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Autor: Fernanda Carrera Toscano *

Los registros de anidación de tortugas marinas que tiene el Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica llevan tres años sin actualizarse y no son compatibles con la realidad ni previenen los efectos del cambio climático. Por eso, grupos de comuneros y voluntarios cuidan a las especies en diferentes playas del Ecuador. 

Es mayo y es feriado. Mónica Valencia ofrece el servicio de alquiler de carpas en la playa de Crucita,  situada a veintisiete kilómetros de Portoviejo, la capital de la provincia de Manabí. Pero este no es un fin de semana cualquiera. Mientras Mónica atiende a los visitantes que desean rentar sus parasoles y ayuda a su hija en la confección de un ‘sombrero loco’ para su escuela, también se da tiempo para cuidar los nidos de las tortugas marinas que se acercan hasta la costa a dejar sus huevos. 

Mónica es una de las voluntarias de la fundación Contamos Contigo Ecuador. Su padre, Burbano Valencia, le enseñó desde pequeña a reconocer las huellas de estas criaturas marinas. “Sabemos que hay un nido porque las tortugas dejan un rastro”, explica Mónica. 

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Monica Valencia cuida las carpas y el nido de tortuga marina al mismo tiempo. Foto: Andrés Loor.
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Monica Valencia cuida las carpas, es madre de familia y voluntaria de la fundación. Contamos contigo Ecuador. Foto: Andrés Loor.

Según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), la mayoría de las especies de tortugas marinas a escala global se encuentran en alguna de las tres categorías de amenaza: En peligro crítico, En peligro o Vulnerable.

El Plan de Acción para la Conservación de Tortugas Marinas 2020-2030 es el documento que establece las obligaciones del Estado ecuatoriano para la preservación de las especies de tortugas golfina, verde, laúd, carey y caguama. Este instrumento oficial detalla que la importancia de estas especies radica en sus labores de traslado de nutrientes, remueven la arena de las playas de anidación y forrajean los pastos marinos, promoviendo su revitalización. Por eso, entre las obligaciones del Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica (Maate) está “emitir medidas para la protección de las playas de anidación durante la temporada de puesta en la costa continental”.

Hasta las costas del país suelen llegar las tortugas verde, golfina, carey y laúd. En 2024, llegaron a Crucita ejemplares de tortugas golfinas, que miden sesenta y cinco centímetros, y laúd, consideradas las más grandes del mundo, porque pueden alcanzar hasta tres metros. Enterradas unas sobre las otras, cuando llega el momento, las crías rompen los cascarones y luchan por despejar la arena hasta llegar a la superficie y ver el sol. Pero no todas lo consiguen. De un nido de tortugas golfinas conformado por ciento catorce huevos, que eclosionaron el 1 de mayo de 2024, solo lograron sobrevivir sesenta y un crías. 

Kerly Briones, voluntaria líder de la organización civil Contamos Contigo Ecuador, se coloca un par de guantes para trasladar a las tortugas bebé desde el hoyo donde su madre depositó los huevos hasta la caja hermética en la que las llevará hacia el mar cuando el sol caiga. “No tenemos muchos voluntarios, tal vez por eso hace ocho años había un rango de treinta nidos en Crucita, y el año pasado solo hubo cuatro”, cuenta.

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El trabajo de Kerly Briones de la fundación Contamos Contigo Ecuador llama la atención de los turistas. Foto: Andrés Loor.

Briones divide su sábado de feriado entre construir un centro de reubicación para nidos de tortugas marinas en la playa manabita de San Jacinto, a 14 kilómetros de Crucita, donde se han registrado quince nidos más durante los últimos tres años, y vigilar el nacimiento de las nuevas tortugas golfina. Para ambas labores se ayuda de otros voluntarios como ella, de biólogos, operadores turísticos y estudiantes universitarios. 

Juan Fernando Pesántez, biólogo de la misma organización, explica que ellos trabajan cuidando a las especies marinas en doce playas de Manabí y que por temporada registran entre cincuenta y ochenta nidos. “Nuestro éxito de eclosión es el más alto del país —cuenta, orgulloso—, la autoridad ambiental [el Maate] saca menos del sesenta o cuarenta por ciento. Nosotros trabajamos mucho con la comunidad”. 

Briones considera que Las que lo logran saltan sobre sus panzas, se voltean y llegan hasta la orilla resguardadas por las dos voluntarias. Poco después, ante la mirada de curiosos, las tortugas se retuercen, unas sobre otras, en la caja dispuesta para su traslado. 

EL MAATE NO IMPLEMENTA MEDIDAS PARA CONTRARRESTAR LOS EFECTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO

El Código Orgánico del Ambiente —máximo instrumento legal en la materia en Ecuador— establece que es responsabilidad del Maate “definir la estrategia y el plan nacional para enfrentar los efectos del cambio climático en base a la capacidad local y nacional”.

Kerly Briones y Mónica Valencia regresan a la playa, durante la noche, para vigilar el segundo nido en el que dejó sus huevos una tortuga que llegó en esta temporada. Una de las principales preocupaciones de Briones es, precisamente, el calentamiento global, que trae consigo el aumento de la temperatura en las playas que monitorea. 

La temperatura de la arena determina si la tortuga es macho o hembra —explica Pesántez—, por lo tanto, esta condicion climática afecta el sexo de las especies. “Si la temperatura de la arena es muy fría nacen machos, si es muy caliente nacen hembras —detalla—; rangos muy altos o muy bajos también pueden frustrar la formación de embriones”.  

Para medir la población de tortugas marinas y el éxito de su producción, se debe esperar entre diez y quince años, añade Pesantez, ya que en este lapso las tortugas llegan a su madurez sexual y regresan hasta las playas donde nacieron para desovar. “Si salvamos un nido en el que hay ochenta huevos y salen setenta tortugas, tendríamos que ver si en quince años estas llegan para acá, ahí habría un éxito”, ejemplifica.

El Plan de Acción para la Conservación de Tortugas Marinas 2020-2030 sirve a la Fundación Jocotoco como guía para su trabajo. Los comuneros, movidos por su sentido de pertenencia a la cultura manteño-huancavilca, cuidan los nidos y culpan al cambio climático como una de las principales amenazas que afecta el ciclo de reproducción de esta especie subacuática. 

“En 2022 la temperatura era muy baja, el índice de eclosión fue bajísimo, teníamos nidos de los que nació el diez por ciento de los huevos, máximo un cuarenta por ciento”, recuerda Byron. Por fortuna, esto cambió en 2023. La lluvia fue leve y el porcentaje de huevos que llegó a buen puerto fue del 80%. Pero no hay garantías de que las condiciones sean favorables en el futuro.

Pese a que uno de los objetivos que establece el Plan de Acción es “generar información prioritaria para la toma de decisiones para la conservación de tortugas marinas”, en Ecuador no se desarrollan estudios sobre temperatura del agua y su relación con el sexo de las tortugas marinas. Por eso, Contamos Contigo Ecuador apoya el desarrollo de una tesis de investigación sobre la temperatura del mar.

La ausencia del Estado merma los logros de la sociedad civil

Ante la falta de acciones por parte de las entidades del Estado, las acciones de la sociedad civil organizada son determinantes. La oenegé WildAid asegura que ha contribuido a la protección directa de al menos 6 450 nidos de tortugas marinas desde 2017 hasta 2024. “El 45% de nidos protegidos se encuentra en playas fuera de la influencia directa de las Áreas Marinas y Costeras Protegidas (AMCP), lo que demuestra la gran importancia de grupos de voluntarios aliados para la conservación de las tortugas marinas”, dice un documento de la organización.

Las playas de la provincia de Manabí representan 47% de los nidos, las playas de la provincia de Esmeraldas albergan el 42,7%, de acuerdo con los estudios de WildAid. En las dos provincias se concentra “prácticamente el 90% de los nidos de tortugas marinas”.

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Tortuga marina naciendo en Crucita. Foto: Andrés Loor.

En el último reporte regional de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), un grupo de 9.000 investigadores, dedicados a monitorear tortugas marinas, reportó la existencia de nidos de tortugas marinas en siete playas que no forman parte del Sistema Nacional de Áreas protegidas de Ecuador (SNAP). Estas playas son Las Tunas, Playa Dorada, Galerita, Las Palmas, Portete, Playa Rosada y Santa Marianita. 

Pero, la falta de acciones por parte de las autoridades merma el trabajo voluntario. En la playa de Las Tunas, en Manabí —una zona de anidación de tortugas marinas que no pertenece al SNAP—, cinco perros corretean sobre la arena. Cristina Vinueza, bióloga de la oenegé Equilibrio Azul, que ha investigado a las poblaciones de tortugas marinas desde 2007, considera que esta es una de las mayores amenazas. Lo ha visto también en las playas de Puerto López, un territorio que tampoco forma parte del sistema de protección estatal de áreas protegidas.

El Código Orgánico del Ambiente establece que el Maate tiene la responsabilidad de controlar que no se alteren los ecosistemas por agentes externos como, por ejemplo, los perros.

Otra de las amenazas reconocidas en el Plan de Acción son las luces colocadas en las viviendas construidas al pie del mar. Las tortugas recién nacidas utilizan el brillo de las olas como referencia para encontrar su nueva casa, pero estas luces artificiales las desorientan. “A pesar de todas las campañas que se han hecho, hay gente que aún coloca estas luces”, dice Byron Delgado, voluntario de la Fundación Jocotoco. 

Aunque el Ministerio del Ambiente no las considera áreas protegidas, para Byron, las playas de Ayampe, Puerto Rico y Las Tunas —al sur de Manabí— son una reserva comunal. Hace muchos años, los habitantes de esta zona acostumbraban a comer carne de tortuga y bebían su sangre con Coca Cola, recuerda. 

Delgado ha recorrido los caminos de arena de su comuna ancestral desde su adolescencia. Hoy lo hace junto a la Fundación Jocotoco, para registrar nidos de tortugas golfinas, verde y laúd. Con orgullo, asegura que 30 000 neonatos han logrado llegar al mar con su ayuda, desde 2020 hasta 2023. Delgado sugiere el uso de luces rojas para disminuir la afectación. Además, expresa con preocupación que en 2023 registró 325 nidos, mientras que en 2024 no ha contado ni doscientos en la zona que monitorea.

Ecuador es parte de la Convención Interamericana para la Protección y Conservación de las Tortugas Marinas —un tratado intergubernamental que provee el marco legal necesario para que los países del continente americano tomen acciones en favor de estas especies. Como firmante, Ecuador se comprometió a restringir las actividades humanas que puedan afectar a las tortugas marinas en periodos de reproducción, incubación y migración. Sin embargo, los voluntarios consideran que el Estado no cumple con estas responsabilidades.

El último informe enviado por el gobierno ecuatoriano, y que aparece en la página web de la Convención Interamericana, data de 2021.

De acuerdo con el citado reporte de UICN, en la playa manabita de Las Tunas se registraron 21 nidos entre 2008 y 2016 y ocho nidos entre 2018 y 2020, lo que mostraría un aparente incremento, al igual que en Quingue, playa de Esmeraldas que forma parte del SNAP, donde hubo trece nidos entre 2015 y 2017 y ocho entre 2020 y 2021, lo que también daría cuenta de un aumento. 

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Las tortugas marinas son trasladadas en cajas. Foto: Andrés Loor.

Sin embargo, el mismo documento muestra que se redujeron los nidos en otras playas o que no hay información suficiente para determinar tendencias. En Playa Dorada, que no forma parte del SNAP, ubicada en Manabí, se contabilizaron doce nidos entre 2014 y 2016, y apenas seis entre 2018 y 2020. En playas como Bahía Drake, integrante del SNAP, también en Manabí, hubo cuarenta y ocho nidos en 2011, pero a pesar de que debería ser monitoreada por el Maate, no existen más datos; lo mismo ocurre en Mar Bravo, una playa de Santa Elena que también forma parte del SNAP, donde se contabilizaron veintiséis nidos entre 2013 y 2017.

Cristina Vinueza explica que estos reportes de la UICN permiten tener una idea más actual de los estados de población. “Se trata de un registro promedio de los tres años más recientes de los que han sido reportados datos; cuando no existen datos más actuales se pone el dato más viejo, porque nadie más ha reportado datos más actuales o porque no se ha hecho el monitoreo”.

La investigación que ha realizado Equilibrio Azul en otras playas es muy reciente, por lo que resulta difícil determinar con precisión un aumento o disminución de nidos. Por ejemplo, “ahora se está registrando más anidación —aclara Vinueza—, pero esto se debe a que hay más esfuerzo de monitoreo, más gente caminando playas y registrando nidos. Las golfinas, verdes y laúd son un misterio porque se mueven más”.

La voluntaria Cristina Vinueza también forma parte de un grupo de jubilados ecuatorianos y estadounidenses que se autoproclama ‘El 911 de las tortugas’, aunque su nombre real es Ecodata. Con apoyo de la empresa privada, a través de donaciones, consiguen la alimentación de los animales y las medicinas necesarias para su recuperación.

ESMERALDAS: EN SAME, LOS VOLUNTARIOS

Nieto de pescadores, Alan Miranda empezó a contar nidos de tortuga durante la pandemia. La fundación Reto Same, a la que pertenece, está formada en su totalidad por miembros de su familia. Antes de que la crisis de inseguridad amenazara a su provincia, ellos contaban con el apoyo de voluntarios extranjeros. Hoy, Alan dice que su tarea se debe al amor que siente por la naturaleza y por aquellos relatos que escuchó de sus mayores.

“Empezamos en 2020, porque no había turistas —cuenta Alan—, desde entonces, comenzamos a contactar a otras oenegés y el Ministerio del Ambiente, al que solicitamos las ordenanzas de tipo ambiental, pero nunca hemos tenido una respuesta asertiva por parte de ellos”.

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Voluntariado de recolección de basura en Olon. Foto: Andrés Loor.

Con la asesoría de la organización internacional WildAid y el apoyo de voluntarios de Manabí y Salinas, empezaron a marcar los nidos. Entre junio de 2020 y mayo de 2021 contaron 319 en las playas esmeraldeñas que recorrieron. “Nos sorprendió bastante porque estuvimos a la par con Pacoche [se refiere al Refugio de Vida Silvestre Marino Costera Pacoche, parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas], a pesar de que la playa de Same no ha recibido esa declaración estatal”.

Entre 2020 y 2024, las especies que Alan ha encontrado en su tarea voluntaria son golfinas, verdes y carey. Desde el 1 de junio de 2023 hasta el 30 de mayo de 2024 se registraron 358 nidos de tortugas marinas, el 99% de golfinas. Entre mayo y julio de 2024 han contado veinte nidos activos. 

“Nuestra información no está catalogada —reconoce Alan—, somos una oenegé que recién está en proceso. Queremos que vengan más voluntarios a realizar tesis, para reportar las anidaciones. No hemos tenido apoyo del Municipio de Esmeraldas”.

SANTA ELENA Y EL ORO: LA VIOLENCIA Y LA BASURA TAMBIÉN MATAN TORTUGAS 

Tres voluntarios recorren una playa de Santa Elena con grandes bolsas en las que guardan la basura acumulada. Son Chris Brokate y Tania Suárez, de la organización Yo amo mi playa limpia, y el líder comunitario Jonathan Borbor. En su recorrido encuentran platos, cuerdas y botellas rotas. Los rastros de una fiesta de cumpleaños que se ha celebrado en una cabaña: más de veinte vasos, treinta tarrinas y serpentinas doradas tirados sobre la arena.

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Chris Brokate recoge basura enn Santa Elena junto a un grupo de voluntarios. Foto: Andrés Loor.
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Basura encontrada en Olón. Foto: Andrés Loor.
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Restos de una fiesta realizada en la playa, en Santa Elena. Foto: Andrés Loor.

Borbor recuerda que gracias a una investigación de la Universidad Estatal Península de Santa Elena (Upse) y al estrecho vínculo que existe entre la naturaleza y la comunidad, se conoce que las tortugas llegan a desovar a las playas de Olón, por eso advierte que el desarrollo turístico se tiene que generar de una forma equilibrada. “Tenemos que informarnos para no entorpecer el desove, considero que las áreas deben estar zonificadas”.  

Los trabajos de conservación en la provincia de Santa Elena —donde hay registros de tortugas carey, especies consideradas en peligro crítico de extinción, cuya medida alcanza los noventa centímetros— son independientes, como el que realizó el biólogo y comunero Luis Reyes. Durante 2021, este activista voluntario recorrió 20 kilómetros de playa para contar especies con el apoyo de la Escuela Politécnica del Litoral (Espol). “Encontré ciento cinco tortugas muertas en un año, haciendo mi monitoreo en bicicleta”, recuerda.

Los datos recabados en la investigación científica de Reyes, de la que se espera su pronta publicación, revelaron la existencia de setenta y un nidos, la mayoría concentrados en Olón. 

Montañita, Manglaralto y Valdivia también recibieron a las tortugas marinas que llegaron a enterrar sus huevos en las costas. “La mayoría eran tortugas verdes, pero encontré de todas las especies”, recuerda Luis.

Amenazadas por la colocación de luces y de césped, y por la presencia de perros —que cavan y llenan de bacterias los nidos—, Luis observó que solo la mitad de los nidos logró eclosionar. Y aunque ama las especies marinas y ha trabajado como voluntario de rescate desde su adolescencia, en 2022 decidió no recorrer más las playas buscando nidos. La ola de violencia que enfrenta Ecuador le impidió continuar “por temor”.

A Fausto López, coautor del estudio Tortugas marinas en el archipiélago de Jambelí, distribución y amenazas, realizado en 2018 por la fundación Ecológica Arcoíris y la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), le sucedió lo mismo. 

Aunque sus investigaciones previas recogen avistamientos de tortugas carey y verdes en los esteros de la zona, y una posible anidación en las playas de las islas Santa Clara y Jambelí, las limitaciones de movilidad durante la pandemia, los ataques de barcos piratas y la creciente violencia que sufren las playas de El Oro desde hace cinco años le han mantenido distante de la investigación de campo. Su investigación se basó en encuestas aplicadas a pescadores y amas de casa de la zona. 

El 80% de los municipios costeros que bordean el archipiélago de Jambelí, en esa provincia, no ha resuelto la falta de recolección de basura —que en 2008 ya afectaba a diecisiete playas de anidación, según el Plan de Acción para la Conservación de Tortugas Marinas. De ahí que los desperdicios terminan abandonados en entornos naturales. 

En 2023, lo confirmó otra investigación auspiciada por las universidades de Cádiz y la UTPL, titulada Basura marina impactando playas y manglares, una caracterización y evaluación en el Archipiélago de Jambelí, Ecuador. Los turistas y las actividades vinculadas a la pesca generan estos desechos —concluyen los autores—, y recomiendan un control permanente.

La tesis doctoral Anidación y mortalidad  de las tortugas marinas en playas del Ecuador detalla que en 2019 la autoridad ambiental reportó 333 tortugas marinas varadas en la costa continental del Ecuador, 234 muertas y 99 con vida. En el estudio se destaca la interacción con pesquerías como el mayor riesgo sufrido por las especies. La ingesta de plástico también obstruye el canal digestivo de las especies y altera su reproducción. 

Una investigación de los especialistas Alemán, R., y M. Bravo, realizada mediante el diagnóstico de los diferentes casos recibidos en el centro de rehabilitación de fauna marina del Parque Nacional Machalilla, durante seis años de funcionamiento, fue expuesta en el Simposio de Tortugas Marinas de Ecuador, en 2018, y reveló que el 9,5% de los varamientos en estas playas fue causado por ingesta directa de basura o enmallamiento con basura.   

GUAYAS: LA COORDINACIÓN INTERINSTITUCIONAL SE QUEDA EN EL PAPEL 

Familiares y vecinos de la comunidad de General Villamil Playas, que residen en el extranjero, entregaron recursos para construir un centro de atención para las tortugas heridas que ha logrado  el rescate de 300 tortugas desde 2020. “Cuarenta han logrado sobrevivir”, sostiene  Gabriela Espinoza, voluntaria de Ecodata. En 2024 han ayudado a tres tortugas heridas.

“El invierno, tan fuerte y caliente, las aleja. Ellas no se rehabilitan rápido. Una tortuga se quedó cinco meses y un día se comió cincuenta calamares; no es tan barato su mantenimiento”, recuerda la voluntaria, mientras comparte los videos en los que aparecen las tortugas liberadas después de su recuperación, transportadas en plataformas de madera y acompañadas por los niños de Ecodata. 

Carlos Méndez —administrador de Áreas Protegidas en la Dirección de Áreas Protegidas y otras formas de conservación del Área Nacional de Recreación Playas Villamil del Maate— señala que entre 2015 y 2016 hubo seis nidos, pero en siete años, entre 2017 y 2024, apenas se registraron uno o dos

Para la elaboración de este reportaje, el equipo periodístico de la Fundación Periodistas Sin Cadenas solicitó informes de anidación, eclosión y medidas de protección adoptadas por el Maate, pero la única respuesta que se obtuvo fue una entrevista con Méndez. “No tenemos hipótesis (...), lo que se nos puede ocurrir es que de la camada que nació hace cincuenta años esas seis lograron sobrevivir”, sostiene el funcionario.  

Méndez explica que las áreas no protegidas por el Maate deben ser amparadas por el plan de manejo de cada municipio, según lo establece el libro cinco del Código del Ambiente, cuyo artículo 262 dispone que la regulación de las actividades públicas y privadas de las zonas marino costeras corresponde al Maate, en coordinación con los municipios. “General Villamil Playas es un balneario de Guayaquil, al haber bastante intervención humana el arribo de tortugas es menor”, explica. 

Al digitar la palabra tortugas en la base de datos del Maate, aparecen cinco investigaciones, tres de la autoridad ambiental y dos realizadas por fundaciones privadas. Hay un documento titulado Monitoreo en playas de anidación de tortugas marinas en Ecuador continental, realizado entre 2020 y 2022. 

Para acceder al cuadro se debe guardar el archivo en Excel, donde aparecen cifras menores a las registradas por las y los biólogos que investigan a las especies voluntariamente. Por ejemplo, en Manglaralto, Olón, Playa Rosada, Montañita y Mar Bravo se registra un nido en cada playa. Mientras tanto, la investigación del biólogo Reyes determinó que en las mencionadas playas las tortugas marinas depositaron  setenta y un nidos, la mayoría concentrados en Olón.

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Ayudando a nacer a las tortugas marinas en Crucita. Foto: Andrés Loor.

Same y Crucita no aparecen en la investigación publicada por el Maate, pero en otras treinta y ocho playas de Santa Elena, Manabí y Esmeraldas se dice que se han encontrado cuarenta nidos: catorce en Esmeraldas; siete en Manabí, y diecinueve en Santa Elena, cifras menores a las registradas por la UICN y por los biólogos independientes.

Además, la base de datos no proporciona información sobre 2023 y 2024. El Maate tampoco ha publicado en su repositorio investigaciones sobre genética de poblaciones, seguimiento satelital, marca-recaptura y otros aspectos prioritarios de la condición de las poblaciones, otro de los objetivos de la estrategia de conservación nacional. 

La oenegé Contamos Contigo Ecuador cuenta con el permiso de investigación otorgado por el Maate. Su líder, Kerly Briones, explica que los informes de investigación se suben a una plataforma del Ministerio, pero en la entidad estatal esa información no aparece. 

Alan Miranda, voluntario de Reto Same, tramita su permiso de investigación con el Maate desde hace tres meses, lo que le permitiría reubicar nidos amenazados por los aguajes, situación que afecta a las tortugas marinas de Same. En este año, Miranda decidió asociarse al Leatherback Project Fundación, que cuenta con biólogos preparados académicamente para investigar el ciclo de vida de las tortugas laúd.

Que de diez mil tortugas solo una llegue a ser adulta es un ejemplo que pone la activista y veterinaria Cristina Cely para ilustrar la vulnerabilidad de esta especie. “En papel todo está muy bien, tienes planes de acción, planes nacionales, regionales e internacionales, pero la realidad es otra, los GAD son de las entidades más irresponsables e irrespetuosas con la naturaleza. En Puerto López se ha visto maquinaria retirando arena, eso está sancionado, pero nadie ha hecho nada, menos la autoridad ambiental. Allí las tortugas están en completo abandono por parte del GAD y del ente rector nacional. Es triste la realidad”.

La Convención Internacional de Tortugas Marinas establece el uso de medidas de seguridad en la pesca, como la implementación de dispositivos excluidores de tortugas o la recolección de redes por medios manuales, reemplazando los mecánicos, para las embarcaciones camaroneras.

Los esfuerzos realizados por la fundación Equilibrio Azul, desde 2015, han permitido la introducción de anzuelos que no destrozan el cuerpo de las tortugas. Este trabajo, realizado en Puerto López, busca prevenir la caza de tortugas laúd. “Ecuador tiene que buscar la manera de que se implementen”, considera Vinueza. 

A pesar de que el Plan de Acción para la Conservación de Tortugas Marinas dispone que la Subsecretaría de Recursos Pesqueros emita acuerdos para reducir el impacto de las pesquerías y liberación de tortugas, la investigación de la UTPL y de la Fundación Arcoíris también reveló que el 73% de los pescadores y sus familias consideran que sí hay tipos de pesca que capturan a las tortugas marinas accidentalmente.

En su trabajo de investigación, Jody Darquea, investigadora y docente de la Universidad Estatal Península de Santa Elena, implementó un proyecto de colocación de luces led en las redes de los pescadores, con el objetivo de disminuir la pesca incidental, que se redujo en un 93% con las redes iluminadas, en comparación con aquella que no utilizaba esta herramienta.

 

Este reportaje se realizó gracias al programa de becas de producción de la Red de Periodismo de Investigación, un proyecto de la Fundación Periodistas Sin Cadenas. Puede leerse también en La Barra Espaciadora y Plan V.
Last modified on 2024-07-30

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