La penalidad por ser madre en el mercado laboral ecuatoriano es uno de los desafíos más significativos para la equidad de género y el desarrollo económico sostenible. Según Ximena Llumiquinga, autora de la investigación “Análisis de la penalidad por maternidad y paternidad en el mercado laboral en Ecuador – Periodo 2023”, este fenómeno se manifiesta en múltiples dimensiones, afectando no solo los ingresos sino también las oportunidades laborales y el desarrollo profesional de las mujeres.
Las estructuras socioeconómicas actuales continúan perpetuando un sistema en que la maternidad se traduce en desventajas significativas para las mujeres en el ámbito laboral, mientras que la paternidad, paradójicamente, parece fortalecer la posición de los hombres en el mercado de trabajo. Esta realidad no solo afecta el bienestar económico de las madres y sus familias, sino que también representa una pérdida significativa de capital humano y productividad para la economía en su conjunto, evidenciando la necesidad urgente de análisis profundos y políticas efectivas para abordar esta problemática.
EL EFECTO ACUMULATIVO: MÁS HIJOS, MENOS INGRESOS
Considerando las estadísticas del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INEC) sobre el mercado laboral ecuatoriano para el 2023, Llumiquinga revela disparidades significativas en los ingresos según la condición parental y el género. Los datos de la ENEMDU muestran que los padres perciben un ingreso promedio mensual de USD 688,1, superando significativamente a los hombres sin hijos que ganan USD 463,7, lo que representa una diferencia de 48,4%.
En contraste, las madres ganan en promedio USD 515, mientras que las mujeres sin hijos perciben USD 522,5, evidenciando una penalización por maternidad del 1,4%. Esta diferencia inicial ilustra cómo la paternidad parece actuar como un impulsor salarial para los hombres, mientras que la maternidad representa una desventaja económica para las mujeres (Gráfico 1).
Gráfico 1
Ingresos promedio por sexo y condición parental
Este fenómeno no es exclusivo de Ecuador. Según estudios del Banco Interamericano de Desarrollo, en América Latina y el Caribe la maternidad marca un antes y después en la vida profesional de las mujeres, ensanchando la brecha laboral de género del 28% al 40% en la región. Específicamente, la participación laboral de las mujeres disminuye un 38% con el primer hijo, mientras que no se registra variación entre los hombres.
La evidencia empírica demuestra un patrón preocupante de deterioro salarial progresivo en el mercado laboral ecuatoriano. Según Llumiquinga, con cada hijo adicional, las madres experimentan una reducción significativa en sus ingresos: una disminución de USD 30,29 con el segundo hijo, USD 104.68 con el tercero, y USD 118.23 con el cuarto hijo. Este patrón contrasta marcadamente con la situación de los padres, quienes experimentan reducciones menores: USD 7,11, USD 37,93 y USD 143,19, respectivamente. La brecha salarial se amplía de manera más pronunciada para las madres, sugiriendo un efecto acumulativo que profundiza las desigualdades económicas (Gráfico 2).
Gráfico 2
Ingreso promedio por sexo y número de hijos
La distribución de ingresos entre padres y madres muestra patrones claramente diferenciados según el número de hijos. Mientras que los padres mantienen una relativa estabilidad en sus ingresos hasta el tercer hijo, las madres experimentan caídas significativas desde el primer hijo. Esta divergencia sugiere que el mercado laboral penaliza de manera desproporcionada la maternidad, mientras que la paternidad no representa un obstáculo comparable para el desarrollo profesional y económico de los hombres.
Este fenómeno se intensifica particularmente en los quintiles socioeconómicos más bajos, donde el acceso a servicios de cuidado infantil y redes de apoyo es más limitado. Los datos revelan que las madres en el primer quintil experimentan una penalización salarial hasta tres veces mayor que aquellas en el quintil más alto, evidenciando cómo la intersección entre maternidad y nivel socioeconómico amplifica las desventajas laborales. Esta realidad subraya la importancia de considerar no solo el número de hijos sino también el contexto socioeconómico al analizar la penalidad por maternidad (Tabla 1).
Tabla 1
Rango de ingresos por sexo
LA BRECHA EDUCATIVA: UN FACTOR DETERMINANTE
El estudio revela una correlación significativa entre la maternidad y los años de educación. Las mujeres sin hijos alcanzan en promedio 13,28 años de educación, mientras que las madres promedian 12 años. Esta diferencia de más de un año académico sugiere que la maternidad no solo afecta los ingresos directamente, sino que también interrumpe las trayectorias educativas, limitando las oportunidades de desarrollo profesional futuro. La brecha educativa se convierte así en un mecanismo adicional que perpetúa las desigualdades económicas entre madres y no madres (Gráfico 3).
Gráfico 3
Educación según sexo y condición parental
La investigación de Llumiquinga demuestra que el impacto de la maternidad en la educación varía significativamente según el momento en que ocurre la maternidad. Las mujeres que tienen hijos durante sus años de formación académica enfrentan mayores obstáculos para completar sus estudios, lo que resulta en menores niveles de educación formal y, consecuentemente, menores oportunidades laborales y salariales a largo plazo. Este efecto es particularmente pronunciado en el caso de madres adolescentes o jóvenes que interrumpen su educación superior.
Los datos también señalan una paradoja interesante: a pesar de que las mujeres sin hijos muestran niveles educativos superiores, esto no se traduce necesariamente en una completa paridad salarial con sus contrapartes masculinas. Es decir, incluso antes de la maternidad, las mujeres enfrentan barreras estructurales en el mercado laboral que limitan su capacidad para capitalizar plenamente sus logros educativos.
TIEMPO Y PRODUCTIVIDAD: LA DOBLE CARGA ECONÓMICA
Por otra parte, la distribución del tiempo laboral refleja disparidades económicas significativas. Según Llumiquinga, las madres dedican en promedio 33,69 horas semanales al trabajo remunerado, en comparación con las 41,84 horas de los padres. Esta diferencia de más de 8 horas semanales representa una pérdida significativa de productividad económica. En términos monetarios, considerando el salario promedio, esta reducción de horas laborales significa una pérdida anual de ingresos potenciales de aproximadamente USD 2.400 por madre trabajadora.
El análisis económico revela que la reducción en horas laborales tiene un efecto multiplicador negativo. No solo afecta los ingresos actuales, sino también las contribuciones a la seguridad social, las oportunidades de ascenso y el desarrollo de capital humano. La pérdida de experiencia laboral acumulada debido a la reducción de horas trabajadas tiene un impacto significativo en la trayectoria salarial a largo plazo, estimándose una disminución del 15% en el potencial de ingresos durante la vida laboral.
Los datos muestran una correlación inversa entre el número de hijos y las horas dedicadas al trabajo remunerado. Con cada hijo adicional, las madres reducen en promedio 1,85 horas semanales de trabajo remunerado, mientras que los padres experimentan una reducción menor de 0,7 horas. Este patrón tiene implicaciones significativas para la productividad económica agregada y representa una subutilización sistemática del capital humano femenino en la economía.
COSTOS DE OPORTUNIDAD Y EFICIENCIA DEL MERCADO LABORAL
Finalmente, considerando los costos de oportunidad revela que la penalidad por maternidad va más allá de la simple reducción salarial. Las madres frecuentemente se ven obligadas a aceptar empleos por debajo de su nivel de calificación para obtener mayor flexibilidad horaria. Según el estudio, solo el 18% de las madres acceden a empleos adecuados, comparado con el 35% de los padres, lo que representa una asignación ineficiente de recursos humanos en el mercado laboral.
La teoría económica sugiere que esta discriminación laboral genera ineficiencias significativas en el mercado. Las empresas pierden talento valioso y experiencia cuando las madres calificadas se ven forzadas a aceptar posiciones de menor responsabilidad o abandonar completamente la fuerza laboral. Las distorsiones en el mercado laboral se evidencian también en la segmentación ocupacional. Las madres tienden a concentrarse en sectores y ocupaciones que ofrecen mayor flexibilidad, pero menores salarios y oportunidades de crecimiento. Esta segregación ocupacional contribuye a la persistencia de brechas salariales y representa una asignación subóptima de capital humano desde una perspectiva de eficiencia económica.
La evidencia presentada revela un panorama complejo donde la maternidad, lejos de ser valorada como una contribución social, se convierte en una desventaja económica significativa para las mujeres ecuatorianas. La combinación de menores ingresos, reducción de horas laborales, interrupciones en la trayectoria educativa y segregación ocupacional no solo afecta el bienestar individual de las madres, sino que representa una pérdida sustancial de talento y productividad para la economía nacional. La transformación hacia un mercado laboral más equitativo es tanto un imperativo ético como una necesidad económica para el desarrollo sostenible del Ecuador.
(*) Elaborado por economista Liz Ortiz, analista económica Revista
Last modified on 2024-11-24