La crisis energética que atraviesa Ecuador desde octubre de 2024 ha obligado a miles de negocios y hogares a buscar alternativas para mantener sus actividades durante los extensos cortes de energía que llegaron hasta las 14 horas diarias. La principal solución ha sido la adquisición de generadores eléctricos a diésel, una medida que, si bien resuelve la necesidad inmediata de energía, está generando graves consecuencias ambientales en las principales ciudades del país.
Esta situación, producto de la sequía en la Amazonía y los bajos niveles de los embalses de las hidroeléctricas, ha desatado una problemática mayor en términos de contaminación ambiental. Según estudios recientes de la Universidad de Las Américas (UDLA), el uso masivo de generadores está provocando un deterioro significativo en la calidad del aire, especialmente en zonas urbanas densamente pobladas, donde la concentración de contaminantes ha alcanzado niveles preocupantes.
IMPACTO EN LA CALIDAD DEL AIRE
La investigación liderada por Rasa Zalakeviciute de la Universidad de Las Américas (UDLA) titulada “Impact of City-Wide Diesel Generator Use on Air Quality in Quito, Ecuador, during a Nationwide Electricity Crisis” demuestra que el uso de generadores eléctricos puede ser hasta 80% más contaminante que un automóvil. Los datos recopilados en diferentes zonas de Quito muestran un aumento alarmante en la concentración de gases contaminantes (Gráfico 1).
Gráfico 1
Concentración de gases contaminantes
El dióxido de azufre (SO₂) presenta el incremento más significativo, con un 180%, seguido por el monóxido de carbono (CO), con 43%, y el dióxido de nitrógeno (NO₂), con 39%. Las partículas finas (PM2.5) aumentaron en un 20%, mientras que el ozono (O₃) mostró una disminución del 6%.
CONSUMO Y EFICIENCIA ENERGÉTICA
El consumo de combustible de los generadores eléctricos revela un panorama preocupante en términos de eficiencia y contaminación. Los datos del portal BragsHayes, muestran que un generador de tamaño medio, por ejemplo, de 200 kW, consume entre 4,7 y 14,4 galones por hora dependiendo de su carga de trabajo. Esto significa que en un período de apagón de 14 horas, un solo generador de este tamaño puede consumir hasta 201,6 galones de diésel, liberando cantidades significativas de gases contaminantes a la atmósfera (Tabla 1).
Tabla 1
Cantidad de combustible que consume un generador
La progresión en el consumo de combustible según la capacidad del generador muestra un patrón alarmante. Por ejemplo, los generadores pequeños de 20 kW consumen entre 0,6 y 1,6 galones por hora, mientras que los de gran capacidad, como los de 2000 kW, pueden consumir entre 42,8 y 141,9 galones por hora. Esta escala de consumo, multiplicada por las miles de unidades que actualmente operan en el país durante los apagones, representa un impacto ambiental significativo. En Ecuador, el uso de generadores se ha vuelto una necesidad constante e ineludible desde los apagones del 15 de abril de 2024, lo que ha multiplicado exponencialmente el consumo de diésel y las emisiones contaminantes.
La eficiencia de estos equipos también varía significativamente según su carga de trabajo. Los datos de la tabla muestran que el consumo no es linealmente proporcional a la carga: un generador operando al 25% de su capacidad consume proporcionalmente más combustible por kilovatio generado que uno operando a plena carga. Por ejemplo, un generador de 500 kW consume 11 galones por hora al 25% de carga (equivalente a 0,088 galones por kW generado), mientras que a plena carga consume 35,7 galones por hora (equivalente a 0,0714 galones por kW generado). Esta ineficiencia en cargas parciales contribuye a un mayor consumo de combustible y, por ende, a mayores emisiones contaminantes. Según Ecuador Chequea, el alto consumo no solo representa un costo significativo para las empresas, sino que también contribuye sustancialmente a la huella de carbono urbana, que en ciudades como Quito ya produce alrededor de 5 toneladas de CO2 anual por otras fuentes.
IMPACTOS EN LA SALUD PÚBLICA
Rasa Zalakeviciute, docente asociada de la UDLA, explica a revista GESTIÓN que la contaminación generada por los generadores eléctricos tiene graves implicaciones para la salud pública. “El aumento de concentraciones de CO puede causar una serie de problemas de salud, desde dolores de cabeza y mareos hasta problemas cardíacos más graves”, advierte la experta. La investigadora enfatiza en que si estamos, por ejemplo, más cerca de un generador o de otra fuente que está emitiendo este contaminante, la concentración podría ser más alta. “Este contaminante es el que causa muerte dulce, entonces, dependiendo de las concentraciones, las consecuencias a la salud son más y más fuertes”, explica Zalakeviciute.
La experta ejemplifica el riesgo con una situación común: “Si se tiene un generador funcionando en un parqueadero que no tiene buena ventilación, podría ir acumulándose e ir causando esos problemas de la salud, especialmente a los guardias”. Además de ese estudio basado en los datos de la Secretaría del Ambiente en diferentes sitios de la ciudad, Zalakeviciute realizó mapeos con su equipo especializado: “Al acercarme a uno de esos tubos de escape me causó un mareo pero súper fuerte”, relata en la entrevista.
Las mediciones realizadas por la Secretaría de Ambiente de Quito confirman estas preocupaciones. Según el portal GK, los generadores deben estar ubicados en lugares abiertos o con buena ventilación para minimizar los riesgos. Sin embargo, en muchos casos, especialmente en zonas comerciales densamente pobladas, los generadores se instalan en espacios reducidos o mal ventilados, aumentando la exposición a estos contaminantes.
En ese sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que la generación de estos gases, especialmente el dióxido de azufre, puede tener un alto impacto en la salud humana y “son de alta contaminación”. La inhalación de estos gases puede causar irritación en los ojos y en el tracto respiratorio, además de que en casos graves también puede generar quemaduras internas. El dióxido de azufre es particularmente preocupante ya que es un gas corrosivo que, al combinarse con el vapor de agua de la atmósfera en grandes cantidades, puede llegar a producir efectos graves como lluvia ácida.
Joseph Sánchez, doctor en Ingeniería Ambiental con especialización en Contaminación Atmosférica de la PUCE, citado por el portal GK, explica que la combustión en zonas o ciudades elevadas como Quito es ineficiente y “aproximadamente por cada 100 metros de altura se pierde el 1% de eficiencia”. Esto significa que en la capital ecuatoriana, que está a más de 2.800 metros sobre el nivel del mar, “la combustión se da con menos 28% de eficiencia” porque la columna de aire es menor. Esta ineficiencia en la combustión resulta en la generación de compuestos más tóxicos y peligrosos para la salud.
BUENAS PRÁCTICAS Y NORMATIVAS PARA EL USO DE GENERADORES
La Secretaría de Ambiente del Municipio de Quito publicó en noviembre de 2024 una “Guía de buenas prácticas para la implementación y uso de generadores eléctricos emergentes”.
La guía establece siete puntos críticos que deben considerarse al momento de implementar un generador eléctrico. Entre los aspectos más relevantes destaca la selección adecuada del equipo, donde se recomienda priorizar generadores con bajas emisiones y tecnología de bajo consumo. Esto es particularmente, importante considerando los datos de consumo y eficiencia analizados anteriormente, donde se evidencia que la selección inadecuada de la capacidad del generador puede resultar en consumos excesivos e innecesarios de combustible.
Un aspecto fundamental de la normativa se centra en la instalación y control de emisiones. La guía especifica que los generadores deben ubicarse en espacios ventilados y alejados de áreas habitadas, con una chimenea a altura adecuada para garantizar la dispersión segura de los gases. Esta recomendación se alinea con las investigaciones realizadas por Zalakeviciute, quien enfatiza en que “la mayoría de los generadores tienen un tubo que está ventilando fuera, este debe estar lo más alto posible para que los gases se vayan mezclando y no se emitan a nivel de la calle donde transita las personas”.
La guía también destaca la importancia del mantenimiento preventivo y la gestión adecuada del combustible, aspectos que según Zalakeviciute son cruciales para minimizar las emisiones contaminantes. La normativa se fundamenta en marcos regulatorios específicos como la Norma Técnica para el Control de la Contaminación por Ruido (NT003) y las Reglas Técnicas de Arquitectura y Urbanismo, estableciendo un marco regulatorio integral para la operación de estos equipos durante la crisis energética. Sin embargo, como señala Zalakeviciute, el cumplimiento de estas normas es crucial para proteger la salud pública, especialmente en una ciudad de altura como Quito, donde las condiciones atmosféricas pueden agravar el impacto de las emisiones contaminantes.
EL DESAFÍO PENDIENTE DE ECUADOR
La crisis actual ha puesto en evidencia la necesidad urgente de desarrollar alternativas más limpias y sostenibles para el respaldo energético. Según Ecuador Chequea, el gobierno debería implementar diferentes opciones y planes de transición energética para no depender exclusivamente de la generación hidroeléctrica y evitar el uso masivo de generadores a diésel en futuras crisis. Esta diversificación es especialmente crucial considerando que, según los estudios de la UDLA, la actual dependencia de generadores está provocando aumentos de hasta 180% en algunos contaminantes atmosféricos.
Juan Fernando Reyes, experto en ambiente y eficiencia energética, señala que la situación se complica por la mala calidad del combustible en el país. “El alto contenido de azufre y otros compuestos en estos líquidos hacen que las emisiones que se generan a partir de los generadores puedan ser aún más dañinas para la salud, además de más contaminantes”, explica el experto. Esta preocupación es compartida por Zalakeviciute, quien apunta que “el gobierno debe ir implementando diferentes opciones (plan A, plan B), puesto que, caso contrario, con el cambio climático vamos a tener crisis energéticas más a menudo, el plan de transición de energía se debe ir invirtiendo poco a poco para no solo depender de una sola opción”.
La investigadora de la UDLA destaca que la situación actual representa un retroceso significativo en términos de compromisos ambientales internacionales. “Tenemos un impacto que no podemos evadir, el acuerdo de París nos obliga a no empeorar la calidad del aire. Necesitamos energías limpias que mitiguen el cambio climático”, señala Zalakeviciute. Esta perspectiva subraya la necesidad de considerar no solo soluciones a corto plazo para la crisis energética, sino también el impacto a largo plazo en los compromisos climáticos del país.
La crisis energética actual no solo ha evidenciado la vulnerabilidad del sistema eléctrico ecuatoriano, sino que también ha generado una crisis ambiental secundaria debido al uso masivo de generadores a diésel. La solución a corto plazo está creando problemas a largo plazo que requerirán una atención urgente y políticas públicas efectivas para garantizar un suministro eléctrico confiable y ambientalmente sostenible.
En este contexto, se vuelve imperativo que las autoridades desarrollen planes de contingencia que incluyan alternativas energéticas más limpias y eficientes. La experiencia actual debe servir como catalizador para acelerar la transición hacia fuentes de energía renovable y sistemas de respaldo más sostenibles, que permitan mantener la actividad económica sin comprometer la salud pública ni los objetivos ambientales del país.
(*) Economista, analista económica Revista Gestión.
Last modified on 2024-11-28