requiere de una mayor inversión en educación y capacitación para las mujeres, especialmente en áreas relacionadas con la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas. Esto permitirá reducir las brechas de género en sectores tradicionalmente masculinizados y promover la participación de las mujeres en actividades económicas de alto valor agregado.

Adicionalmente, el abogado Marcos Ortiz señala a GESTIÓN que “el Ministerio de Trabajo no ha logrado articular acciones eficientes para la aplicación de la Ley de implementación de la Economía Violeta, puesto que los acuerdos ministeriales emitidos para el registro del plan de igualdad y aplicaciones del sello violeta han sido emitidos con un notable retraso, lo cual hace que las innovaciones de esta ley no sean aplicadas de manera transversal en la cultura empresarial ecuatoriana, dejando una tarea pendiente para la nueva administración en el año en curso”.

Bajo ese panorama, para lograr un avance significativo en la implementación de la economía violeta en el Ecuador, es fundamental fomentar una mayor concienciación y compromiso de todos los actores involucrados. Si bien las leyes y políticas públicas son esenciales, su verdadero impacto dependerá del grado de apropiación y participación activa de la sociedad civil, el sector privado y las propias mujeres. Se requieren esfuerzos continuos de sensibilización y educación para desmantelar los estereotipos de género arraigados y promover una cultura de respeto, equidad e inclusión en todos los ámbitos.

Además, es crucial fortalecer la recopilación y difusión de datos actualizados sobre el trabajo no remunerado y las contribuciones económicas invisibles de las mujeres. Visibilizar y cuantificar estas labores es vital para reconocer su valor y promover políticas que incentiven una distribución más equitativa de las responsabilidades domésticas y de cuidado. Solo mediante un enfoque integral que aborde las causas estructurales de la desigualdad, se podrá materializar el potencial transformador de la Economía Violeta y construir una sociedad verdaderamente justa e igualitaria para todas las personas.

 

(*) Elaborado por Liz Ortiz, analista económica Revista Gestión.

 

Last modified on 2024-07-10

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