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Si bien la dolarización trajo consigo estabilidad para los consumidores y productores, también dejó arduos retos; entre estos un país sin política monetaria, con problemas de liquidez, sobreendeudamiento y déficit en la balanza comercial. A pesar de que en 2019 la balanza comercial fue positiva ($ 132,37 millones), la sumatoria global de las dos últimas décadas es negativa. Así, el país se enfrenta a continuar en la búsqueda de mecanismos y alternativas que sean atractivas para la inversión, frenen la fuga de capitales e inyecten mayor liquidez a la economía nacional.

Desde hace ya 20 años los ecuatorianos utilizan el dólar americano como principal y única moneda, luego de que el Sucre rigió por 116 años. El contexto y la situación económica del inicio de siglo provocó que el 9 de enero del año 2000 se dolarice al Ecuador, siendo el primer país en Sudamérica en adoptar dicha moneda. El entonces presidente, Jamil Mahuad, anunció en cadena nacional la convertibilidad de 25.000 Sucres a $ 1 y un plazo máximo de ocho meses para deshacerse de la soberanía monetaria, dando paso a la circulación de dólares.  Desde el 1 de abril del 2000, los billetes americanos comenzaron a circular, extinguiendo al Sucre de manera oficial en septiembre del mismo año.

La crisis pre-dolarización tuvo varias causas, entre ellas, factores propios y ajenos a la economía nacional. Entre los factores exógenos se destaca la reducción de precios del petróleo, que paso de $ 25 por barril en 1997 a $ 11 en enero de 1999; mostrando una reducción de más de 50%, reduciendo así una de las principales fuentes de financiamiento del gobierno. El fenómeno de El Niño de 1997-1998 dejó daños materiales por alrededor de $ 2.800 millones – 10% del PIB de la época-, afectando las condiciones de vida de 60% de los ecuatorianos, además de las afectaciones a cultivos de exportación como el cacao y el banano, y dejando fuertes repercusiones en la balanza comercial.

Entre las acciones tomadas por el Estado ecuatoriano que agravó la situación está la aprobación de la “Ley General de Instituciones del Sistema Financiero”, que redujo los controles y seguimiento sobre la banca privada, además de debilitar la cartera y las reservas internacionales. Dentro de esta ley, también se liberalizaron las tasas de interés y se facilitaron las normas a cumplir para establecer una nueva institución financiera.  El sobreendeudamiento de finales del siglo XX superó el 100% del Producto Interno Bruto (PIB), generando dificultades de pago y de conseguir nuevos créditos a bajas tasas de interés, todo por el riesgo a caer en default.

La dolarización sirvió como un salvavidas en su momento para revertir la dura situación económica. Aunque hoy en día tiene muchos adeptos y contrarios, el debate debe dirigirse hacia su futuro. En su momento, el expresidente Rafael Correa se refirió a la moneda como un “chaleco de fuerza”, porque limita la política monetaria del país; sin embargo, durante su década de mandato nunca realizó esfuerzos para establecer una moneda propia.

LO POSITIVO: EL DOLÁR ASEGURA EL CONSUMO

La dolarización merece el crédito de frenar la inflación nacional que estaba en picada a finales del siglo XIX. La brecha más grande de ingresos familiares versus la canasta básica fue en 1999 y 2000 de 40,67% y 42,43%, respectivamente. Esto significa que el salario básico, en términos reales, no era lo suficientemente alto como para poder acceder a todos los bienes y servicios de la Canasta Básica Familiar (CBF)

A partir de entonces, esta brecha empieza a disminuir, alcanzando desde 2015 una relación negativa menor a un punto porcentual y para el 2019 existe un saldo a favor de $ 19,63. Estos datos muestran que la dolarización ha aportado a que las familias ecuatorianas puedan satisfacer sus necesidades básicas y tengan mayor poder adquisitivo, no solo en el mercado nacional sino también en el internacional (Gráfico 1).

Gráfico 1
Brecha de ingresos y Canasta Familiar Básica ( 1996-2019)

La llegada del dólar ha reducido la incertidumbre en cuanto a precios, porque año tras año la inflación no supera ni el 5%. La seguridad de precios genera que productores y consumidores, tengan mayor seguridad al futuro; los importes se mantendrán estables y no se generan falsas expectativas como sucedía antes del año 2000.

LO NEGATIVO: LA BALANZA COMERCIAL SUFRE

Ahora bien, la llegada de dólares aseguró el consumo. Pero esto tiene un lado perjudicial, y es que al ser una moneda fuerte, la gente puede importar bienes desde otras economías casi al mismo precio que su origen. Aquello debilita la producción nacional y hace que los consumidores prefieran bienes importados a nacionales, generando fuertes desbalances en cuanto a la balanza comercial.

El Ecuador se especializa en la producción de bienes primarios con escaso valor agregado, como lo son los agrícolas y petroleros/mineros. Mientras que las importaciones se caracterizan por ser productos que incorporan tecnología y Know How. Lo mencionado anteriormente ocasiona que los términos de intercambio se debiliten, y que las manufacturas ecuatorianas no se afiancen, porque los insumos son acarreados desde economías externas.

La dolarización es un reto constante que enfrenta la economía ecuatoriana. Ecuador tiene una tendencia negativa en la balanza comercial, es así como en estas dos décadas se ha sacado aproximadamente 144 millones de dólares dejando más vulnerable la liquidez del país. La línea de la balanza comercial, como indica el Gráfico 2, es volátil, aunque el panorama general no muestra valores favorables. Las importaciones, en su mayoría, superan a las exportaciones y así los intercambios comerciales van dejando a su paso un país con menos dinero en su economía. 

El Banco Central y el Gobierno Nacional han buscado los mecanismos adecuados para que la dolarización no se vea vulnerada. Para ello, se implementaron medidas como el Impuesto a la Salida de Divisas (ISD) y mayores restricciones arancelarias para las importaciones. No obstante, esto es un arma de doble filo debido a que un exceso de restricciones a la libre movilidad de capitales deja un entorno poco favorable para la inversión. Por lo cual, el origen de los dólares al país es principalmente por remesas y exportaciones.

 

Gráfico 2
Balanza comercial (1999- octubre 2019)

La política monetaria del país es prácticamente nula. Al no tener moneda propia no se puede contrarrestar los problemas de liquidez o desequilibrios fiscales mediante una expansión monetaria ya que no se puede imprimir billetes. Por supuesto, esto dificulta tomar medidas, como la devaluación de la moneda para ser más competitivos a nivel internacional, y así equilibrar la balanza comercial, o como apalancamiento fiscal. El sobreendeudamiento se debe, en parte, a la falta de política monetaria.

Entonces, ¿podría pensarse en una mejor economía con un Ecuador desdolarizado? Es polémico. La mayor parte de la población ecuatoriana se encuentra satisfecha al manejar una moneda fuerte a nivel internacional. Si bien tener moneda propia tiene sus ventajas, en la realidad se desataría un caos social, económico y político. El país se enfrenta a seguir en busca de mecanismos y alternativas que sean atractivas para la inversión, frenen la fuga de capitales e inyecten mayor liquidez a la economía nacional.

Por: Eduardo Cobos y Karen Lucero, redacción Revista GESTIÓN.

 

 

 

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Last modified on 2020-01-12

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