Según Multiplica, Ecuador enfrentará un complejo panorama económico en 2025, caracterizado por desafíos tanto estructurales como coyunturales. A punto de cumplir 25 años de dolarización, el país muestra una trayectoria de crecimiento económico marcada por significativos altibajos. Mientras que entre 2000 y 2014 se logró mantener un crecimiento promedio anual cercano al 5%, la última década ha evidenciado una notable desaceleración, alcanzando apenas un 1,5% desde 2015.
En este contexto, el crecimiento sostenido emerge como un factor fundamental para mejorar la calidad de vida y reducir la pobreza. La Regla del 70, una herramienta económica que permite calcular el tiempo necesario para duplicar el tamaño de una economía, demuestra cómo las tasas de crecimiento más altas pueden acelerar significativamente el progreso social y económico del país.
ECUADOR 2025: ENTRE EL REBOTE Y LA DESACELERACIÓN
A punto de cumplir 25 años dolarizados, el crecimiento económico de Ecuador muestra una trayectoria llena de altibajos. Entre los años 2000 y 2024, la economía ecuatoriana alcanzó un crecimiento promedio anual del 3,5%, cifra que pudo ser mejor, pero los resultados de la última década han disminuido la media. Del 2000 al 2014 la economía creció en alrededor del 5% anual, pero a partir de 2015 solo ha crecido por encima del 1,5% en promedio (Gráfico 1).
Gráfico 1
Crecimiento del Producto Interno Bruto (2000-2025)
(en % de variación anual)
Hasta 2014, la economía ecuatoriana mostraba una relativa estabilidad en su crecimiento, logrando tasas positivas incluso en contextos adversos como la crisis financiera global de 2009 (creciendo 1,1%). Este período estuvo influenciado por el boom de los precios de los commodities entre 2003 y 2013, que facilitó un aumento en los ingresos fiscales y el gasto público, como lo menciona un reciente estudio sobre el auge de las materias primas en América Latina.
Sin embargo, a partir de 2015, con la caída de los precios de los commodities, la economía ecuatoriana enfrentó crecientes restricciones fiscales y una desaceleración económica que culminó en una caída de 0,7% en 2016, resultado del que también fue responsable el terremoto del 16 de abril. A pesar de la recuperación en 2017, la tendencia a la baja se mantuvo y se agravó con la crisis provocada por la pandemia de COVID-19 en 2020, que resultó en la mayor contracción registrada en la historia reciente del país (-9,2%), superando incluso a la crisis económica de 1999.
Luego de la pandemia, la economía experimentó un repunte del 9,8%, un fenómeno que reflejó más un efecto rebote que un crecimiento “verdadero”. Pues a partir de ese momento, la economía ha mostrado una clara desaceleración: del 6,2% en 2022 a un 2,4% en 2023. Además, la proyección para 2024, que inicialmente estimaba un crecimiento del 1%, ha sido revisada a la baja, y un escenario optimista es que en el mejor de los casos no crecemos ni decrecemos. Bajo esta premisa, surge la pregunta de qué podría ocurrir en 2025 si la economía persiste en su trayectoria descendente. ¿Estamos ante la posibilidad de otro año de desaceleración económica?
LA IMPORTANCIA DEL CRECIMIENTO SOSTENIDO
El crecimiento económico es un pilar fundamental para transformar la calidad de vida de una sociedad. El crecimiento constante y a tasas elevadas determina la capacidad de un país para reducir la pobreza, generar empleo, y mejorar los servicios públicos esenciales como la salud y la educación.
Para comprender la importancia del crecimiento sostenido, la Regla del 70 es una buena opción. Esta regla, ampliamente utilizada en economía, permite calcular el tiempo necesario para duplicar el producto interno bruto (PIB). Dividiendo el número 70 por la tasa de crecimiento anual, se obtiene una estimación sencilla del tiempo necesario para duplicar el tamaño de la economía.
Por ejemplo, si el PIB de un país crece al 2% anual, este se duplicará en aproximadamente 35 años (70÷2). Esta simplicidad convierte a la Regla del 70 en una herramienta intuitiva para visualizar el impacto de diferentes tasas de crecimiento en el largo plazo. Sin embargo, detrás de esta regla simple hay una base matemática sólida. Si queremos calcular de manera exacta el tiempo necesario para duplicar una economía tendríamos que calcular:
1+xt=2
Donde x es la tasa de crecimiento y t el tiempo en años, al despejar el tiempo (t) obtenemos:
t=ln(2)ln(1+x)
La importancia del crecimiento se vuelve evidente cuando analizamos cómo varía el tiempo necesario para duplicar el tamaño de una economía. Aplicando esta fórmula se observa que una tasa del 1% anual requeriría 70 años para duplicar el PIB, pero un crecimiento del 5% anual reduciría ese tiempo a solo 14 años. Este drástico contraste demuestra que incluso un punto porcentual puede hacer una gran diferencia (Gráfico 2).
Gráfico 2
Regla del 70
(Tiempo para duplicar la economía)
La utilidad de la Regla del 70 no se limita a calcular duplicaciones. Si quisiéramos determinar el tiempo necesario para triplicar o quintuplicar la economía, la fórmula se adapta fácilmente cambiando el numerador por ln 3 o ln(5), respectivamente. Esto permite analizar una mayor gama de escenarios y entender el impacto de diferentes tasas de crecimiento en metas de largo plazo.
Por ejemplo, a una tasa de crecimiento del 3% anual, la economía tardaría 37 años en triplicarse y 54 años en quintuplicarse. Sin embargo, con un crecimiento sostenido del 6%, estos plazos se reducen significativamente a 19 años para triplicar y 28 años para quintuplicar el tamaño de la economía (Gráfico 3).
Gráfico 3
Regla del 70
(Tiempo para triplicar o quintuplicar la economía)
El desempeño económico de Ecuador en las últimas décadas puede ser analizado a través de la Regla del 70. Con una tasa promedio de crecimiento del 3,5%, el PIB de Ecuador pasó de USD 52.158 millones en 2000 a USD 107.657 millones en 2019. Este resultado se alinea bastante bien con lo que predice la Regla. A una tasa de crecimiento del 3,5%, se requieren aproximadamente 20 años para duplicar la economía (70 ÷ 3,5 ≈ 20 años) (Gráfico 4).
Gráfico 4
Producto Interno Bruto de Ecuador
(USD millones)
Sin embargo, desde 2015, Ecuador ha enfrentado un contexto mucho más desafiante. La combinación de factores como la caída de los precios de los commodities, el desequilibrio fiscal y una limitada diversificación económica resultó en una desaceleración pronunciada. Desde entonces, el crecimiento promedio anual es de apenas 1,5%, lo que ha ralentizado significativamente el progreso económico de largo plazo. Con esta tasa, el tiempo necesario para duplicar el tamaño de la economía se extiende a 46 años. Esto representa más del triple del tiempo que se necesitaría con un crecimiento sostenido al 5%, que es de solo 14 años.
En definitiva, el impacto de estas diferencias no es trivial: a tasas bajas, el progreso económico y social se ralentiza, mientras que tasas altas aceleran las mejoras en la calidad de vida y la competitividad económica del país. Pero las proyecciones para 2024 y 2025 no son alentadoras. Con un crecimiento esperado cercano al 0% para 2024 y del 1,5% para 2025, el objetivo de duplicar la producción se aleja aún más.
LA DIFICULTAD DE HACER PROYECCIONES ECONÓMICAS
En principio, las estimaciones para 2025 muestran un “consenso”. Según la Encuesta de Expertos de Economía de Ecuador, el crecimiento proyectado es del 1%. El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima un crecimiento de 1,2%, mientras que el Banco Central del Ecuador (BCE), el Banco Mundial, y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) presentan proyecciones ligeramente más altas, alrededor del 1,5% y 1,6%, respectivamente (Gráfico 5).
Gráfico 5
Proyecciones de crecimiento 2025
(en % de variación anual)
Con las proyecciones disponibles, obtenemos un crecimiento promedio estimado de 1,4%, mientras que la desviación estándar, que mide la dispersión de las proyecciones en torno al promedio, es de aproximadamente 0,24 puntos porcentuales. En este caso, la desviación estándar indica que las proyecciones están relativamente agrupadas alrededor de la media, lo que sugiere cierto grado de consenso entre las instituciones.
Podemos también construir un intervalo de confianza simple utilizando la desviación estándar. Por ejemplo, sumando y restando una desviación a la media, se podría estimar que el crecimiento esperado para 2025 estaría entre 1,2% y 1,6%. Un enfoque más sencillo sería tomar el rango de las proyecciones disponibles, que en este caso oscila entre un mínimo de 1% (Encuesta de Expertos de Economía de Ecuador) y un máximo de 1,6% (Banco Mundial y CEPAL).
No obstante, hay que reconocer que estas estimaciones, aunque útiles, tienen limitaciones técnicas. Cada organismo utiliza metodologías propias para generar sus proyecciones, que pueden variar según los supuestos macroeconómicos, los modelos matemáticos aplicados y los datos disponibles. Esto implica que las estimaciones no son estrictamente comparables entre sí. Por ejemplo, algunos organismos podrían estar considerando escenarios optimistas basados en una recuperación de las inversiones, mientras que otros podrían priorizar riesgos externos o fiscales en sus modelos.
Sin embargo, a pesar de estas diferencias metodológicas, las proyecciones de instituciones como el FMI, el Banco Mundial, y la CEPAL son relevantes debido a la experiencia técnica de estas organizaciones. Sus estimaciones nos proporcionan una orientación general de hacia dónde se dirige la economía, aunque no debemos interpretarlas como pronósticos exactos.
Aunque las proyecciones realizadas por instituciones internacionales son valiosas para orientar las expectativas económicas, los datos históricos demuestran que estas estimaciones no siempre coinciden con los resultados observados. Las proyecciones suelen sobreestimar o subestimar el desempeño real, lo que introduce una capa adicional de incertidumbre en la planificación económica. Este fenómeno no es exclusivo de los organismos internacionales; incluso las instituciones nacionales encargadas de las proyecciones, como el Banco Central del Ecuador (BCE) y el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), enfrentan dificultades similares.
Al comparar las cifras oficiales registradas por el BCE, frente a las cifras proyectadas en las Proformas del Presupuesto General del Estado (PGE), se observa que las discrepancias son más la regla que la excepción. Por ejemplo, en 2015 y 2020, las proyecciones del MEF sobreestimaron considerablemente el crecimiento económico con diferencias de 4 puntos porcentuales y 9,8 puntos porcentuales, respectivamente. Por otro lado, en 2017 y 2021, las proyecciones subestimaron el crecimiento real, con desviaciones de 5,3 puntos porcentuales y 6,8 puntos porcentuales (Gráfico 6).
Gráfico 6
Diferencias entre valores observados y proyectados
(en puntos porcentuales)
Estas inconsistencias reflejan lo complejo que es prever el comportamiento económico, incluso para instituciones especializadas con acceso a datos y herramientas de modelado avanzadas. Factores inesperados como cambios en los precios internacionales, desastres naturales, crisis políticas o económicas globales, y problemas estructurales internos pueden alterar significativamente los resultados reales frente a las proyecciones iniciales.
Además, la capacidad de las instituciones para acertar en sus proyecciones depende en gran medida de los supuestos utilizados en sus modelos. Si bien estos organismos emplean metodologías sólidas, estas están sujetas a la calidad de los datos disponibles y a las condiciones del entorno económico en el momento en que se realizan las proyecciones.
Esto plantea un desafío adicional: aunque las proyecciones ofrecen un punto de partida valioso, no pueden ser interpretadas como verdades absolutas. En el caso de Ecuador, los datos históricos muestran que ni siquiera las instituciones nacionales, con un acceso más cercano a la realidad económica del país, logran acertar consistentemente en sus predicciones.
Las proyecciones económicas son herramientas indispensables para la planificación y el análisis, pero no debemos olvidar sus limitaciones. Las diferencias entre los datos proyectados y los observados en años anteriores resaltan lo difícil que es predecir el futuro económico. Dado el contexto económico y político de Ecuador, confiar únicamente en una cifra puntual puede ser engañoso. Un enfoque basado en intervalos de predicción no solo sería más realista, sino que permitiría capturar mejor la incertidumbre inherente a las proyecciones económicas. En este caso, un intervalo razonable para 2025 podría ubicarse entre 1,0% y 1,6%, reflejando el consenso entre las instituciones.
LOS 3 PRINCIPALES RIESGOS QUE CONDICIONAN LAS PROYECCIONES MACROECONÓMICAS
El entorno macroeconómico global proyectado para 2025 mantiene muchas de las características que marcaron 2024, destacándose un bajo crecimiento del producto mundial y una desaceleración en la demanda agregada. Las perspectivas, en el corto plazo, no presentan señales de recuperación significativa. Este desempeño limitado está influido por eventos exógenos que podrían agravar aún más el panorama económico que enfrentará Ecuador. Estos riesgos, además de dificultar la reactivación económica, tienen el potencial de impactar directamente en la generación de empleo y los ingresos fiscales.
CRISIS ELÉCTRICA: LA PRINCIPAL AMENAZA EN EL CORTO PLAZO
La crisis eléctrica en Ecuador ha emergido como uno de los riesgos más críticos para la estabilidad económica en 2025. Los problemas de racionamiento energético evidencian la fragilidad estructural del sector eléctrico. Este período estuvo marcado por un estiaje severo que impactó el funcionamiento de hidroeléctricas como Mazar, Paute y Sopladora, reduciendo significativamente la capacidad de generación.
Además, las limitaciones en las líneas de transmisión y las fallas recurrentes en el Sistema Interconectado Nacional llevaron a desconexiones programadas y, en el caso más grave, a un apagón nacional el 20 de junio de 2024. Este evento no solo expuso la vulnerabilidad del sistema eléctrico, sino que también tuvo un impacto directo en el sector productivo, ocasionando pérdidas económicas considerables.
De cara a 2025, las proyecciones del operador nacional de electricidad, CENACE, advierten sobre un déficit significativo en la capacidad de generación durante el próximo período de estiaje (septiembre 2024-marzo 2025). Según estas estimaciones, la demanda de potencia y energía será de aproximadamente 1.080 MW, mientras que la oferta disponible asciende a solo 430 MW, excluyendo importaciones desde Colombia. Esto representa un déficit de 650 MW, que tendría que ser cubierto mediante generación emergente o autoabastecimiento industrial.
El riesgo asociado a los apagones no solo afecta la calidad de vida de los ciudadanos, sino que también representa pérdidas económicas importantes para el sector productivo. Según estimaciones del Ministerio de Energía, cada día de apagones podría costar hasta USD 72 millones en pérdidas económicas.
La falta de inversión en infraestructura eléctrica es un problema estructural que ha acumulado décadas de descuido. La ausencia de recursos para mantenimiento, ampliación de capacidad y modernización del sistema eléctrico ha llevado al país a depender de soluciones emergentes y temporales. Este enfoque no solo es costoso, sino que también perpetúa la vulnerabilidad del sistema eléctrico frente a crisis futuras.
LA INSEGURIDAD, EL OTRO OBSTÁCULO PARA EL CRECIMIENTO
Aunque la crisis eléctrica ha desplazado temporalmente la prioridad de este problema en la agenda pública, la inseguridad sigue siendo un desafío mayúsculo. Según las últimas cifras disponibles, 2024 ya es el segundo año más violento en la historia del país, consolidando un panorama alarmante que afecta directamente a la economía y al tejido social.
El crimen y la violencia tienen un impacto directo en el desempeño económico. En América Latina, el costo del crimen representa un promedio del 3,4% del PIB, según un estudio del BID. Estos costos incluyen:
- Pérdida de productividad: debido a vidas perdidas, lesiones y encarcelamientos.
- Aumento del gasto en seguridad: tanto en el sector privado como público, con una creciente necesidad de destinar más recursos a fuerzas policiales, sistemas judiciales y penitenciarios.
- Frenos a la inversión y al turismo: la percepción de inseguridad reduce la llegada de capital extranjero y afecta directamente sectores estratégicos como el turismo.
La inseguridad también fomenta la emigración, debilitando aún más la resiliencia económica del país. Estudios internacionales señalan que reducir las tasas de homicidios al promedio global podría aumentar el crecimiento anual del PIB de la región en 0,5 puntos porcentuales.
Ecuador no es inmune al ciclo vicioso que conecta el bajo crecimiento económico con el aumento de la criminalidad. La inestabilidad macroeconómica y la creciente desigualdad son factores que alimentan la violencia. Por ejemplo, en América Latina, una recesión económica está asociada con un aumento del 6% en los homicidios al año siguiente.
La disponibilidad de armas de fuego y el crecimiento del crimen organizado exacerban esta dinámica, debilitando el estado de derecho y las instituciones públicas. En Ecuador, estos factores se han intensificado en los últimos años, consolidando un entorno donde la violencia impacta no solo a las familias, sino también a la actividad empresarial y la estabilidad social.
Según el BID, romper este ciclo vicioso requiere una combinación de políticas económicas sólidas y estrategias de seguridad efectivas. En términos económicos, es crucial promover la estabilidad, reducir la desigualdad y fortalecer las redes de protección social. A nivel de seguridad, las intervenciones deben enfocarse en la prevención, el control territorial y el fortalecimiento de las instituciones judiciales y policiales.
Experiencias internacionales muestran el impacto positivo de estrategias integrales:
- Argentina (Rosario): reducción del 65% en homicidios en barrios de alto riesgo mediante una combinación de control territorial, enjuiciamientos colectivos y legislación antimafia.
- Jamaica: reestructuración fiscal que permitió reducir la deuda pública a la mitad mientras protegía la inversión en programas sociales y de seguridad.
- Honduras: reformas estratégicas que disminuyeron la tasa de homicidios en un 14% y mejoraron la confianza pública en las fuerzas de seguridad.
Sin embargo, dado que el crimen organizado opera más allá de las fronteras, las soluciones nacionales no son suficientes. Es fundamental fortalecer la cooperación regional para desmantelar las redes transnacionales que socavan el estado de derecho y la estabilidad económica.
ELECCIONES GENERALES 2025: INCERTIDUMBRE Y POLARIZACIÓN
En el análisis de agosto, Multiplica ya señalaba que la incertidumbre económica era más grande que la política. Sin embargo, a medida que se acercan las elecciones generales, el panorama político empieza a ganar relevancia, no solo por su impacto en la confianza de los mercados, sino también por las expectativas sobre el rumbo económico del país.
Las últimas encuestas de intención de voto muestran lo que parece ser una revancha electoral entre Luisa González y Daniel Noboa, los principales contendientes en las elecciones presidenciales de 2023. Según datos de Comunicaliza, Noboa lidera con el 32%, seguido de Luisa González con el 27%. De manera similar, el informe de Confidencial muestra una ligera ventaja para Noboa con el 34% frente al 32% de González.
Con el impedimento de Jan Topic para participar en los comicios, la posibilidad de una tercera vía política que ofrezca una alternativa a los principales bloques parece cada vez más lejana. Esto refuerza la polarización entre los candidatos que representan modelos económicos y políticos opuestos, aumentando la incertidumbre sobre el futuro inmediato del país.
En este contexto, el próximo gobierno deberá enfrentar una economía marcada por múltiples desafíos, incluyendo un bajo crecimiento económico, un entorno internacional adverso y riesgos internos que limitan la capacidad de maniobra. Si bien el proceso electoral puede ser una oportunidad para renovar la confianza en las instituciones democráticas, la polarización y la falta de consenso político podrían intensificar la incertidumbre económica, que ya es elevada en el horizonte de 2025.