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Autor: Liz Ortiz *

Los incendios forestales representan una amenaza creciente para los ecosistemas y comunidades de Ecuador. Más allá de su impacto ambiental inmediato, estas conflagraciones tienen profundas repercusiones socioeconómicas que afectan el desarrollo y bienestar de la población. En los últimos años, el país ha experimentado un aumento preocupante en la incidencia y magnitud de estos eventos, planteando desafíos urgentes para la gestión de riesgos y la protección de los medios de vida locales.

El último informe de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos revela una cifra que enciende todas las alarmas: solo en agosto de 2024, se registraron 1.009 incendios forestales en el país. Esta cifra no solo representa el pico más alto del año, sino que también subraya la urgencia de abordar esta crisis desde múltiples frentes.

La gravedad de la situación se puso de manifiesto una vez más el 4 de septiembre de 2024, cuando Quito, la capital del país, se vio afectada por tres incendios forestales simultáneos. Según Primicias, estos incendios en las zonas de Nayón, Pifo y Chilibulo provocaron una densa capa de humo que cubrió la ciudad, obligando a la evacuación de decenas de familias y movilizando a más de 120 bomberos. Este evento puntual no solo ilustra la magnitud del problema a nivel nacional, sino que también pone de relieve las consecuencias inmediatas y tangibles para la población urbana.

Como este, en los últimos días se han reportado decenas de flagelos en la capital, así como en otras localidades. 

TENDENCIAS INTERANUALES, UN PANORAMA CAMBIANTE

El análisis de los datos de incendios forestales en Ecuador durante los últimos años revela un panorama dinámico y preocupante. A pesar de las variaciones en los períodos de medición, que dificultan una comparación directa, las tendencias generales son claras y merecen una atención detallada.

La evolución anual de incendios forestales muestra una variabilidad significativa. En 2021, se registraron 1.406 incendios entre enero y julio, mientras que en 2022, la cifra descendió a 994 incendios hasta octubre. Sin embargo, 2023 marcó un punto de inflexión alarmante con 3.003 incendios registrados hasta octubre, representando un aumento de más del 200% respecto al año anterior. Los datos parciales de 2024, que cubren hasta agosto, ya muestran 1.994 incendios, sugiriendo una tendencia al alza que podría igualar o superar el pico de 2023 (Gráfico 1).

Gráfico 1

Evolución de incendios 2021 – 2024

La tendencia al alza observada en 2024 es particularmente preocupante. A pesar de cubrir un período más corto, la cifra ya supera el total de 2022 y se acerca rápidamente al nivel de 2021. Si esta tendencia continúa, 2024 podría igualar o superar el pico de 2023, consolidando una trayectoria ascendente de incidencia de incendios forestales.

INCENDIOS FORESTALES DE AGOSTO 2024: UN ANÁLISIS PROVINCIAL

Según los datos de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos desagregados a nivel provincial, la distribución muestra patrones significativos: Pichincha emerge como el epicentro de la crisis, registrando 562 incendios, lo que representa más del 28% del total nacional. Azuay y Guayas siguen con 312 y 265 incendios, respectivamente, reflejando la diversidad de ecosistemas afectados. Imbabura y Tungurahua completan el top 5 con 199 y 131 incendios, respectivamente, evidenciando la vulnerabilidad persistente de las regiones interandinas (Gráfico 2).

Gráfico 2

Número de incendios forestales por provincia agosto 2024

En marcado contraste, las provincias amazónicas muestran una incidencia relativamente baja. Morona Santiago registra apenas seis incendios, Napo dos, mientras que Zamora Chinchipe, Pastaza, Sucumbíos y Orellana no reportan eventos

No obstante, considerando un análisis de las hectáreas afectadas por los incendios forestales en agosto de 2024 se revela que el impacto de estos siniestros en el territorio ecuatoriano es diverso. Loja emerge como la provincia más devastada, con 8.178,36 hectáreas quemadas, representando casi el 45% del área total afectada en el país. Esta cifra es particularmente alarmante considerando que Loja ocupa apenas el séptimo lugar en número de incendios, lo que sugiere eventos de gran magnitud o dificultades significativas en el control de los mismos en esta región.

Azuay y Carchi siguen en la lista, con 2.578,38 y 1.896,16 hectáreas afectadas, respectivamente, evidenciando un impacto considerable en los ecosistemas andinos. Pichincha, a pesar de liderar en número de incendios, ocupa el cuarto lugar en área afectada, con 1.891,18 hectáreas. Esta discrepancia podría indicar una mayor eficiencia en la respuesta y control de incendios en la provincia, o características del terreno que limitan la propagación del fuego. Las provincias amazónicas muestran un impacto territorial bajo, con Morona Santiago registrando apenas 8,61 hectáreas afectadas y Napo solo 0,01. (Gráfico 3).

Gráfico 3

Hectáreas afectadas por incendios forestales a nivel provincial agosto 2024

En la Costa, Guayas lidera, con 694,65 hectáreas afectadas, seguida por El Oro, con 513,68 hectáreas. Estas cifras, aunque significativas, son considerablemente menores que las observadas en las provincias andinas más afectadas.

IMPACTO ECONÓMICO EN SECTORES PRODUCTIVOS CLAVE

Los incendios forestales tienen un impacto directo y significativo en varios sectores económicos vitales para Ecuador. Teófilo Misacango, en su estudio titulado “Efectos socioeconómicos de los incendios forestales en la parroquia Molleturo”, señala que la agricultura y la ganadería son particularmente vulnerables.

El autor explica que  “los incendios, aparte de consumir hectáreas con vegetación endémica del lugar, también culminan con terrenos sembrados, por lo que termina con los productos y plantas que los agricultores cuidan con empeño”. Esto no solo representa una pérdida inmediata de cultivos, sino que también puede afectar la fertilidad del suelo a largo plazo, comprometiendo la productividad agrícola futura.

En el sector ganadero, Misacango Lazo observa que “el alimento para los distintos animales domésticos de crianza disminuye dramáticamente poniendo en peligro la salud de vacas, ovejas, cerdos y alpacas”. Esta escasez de forraje puede llevar a pérdidas significativas en la producción ganadera, afectando los ingresos de las comunidades rurales.

Otro sector afectado es el turismo, especialmente en áreas de gran biodiversidad y belleza natural. El estudio menciona que lugares como los Paredones de Molleturo, un importante sitio arqueológico, y el Parque Nacional El Cajas están en constante peligro debido a los incendios. La pérdida o degradación de estos atractivos turísticos puede tener un impacto económico duradero en las comunidades que dependen de esta actividad.

Además, industrias emergentes como la apicultura y el cultivo de orquídeas, que representan oportunidades de diversificación económica para las comunidades rurales, también se ven amenazadas. La pérdida de hábitats naturales puede reducir drásticamente la población de abejas y destruir especies de orquídeas únicas, algunas de las cuales tienen potencial de exportación.

CONSECUENCIAS SOCIALES Y DEMOGRÁFICAS

Los incendios forestales no solo afectan la economía, sino que también tienen profundas implicaciones sociales y demográficas. Uno de los efectos más significativos es el desplazamiento de poblaciones. Según el análisis de Misacango, la pérdida de medios de subsistencia debido a los incendios puede acelerar la migración rural-urbana.

El autor observa que “en caso de que los incendios forestales sigan avanzando en Molleturo se corre el riesgo que las plazas de trabajo disminuyan considerablemente y, por tanto, la población migrará al centro urbano de Cuenca buscando trabajo”. Este fenómeno no solo altera la estructura demográfica de las comunidades rurales, sino que también puede ejercer presión sobre los servicios urbanos y el mercado laboral en las ciudades receptoras.

Además, la migración forzada por razones ambientales puede llevar a la pérdida de conocimientos tradicionales y prácticas culturales asociadas con el manejo de los bosques y la agricultura local. Misacango señala que “la parroquia, poco a poco, puede ir quedando despoblada y olvidada”, lo que implica una erosión del tejido social y cultural de estas comunidades.

Otro aspecto importante es el impacto en la salud pública. Los incendios forestales generan contaminación del aire que puede afectar a poblaciones enteras, incluso a grandes distancias del foco del incendio. Esto puede resultar en un aumento de enfermedades respiratorias y cardiovasculares, especialmente en grupos vulnerables como niños y ancianos. Según Mauricio Barría en su artículo titulado “Wildfires as a Public Health Problem: a Setting for Nursing in Disasters”, existe una fuerte asociación entre la exposición al humo de incendios forestales (específicamente a partículas finas PM2.5) y la mortalidad por causas como la morbilidad respiratoria. En particular, se ha verificado una asociación entre esta exposición y las exacerbaciones de asma y enfermedad pulmonar obstructiva crónica, bronquitis y neumonía. 

INFLUENCIA EN LOS SERVICIOS ECOSISTÉMICOS Y LA SEGURIDAD ALIMENTARIA

Los incendios forestales tienen un impacto directo en los servicios ecosistémicos que son fundamentales para el bienestar humano y la seguridad alimentaria. En el caso de Ecuador, un país con una rica biodiversidad y diversos ecosistemas, este impacto puede ser particularmente severo.

Uno de los servicios ecosistémicos más afectados es la regulación hídrica. Los bosques juegan un papel crucial en el ciclo del agua, ayudando a mantener la calidad y cantidad de los recursos hídricos. Según el estudio de Misacango, áreas como el Parque Nacional El Cajas son fundamentales como fuentes hídricas naturales. La pérdida de cobertura forestal debido a los incendios puede alterar los patrones de precipitación locales y reducir la capacidad de los ecosistemas para retener y filtrar el agua, lo que a su vez puede afectar el suministro de agua para consumo humano y agricultura.

En cuanto a la seguridad alimentaria, Jaime Cueva, en su tesis titulada “Valoración Económica Social y Ambiental de Incendios Forestales”, indica que los incendios forestales representan una amenaza para las actividades agrícolas y ganaderas, especialmente en zonas rurales que dependen de estos medios de subsistencia. La pérdida de cultivos y pastos por incendios puede generar escasez de alimentos e impactar negativamente en la economía local. 

Asimismo, Misacango señala que “los incendios terminan con la vida y materia orgánica del suelo, y en consecuencia, este queda infértil de manera irreversible”. Esto puede llevar a una disminución en la producción de alimentos y aumentar la vulnerabilidad de las comunidades rurales a la inseguridad alimentaria.

Además, la pérdida de biodiversidad causada por los incendios forestales puede afectar servicios ecosistémicos como la polinización, fundamental para muchos cultivos. La reducción en las poblaciones de polinizadores naturales puede tener un impacto significativo en la producción agrícola a largo plazo.

Los incendios forestales en Ecuador representan una crisis multidimensional que trasciende el ámbito puramente ambiental. El aumento alarmante en la frecuencia y extensión de estos eventos, particularmente en 2023 y 2024, subraya la urgencia de implementar estrategias integrales de prevención y mitigación. Las consecuencias socioeconómicas de estos siniestros son profundas y de largo alcance, afectando sectores clave como la agricultura, la ganadería y el turismo. Además, los desplazamientos poblacionales.

Ante este panorama, es imperativo que el gobierno implemente políticas más robustas y efectivas para el manejo de incendios forestales. Esto debe incluir una mayor inversión en sistemas de alerta temprana, mejora en las capacidades de respuesta, y programas de educación y concientización comunitaria. Asimismo, es crucial desarrollar estrategias de restauración ecológica y apoyo económico para las comunidades afectadas.

 

(*) Economista, analista económica Revista Gestión.

 

Last modified on 2024-09-18

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