La contaminación atmosférica es uno de los principales riesgos para la salud. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), en 2020 el 96 % de la población urbana en la Unión Europea estuvo expuesta a niveles de partículas finas por encima de los límites recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se estima que esta exposición contribuyó a más de 238 000 muertes prematuras y elevó los costos de atención sanitaria debido a enfermedades cardiovasculares y respiratorias.
Al mismo tiempo, durante las últimas décadas, las mujeres han avanzado significativamente en la obtención de representación en los órganos de toma de decisiones políticas. Entre 2003 y 2021, el porcentaje de mujeres en parlamentos y gobiernos de la Unión Europea pasó del 24,8 % al 34,6 % a nivel regional y del 22,4 % al 32,7 % a nivel nacional, según el Instituto Europeo de Igualdad de Género (EIGE). Este cambio es crucial en la transformación de las dinámicas de poder político en Europa.
Diferentes estudios en el ámbito de de la psicología han detectado que las mujeres tienden a ser más sensibles y conceden más importancia a la calidad ambiental que los hombres. Ya sea por factores históricos, culturales, por tener distintas preferencias o por la herencia de una sociedad donde el trabajo de cuidados ha recaído tradicionalmente en las mujeres, si estas muestran valores, creencias y actitudes proambientales más fuertes, una consecuencia de su mayor acceso a los altos cargos políticos podría ser la adopción de políticas más favorables al medio ambiente.
En un reciente estudio, investigadores e investigadoras de la Universidad Pública de Navarra y la Universidad de Pisa hemos tratado de probar empíricamente si, efectivamente, existe una relación causal entre la presencia política de las mujeres y una mayor calidad ambiental en Europa.
PRESENCIA POLÍTICA FEMENINA Y CONTAMINACIÓN
Ya existen algunos estudios a nivel de país que han examinado la relación entre la representación política de las mujeres y los resultados y políticas de calidad ambientales. En general, estos estudios encuentran una relación negativa entre las emisiones contaminantes y la representación política de las mujeres, lo que sugiere que aumentar el empoderamiento político femenino podría ser un factor clave en la reducción de contaminantes atmosféricos.
En nuestra investigación, para evaluar la relación entre ambos factores, hemos analizado datos de presencia de mujeres en la esfera política y de calidad del aire de 230 regiones de 27 países europeos.
Por un lado, hemos empleado el índice de poder político de las mujeres (WPEI, por sus siglas inglesas), que mide la participación política de las mujeres en distintos niveles de gobierno: local, regional y nacional.
Por otro lado, los datos utilizados para medir la calidad del aire en las regiones europeas proceden de la base de datos del Servicio de Vigilancia Atmosférica de Copernicus. En este estudio consideramos las emisiones regionales de diferentes contaminantes atmosféricos locales como algunos gases reactivos (monóxido de carbono y dióxido de azufre) y aerosoles (partículas microscópicas en suspensión PM2,5 y PM10).
Considerar una escala regional es crucial porque, en el contexto europeo, las condiciones medioambientales y sociales pueden variar considerablemente de una zona a otra. Además, son las autoridades regionales y locales las principales responsables de la aplicación de las directivas y normas medioambientales nacionales y supranacionales.
UNA RELACIÓN POSITIVA
Al analizar los datos hemos encontrado que existe una relación positiva en la distribución geográfica de las dos variables. Es decir, que la calidad del aire tiende a ser mayor en aquellas regiones con mayor presencia de mujeres en la política.
Aunque las diferencias regionales dentro de cada país son evidentes, el norte de Europa presenta mejores resultados en ambos indicadores, mientras que Estados como Polonia, Hungría y Rumanía muestran puntuaciones más bajas tanto en igualdad política como en calidad del aire.
En España, aunque existen diferencias regionales, todas las regiones superan la media europea en ambos aspectos.
¿CASUALIDAD O CASUALIDAD?
En el estudio hemos utilizado un análisis econométrico –que usa métodos estadísticos y matemáticos para estimar la magnitud y la dirección de las relaciones económicas– para determinar si la relación es causal o simplemente pura coincidencia. Los resultados son robustos: en las regiones europeas, a mayor representación política de las mujeres, mejor calidad del aire.
Para garantizar la solidez de los resultados, también tomamos en cuenta otros factores económicos y no económicos como el desarrollo económico, el nivel educativo, las innovaciones en tecnologías verdes, la ideología política, el nivel de conciencia social sobre el medio ambiente y la densidad de población. Sin embargo, la relación positiva entre la participación política femenina y la calidad del aire se mantiene significativa en todos los análisis realizados incluyendo estos factores.
Además, utilizamos datos históricos (de participación laboral femenina en el mercado de trabajo y costumbres matrimoniales preindustriales) que sirven de “instrumentos” para garantizar que los resultados sean fiables y no estén distorsionados por posibles errores o factores que no hayamos tenido en cuenta.
En el estudio se exploran tres vías indirectas potenciales a través de las cuales el empoderamiento político femenino podría influir en los niveles de contaminación atmosférica. Los resultados sugieren que la rigurosidad de las políticas ambientales y la calidad institucional podrían ser responsables de las mejoras. Sin embargo, el análisis no respalda que el empoderamiento femenino influya en la calidad del aire por generar una mayor conciencia sobre los posibles efectos del cambio climático y la contaminación ambiental.
Los resultados de este estudio son especialmente relevantes en un momento en que los retos medioambientales son más urgentes que nunca. Sugieren que la presencia de mujeres en puestos de liderazgo político puede conducir a mejoras significativas de la calidad del aire, mediante políticas medioambientales más estrictas y mejoras en la calidad de gobierno.
Así, promover la participación política de las mujeres no sólo contribuye a la igualdad de género, sino que también tiene un impacto tangible y positivo en el medio ambiente.