El sexto Objetivo de Desarrollo Sustentable (ODS) para 2030 plantea garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos. En el contexto actual, el acceso a agua de calidad y disponibilidad de espacios de higiene es indispensable como medida de contención del contagio del COVID-19. A pesar de que durante los últimos años la disponibilidad se ha ampliado, aún hay diferencias en el acceso entre áreas rurales y urbanas, brechas de acceso por quintil de ingreso y también por etnia. Hasta 2019, 67,8% de los ecuatorianos tenía acceso a agua segura, mientras que 73,4% tuvo acceso a agua de calidad (ausencia de E. coli).
El artículo 57 de la Ley Orgánica de Recursos Hídricos, Usos y Aprovechamiento del Agua, establece “el derecho de todas las personas a disponer de agua limpia, suficiente, salubre”. En la Constitución (artículo 314) como en la Ley Orgánica de Salud (artículo 96) se señala “la obligatoriedad del Estado para la provisión de agua potable de calidad para el consumo humano”. Pero, ¿Ecuador ha logrado proveer de agua potable a todos? El avance ha sido importante, pero hay disparidades cuando revisamos las condiciones demográficas.
AMPLIA BRECHA DE ACCESO A AGUA POTABLE ENTRE LA ZONA RURAL Y URBANA
Si bien para 2019 el acceso a agua de calidad a nivel nacional alcanzó al 70% de la población, en las zonas rurales aún hay una amplia brecha. Entre 2009 y 2019, los datos muestran que la cobertura de la red pública de agua se amplió tanto en lo rural y urbano (Gráfico 1), pero las diferencias se hacen notar. En las urbes el acceso a la red pública de suministro es casi para el total de la población. Mientras que en las áreas rurales en el mejor año (2016) cubrió las necesidades de 57% de la población. Para 2019, según el INEC, en el área rural el agua potable estaba disponible para el 48,5% de toda la población. En el área urbana durante el mismo año se cubría 94,3% del total de habitantes.
Gráfico 1
Cobertura de la red pública de agua en Ecuador entre 2009 y 2019
Solo para señalar un caso, al inicio de la cuarentena en la ciudad de Quito el consumo de agua se incrementó en 22%. En ciertos lugares el consumo aumentó en mayor medida, hasta el doble de lo normal. Mientras que en barrios periféricos del sureste de la ciudad el suministro de agua no es constante, lo que representa un problema para el aseo de las personas y mantener el aislamiento. En la Argelia, parroquia de la capital con baja disponibilidad de agua, el 13 de mayo hubo un número de 36 casos positivos de COVID-19, que podría estar directamente relacionado con los problemas de disponibilidad de agua que se traducen en un menor saneamiento.
Los servicios como agua (de calidad, cantidad suficiente), saneamiento (alcantarillado) e higiene (estación para lavarse las manos con jabón) en general muestran porcentajes de alcance menores en las áreas rurales.
Gráfico 2
Indicadores de alcance de agua, saneamiento e higiene en Ecuador en 2019
El saneamiento básico (sin manejo de excretas) es el indicador que alcanza a 92% de la población urbana y a 86% de la rural. El problema que es notable es el bajo alcance del agua segura (libre de contaminación) y de calidad (libre de E. coli). Dichos indicadores en las localidades rurales alcanzan un 48 y 58%, respectivamente. En las ciudades se ubican entre el 76 y 80%, respectivamente.
Cuando un hogar no tiene una red de agua potable se lo considera como pobre multidimensionalmente, debido a que la pobreza multidimensional incluye privaciones de aspectos como la disponibilidad de agua. En 2019, alrededor del 70% de ecuatorianos disponía de agua potable.
A pesar de que en las ciudades no se ha logrado llegar a todos los pobladores con agua de calidad, el problema se acentúa en zonas rurales marginadas. En el contexto de la pandemia la disponibilidad de agua es fundamental para cuidar la salud de las personas.
Una de las indicaciones más comunes es lavarse las manos de manera frecuente para eliminar los posibles virus adquiridos al contacto con nuestro entorno, posteriormente se revisará la disponibilidad de lugares para lavarse las manos con jabón en los hogares del país.
LAVARSE LAS MANOS, UN PRIVILEGIO PARA ALGUNOS
Ampliando la revisión de las diferencias entre grupos demográficos dentro del país, cuando se analiza la disponibilidad de un espacio determinado para lavarse las manos, los resultados se muestran disparejos.
La Tabla 1 ilustra las proporciones de personas según la etnia del jefe de hogar y quintiles de ingreso. En cuanto a la etnia, tres de cada cuatro miembros del grupo indígena dispone de un lugar para el aseo de las manos. Contrario a la intuición de que toda la sociedad tiene acceso a lavarse las manos, quienes más cuentan con un espacio para ello son los mestizos.
Tabla 1
Porcentaje de la población con instalación para lavarse las manos con agua y jabón a marzo 2019
Y cuando revisamos según el quintil de ingresos de la población, se determina una relación directa entre el ingreso y la mayor proporción de personas que tienen la disponibilidad de un lugar para limpiar sus manos con jabón. El 20% más rico de la población cuenta casi totalmente con dicho servicio de limpieza.
QUIENES DISPONEN DE ACCESO A AGUA DE CALIDAD
Tabla 2
Porcentaje de la población que usa suministro de agua segura para beber a marzo de 2019
De manera similar a la información de la Tabla 1, el grupo étnico indígena es el que menos dispone de agua de calidad para beber. Y también según el rango de ingresos, el suministro en porcentaje de la población de agua no contaminada aumenta (Tabla 2).
Según la OMS, ingerir agua contaminada y el saneamiento deficiente están relacionados con la transmisión de enfermedades como el cólera, otras diarreas, la disentería, la hepatitis A, la fiebre tifoidea y la poliomielitis. Los servicios de agua y saneamiento inexistentes, insuficientes o gestionados de forma inapropiada exponen a la población a riesgos prevenibles para su salud.
Como se revisó, los indicadores de acceso se muestran desiguales dependiendo de la condición demográfica de cada población. Las condiciones revisadas plantean problemas de vulnerabilidad mayor para grupos de personas que viven en zonas rurales, para la población indígena y, en general, para quienes perciben menores ingresos.
El escenario se repite en América Latina, en donde alrededor de 37 millones de personas no tienen acceso a agua potable. En cuanto al saneamiento seguro, solo 37% de toda la población cuenta con este servicio.
En el contexto del coronavirus, los servicios de higiene y suministro de agua son fundamentales para proteger a las personas y evitar se incremente el número de contagios. Sin embargo, para muchos ciudadanos, ciertos servicios mínimos, como zonas para lavarse las manos, saneamiento y suministro de agua de calidad, son inexistentes.
Por: Karen Lucero, redacción Revista GESTIÓN.
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Last modified on 2020-05-17