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La mujer ecuatoriana se enfrenta a duras realidades dentro del mercado laboral y el entorno social. Estas condiciones hacen que sienta mayor presión al insertarse en las actividades económicas productivas, pues vive en un mercado laboral donde la brecha de salarios es aún de $ 52,80 y en el que 20% de mujeres ha sentido violencia de género en su trabajo y 19% en el ámbito educativo. Esto ocurre a pesar de que 1,1% de mujeres tiene mayor nivel de estudios que los hombres, pero aun así tienen una mayor tasa de desempleo. Sirve echar un vistazo a estos números a pocos días de la conmemoración del Día de la Mujer.

Lo anterior viene acompañado de una mayor carga laboral, ya que las mujeres además se dedican a actividades no remuneradas y, mientras el hombre destina 40% de su tiempo a trabajar, la mujer dedica un 6% más. El 76% del trabajo no remunerado (TNR) lo cubre la mujer y apenas 24% el hombre. En la última década, las mujeres aportarían en TNR al VAB un 1,1% más que en 2007 (13,4%).

El trabajo no remunerado (TNR) es todo tiempo destinado a actividades de cuidado, domésticas y/o de apoyo a la comunidad sin percibir ningún beneficio económico, es decir, sin ser remuneradas/os. Estas actividades, además de no ser reconocidas económicamente, tampoco son contabilizadas en las Cuentas Nacionales, y por tanto no se incluyen en el Producto Interno Bruto (PIB); por eso, entre otros motivos, mucho se ha hablado de las limitaciones del PIB como indicador de la riqueza de un país.

Desde 2011, empezó la construcción de un “ejercicio exploratorio” para la creación de la Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado de los Hogares (CSTNRH). Esto ocurrió después de que desde 2004 se promovía la creación de cuentas satélite sobre el TNR como una herramienta de utilidad para la formulación de políticas públicas de género.

Gracias a la construcción de esta cuenta satélite se obtuvo la información necesaria para la creación de la Ley de Justicia Laboral y el Reconocimiento del Trabajo en el Hogar, creada en 2015. Esto también permitió determinar las brechas de desigualdad de género en la producción de servicios no remunerados dentro de los hogares.

¿A QUIÉN PERJUDICA MÁS LA DESACELERACIÓN ECONÓMICA?

En términos estrictos de TNR, podemos decir que quien se ve más vulnerable a la hora de un estancamiento económico son las mujeres. Si observamos el gráfico 1, se puede hacer una relación directa entre el comportamiento del PIB y el TNR. A medida que la economía decrece o se estanca, el trabajo no remunerado aumenta, pero con la particularidad de que las mujeres son quienes cubren esta carga.

Así, existe mayor vulnerabilidad laboral en las mujeres, pues son las primeras en abandonar o ser despedidas en tiempos de crisis, mientras que el hombre reduce su participación en el TNR. Según parece, los desequilibrios en la productividad nacional sacan a flote los roles de género aún marcados.

Por ejemplo, en 2009, la crisis mundial afectó a muchos países, entre ellos Ecuador. El PIB pasó de un crecimiento alto de 6,4% en 2008 a 0,6%, mientras tanto el TNR creció 1,5%, lo que representaría el 18,6% del Valor Agregado Bruto (VAB). De ese incremento de 1,5%, las mujeres aumentaron su participación en 1,2% y los hombres apenas 0,3%. Esto también sucedió en 2015, con la caída abrupta del precio del barril de petróleo, y en 2016, con los desastres naturales de dicho año.

¿Por qué las mujeres son más desplazadas que los hombres ante dificultades económicas? Las mujeres realizan todo tipo de actividades en el mercado laboral, al igual que los hombres; sin embargo, la cobertura de derechos laborales es menor.

En 2019, apenas 14,2% de las mujeres contaba con un empleo formal o pleno empleo, con todos los derechos laborales, frente a 44,8% de los hombres. De igual forma, hay 1,3% más mujeres desempleadas que hombres desempleados. Todo esto hace que en una situación de caídas económicas nacionales, las mujeres sean las primeras en ser despedidas.

Gráfico 1
Variación porcentual mujeres vs hombres

LAS MUJERES SE ESFUERZAN EL DOBLE PARA INSERTARSE EN EL MERCADO LABORAL

Insertarse en el mercado laboral y conseguir un empleo pleno no es fácil, y menos aun cuando la economía decae. Esto sumado a la alta competencia en el mercado hace que se busque alcanzar mayor competitividad. No obstante, los problemas de violencia de género dificultan dicho logro. Dentro del ámbito educativo, 19% de mujeres ha sentido algún tipo de violencia, siendo en los niveles más altos de educación (posgrado) donde hay mayor tasa de violencia o discriminación.

El 14,7% de mujeres alcanzan a tener un nivel de cuarto grado, es decir 1,1% más que los hombres (13,6%). Aun así, son las menos contratadas formalmente (14,2%) y las que ocupan menos cargos gerenciales, especialmente en el sector público.

Por otro lado, las mujeres que se dedican plenamente al trabajo del hogar son las mismas que permiten que la economía productiva pueda llevarse con normalidad. Esto les reduce las oportunidades de conseguir un empleo remunerado o les sobrecarga cuando deben ejecutar ambas tareas. Por ello, las mujeres dedican un 6% más de su tiempo a trabajar que los hombres.

Al menos desde 2015, gracias a la Ley de Justicia Laboral y el Reconocimiento del Trabajo en el Hogar, se reconoce el trabajo no remunerado y se permite la afiliación al seguro social para las personas que realicen las actividades del hogar. La demanda de este servicio fue muy alta y crece representativamente. De 2016 a 2017, la población afiliada al seguro del TNR del IESS pasó de 195.993 a 211.899, donde 99,8% son mujeres y 0,2% son hombres.

El TNR tiene mayor peso para las mujeres con hijos menores de 12 años (Gráfico 2). El 79,8% de mujeres se encarga de realizar las actividades del hogar cuando tienen hijos de hasta 12 años, es decir 6,4% más que cuando no hay presencia de menores en el hogar. Mientras que el resto lo cubren los hombres. Esto es el efecto de varias cosas, entre ellas, que las mujeres asumen mayor responsabilidad en el cuidado de los hijos y, en ocasiones, se desplazan completamente del sector productivo hacia las actividades del cuidado.

Gráfico 2
TNR por sexo con la presencia de menores de 12 años en el hogar y sin menores

LA EDUCACIÓN ES UNA FUENTE DE EQUIDAD

La educación tiene una relación inversa con el TNR. La tendencia es que a medida que aumenta el nivel de instrucción, se reduce la brecha de TNR entre hombres y mujeres (Gráfico 3). Así, la participación de los hombres cuando no han recibido ningún nivel de instrucción, más que el centro de alfabetización o el jardín de infantes, es de 18,8% a diferencia de los hombres que cuentan con un alto nivel de educación y participan el 32,3% en el TNR.

Gráfico 3
TNR por sexo y nivel de educación

La participación del TNR es realmente representativa en términos económicos. Si se compara el TNR con las otras industrias las deja a todas muy por debajo. El TNR tendría una participación el VAB de 19,1%, seguido por la industria manufacturera, con 14,4%, y en tercer lugar la industria de la construcción, con 11,6% de participación en el VAB.

Mucho queda por hacer para que exista realmente la equidad. Al no contabilizar el Trabajo No Remunerado dentro de las Cuentas Nacionales hay muchos vacíos por saldar y, por ende, no representa toda la riqueza de la nación. Este tipo de cuentas satélite son indispensables a la hora de generar políticas públicas de género. Para visibilizar las brechas que aún existen en la economía y tomar medidas que las reduzcan.

Por: Karen Lucero, redacción Revista GESTIÓN.

 

 

 

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Last modified on 2020-03-06

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