En el mundo de la empresa, a menudo se plantea la pregunta sobre si es rentable ser ético. Y esta pregunta suele plantearse como un dilema o incluso como una elección. Sin embargo, creo que esta pregunta no está bien planteada. O que, cómo suelo decir a mis alumnos, se trata de una pregunta trampa.
La ética y la rentabilidad operan en distintas esferas y su intersección no debería reducirse a una simple cuestión de beneficio económico. Puede que la distribución de pornografía infantil o la explotación laboral sean muy rentables, pero no solo no son admitidas sino que producen rechazo.
La ética está muy por encima de la rentabilidad porque protege a personas y sociedades de aquello que puede degradarlas, corromperlas o destruirlas.
RENTABILIDAD Y ÉTICA
Si la ética y la rentabilidad estuvieran en un mismo plano podríamos preguntarnos qué pasa cuando ser ético no es rentable. ¿Significaría eso que tendríamos que dejar de comportarnos de forma ética? Si así fuese estaríamos ante una lógica simplista y reduccionista.
La ética en la empresa no debería estar condicionada por la rentabilidad, y mucho menos por una rentabilidad inmediata y en el corto plazo. Desde la empresa, entendida como comunidad de personas y como factor clave del desarrollo, se debe ir más allá.
Para ello, resulta pertinente preguntarse, al igual que hacemos las personas, por el sentido de la existencia de la empresa y examinar su propósito corporativo.
VALOR PARA TODOS
El propósito corporativo es, por tanto, un factor crucial en el debate entre ética y rentabilidad.
El propósito es aquello que le da sentido a la empresa, le brinda una guía y una dirección necesarias para poder sortear obstáculos, adaptarse a los cambios y enfrentar la incertidumbre del corto plazo. A más incertidumbre, más necesidad de un propósito que marque un rumbo claro y sostenible, y su correspondiente hoja de ruta o estrategia.
Las empresas que poseen un propósito corporativo claro y duradero tienden a ser más valiosas a largo plazo. Me atrevería a decir que muchas de esas empresas tan valiosas basan buena parte de sus ventajas competitivas más sostenibles en la existencia de un propósito corporativo bien fundamentado. En la existencia de un por qué.
Un ejemplo destacado de esta forma de entender la empresa está en el concepto de capitalismo consciente, desarrollado en el libro del mismo nombre por John Mackey, que fue fundador y CEO de Whole Foods Market, y Raj Sisodia.
Este enfoque sostiene que las empresas pueden generar valor para todas sus partes interesadas, no solo para los accionistas, al enfocarse en un propósito más amplio y en valores éticos.
UNA BRÚJULA MORAL
La verdadera cuestión, por tanto, no es elegir entre ética o rentabilidad. Es más bien cuál es el propósito corporativo que impulsa a la empresa y por qué es importante.
Un propósito sólido proporciona una brújula moral que guía las acciones de una empresa, incluso en momentos de desafío. O precisamente con más motivo en esos momentos de desafío e incertidumbre.
A este respecto, Marta Ortega, presidenta de Inditex, afirmaba recientemente que, para superar cualquier reto, resulta clave el alma de la compañía: su cultura corporativa y los valores transmitidos y compartidos por todos los trabajadores.
Empresas como Patagonia, Veja o Puma (entre otras muchas) han demostrado, en distinta forma y con distintos matices, que un compromiso con la ética y la responsabilidad social no es solo compatible con la rentabilidad, sino que puede impulsarla.
Estas empresas han integrado la sostenibilidad y la responsabilidad social en su modelo de negocio, lo que no solo mejora su reputación, sino que también les otorga una ventaja competitiva.
EL SUJETO ÉTICO
Por otro lado, y volviendo a la idea de nuestra pregunta trampa (¿es rentable ser ético en la empresa?), es importante tener en cuenta que las empresas en sí mismas ni son éticas ni dejan de serlo. Es la persona, y no la empresa, el sujeto ético.
Son las personas dentro de las empresas, con sus decisiones, quienes pueden elegir actuar de manera ética o no. Lo que sí pueden y deben hacer las empresas es crear las condiciones adecuadas para que a las personas les sea más fácil tomar decisiones éticas.
Así, la cultura corporativa y el liderazgo de los directivos ejercen como palancas fundamentales para impulsar el propósito y la promoción de la ética en la empresa.
PARA CONCLUIR
Como conclusión, al considerar la relación entre ética y rentabilidad en la empresa, es esencial adoptar un enfoque más amplio que trascienda la dicotomía reduccionista de esta pregunta.
En lugar de preguntarnos si ser ético es rentable, debemos explorar cómo el propósito corporativo puede impulsar tanto la ética como la rentabilidad en el largo plazo.
Y, en última instancia, quizás podríamos darle la vuelta a la pregunta y preguntarnos si también es siempre ético ser rentable. Y cuánto. Pero eso será ya cuestión para un próximo artículo.