Una competencia es el producto de la experiencia y el aprendizaje, y representa una auténtica pericia en el desempeño de una actividad, la misma que al ser bien ejecutada se torna vital para la competitividad y rentabilidad de la empresa superando a sus competidores. Se alcanza este nivel de destreza cuando se maximizan las fortalezas, es decir aquellas características positivas que son difíciles de copiar, estas son durables y permiten alcanzar un nivel superior frente a los contrincantes.
Estas son las siete premisas para la administración empresarial:
- Estrategia: la administración de la estrategia ha evolucionado desde la planificación y la gestión hasta la ciencia de la estrategia. Constituyen un criterio de ejecución y monitoreo en tiempo real con escenarios prospectivos. La clave es integrar los criterios de evaluación y seguimiento organizacional, y su importancia está en decodificar el cómo las acciones lograrán las metas planteadas.
- Dinero: el uso y custodia del recurso económico debe ser prioridad empresarial. Está basado en un esquema de manejo dinámico en base a flujos de efectivo gestionados en tiempo real; metas presupuestarias ajustadas a la capacidad monetaria; índices establecidos en base a bandas, y análisis financiero bajo la normativa NIIF, considerando incluso la incidencia de criptomonedas.
- Tecnología: de implementación plataformas informáticas sólidas y seguras; manejo virtual e interactivo del negocio para alcanzar un sistema de información de gerencia MIS (Management Información System); entorno de espacios virtuales integrales y dinámicos que complementen la cadena de valor del negocio, que mejoren el tiempo de respuesta, la efectividad y soporten las decisiones y acciones.
- Clientes: la relación con los clientes clave, la gestión de marcas, los sistemas de inteligencia de mercado, el marketing digital, el geomarketing, así como los análisis de funnel para ventas son imperativos actuales. También deben considerarse las historias positivas de boca en boca como una forma efectiva de apuntalar esta competencia. Es clave una narrativa y comunicación organizacional. A esto se suma la creatividad en el diseño de los productos y servicios del portafolio real y potencial.
- Personas: las personas son el recurso imprescindible e irremplazable de las organizaciones, el manejo técnico de sus competencias es fundamental para desarrollar un empoderamiento genuino de su tarea y la apropiación responsable y productiva de los procesos a su cargo. La empresa debe contar con niveles remunerativos justos, equitativos y actualizados. Debe cumplir con la equidad de género y promover permanentemente un buen clima laboral. Su meta debe ser estar considerada como un gran lugar para trabajar.
- Riesgo: las organizaciones no pueden limitarse a definir sus metas, necesitan además esquemas de contingencia para minimizar los riesgos propios del negocio, así como los agregados por el sistema en que la industria desarrolla sus prestaciones. Es imprescindible un criterio prospectivo en este sentido, que defina metodologías de tratamiento de variables a través de modelación y simulación que entreguen resultados en escenarios factibles de acción para la empresa.
- Calidad: es lo que permite acceder a la satisfacción total del cliente y a la eficiencia organizacional. Las empresas deben adoptar esquemas como el Total Quality Management, para optimizar el aprovechamiento de los recursos organizacionales al reducir las pérdidas originadas en aspectos tan evidentes como el desperdicio, hasta otros menos evidentes como los precios sombra o los costos de oportunidad.
Para la implementación de estas competencias empresariales básicas es clave empatar el desarrollo de este grupo de habilidades organizacionales con el ciclo de vida del negocio, identificando las prioridades del desarrollo organizacional.
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Last modified on 2021-07-13