Una de cada tres estudiantes universitarias reporta haber sido agredida alguna vez por su pareja o expareja desde que están en la universidad. Considerando solo los últimos 12 meses, una de cada cinco estudiantes ha sido agredida por sus parejas o exparejas, un promedio de 18 veces. Además, una de cada tres estudiantes ha sido agredida por otros integrantes de la comunidad universitaria 10 veces promedio en el último año. El ausentismo y la pérdida de productividad por la violencia contra las mujeres basada en género le cuesta a las universidades ecuatorianas $ 68’833.079, así lo demuestra el estudio Cómo prevenir la violencia contra las mujeres en las universidades ecuatorianas.
LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES VIOLA LOS DERECHOS HUMANOS
“De la evidencia a la prevención. Cómo prevenir la violencia contra las mujeres en las universidades ecuatorianas”, es un estudio realizado por el docente Arístides Alfredo Vara Horna de la Universidad de San Martín de Porres, el cual que determina la prevalencia de la violencia contra las mujeres basada en el género (VcM) en las universidades del país y propone un modelo de prevención integral de la VcM en las universidades. Los datos fueron recolectados por encuestas realizadas a 23.261 estudiantes y 4.064 docentes y personal administrativo de las principales escuelas profesionales de 16 universidades.
La violencia contra las mujeres basada en género es una violación de los derechos humanos que atenta no solo contra la vida e integridad de las mujeres, sino también contra el bienestar de sus familias, lo que ocasiona consecuencias severas en toda la sociedad, indica el estudio. De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) de 2019, en Ecuador al menos seis de cada 10 mujeres han sido agredidas por razones de género, siendo la segunda cifra más alta en Sudamérica, después de Bolivia.
Las universidades no están libres de VcM, es más, las estudiantes universitarias tienen altas probabilidades de ser agredidas por razones de género, por sus parejas, exparejas o por algún integrante de la comunidad universitaria. Vara Horna, en entrevista con GESTIÓN, indicó que el estudio trata de demostrar que la violencia es un problema sistémico, pues antes se lo pensaba solo como acoso sexual ejercido por profesores y personal administrativo, pero en realidad atraviesa todos los ámbitos.
UNA ESTUDIANTE PIERDE 11 DÍAS AL AÑO CUANDO ES AGREDIDA POR SU PAREJA
Una de cada tres estudiantes universitarias reporta haber sido agredida alguna vez por su pareja o expareja desde que están en la universidad, es decir, 33,7% de las encuestadas. Considerando solo los últimos 12 meses, una de cada cinco estudiantes ha sido agredida por sus parejas o exparejas, un promedio de 18 veces durante un año.
Con respecto a la violencia perpetuada por otros integrantes de la comunidad universitaria, también una de cada tres estudiantes mujeres ha sido agredida 10 veces en promedio al año, un promedio menor que de parejas o exparejas pero la cantidad de mujeres es la misma en ambos casos.
En cuanto al tipo de VcM, el estudio encontró que la violencia psicológica es la predominante (25,1%) en el caso de violencia en relaciones de pareja, seguido del acecho (19,6%) y el acoso (17,5%). El tipo de violencia que predomina por integrantes de la comunidad universitaria, por otro lado, es el acoso (20%), seguido del acecho (19,7%) y la violencia psicológica (13,9%) (Gráfico 1).
El acecho se refiere a una atención obsesiva y no deseada de un individuo a otra persona, es una dinámica que se experimenta como invasiva y hasta amenazante. El acoso es definido como avances sexuales no deseados, peticiones de favores sexuales y otras conductas verbales o físicas que interfieren con el rendimiento y bienestar emocional de la agredida.
Gráfico 1
Tipo de violencia contra las estudiantes mujeres en la universidad
Como consecuencia, días de productividad académica son perdidos. El estudio reveló que las estudiantes ecuatorianas pierden 11 días al año cuando son agredidas por sus parejas y casi 13 días cuando son agredidas por otros integrantes de la comunidad universitaria. La pérdida es mucho mayor cuando sufren, al mismo tiempo, ambos tipos de VcM, llegando a casi 29 días perdidos al año.
El ausentismo (porcentaje de mujeres que han faltado a la universidad o llegado tarde) tiene repercusiones en la productividad académica de las estudiantes y en su aprendizaje. Las estudiantes bajan su rendimiento, repiten cursos, están distraídas, indica Vara Horna.
El ausentismo en estudiantes mujeres no agredidas por sus parejas es de 77,6% mientras que en mujeres agredidas es de 85,6%. Por otro lado, en las estudiantes mujeres que son agredidas por otros miembros de la universidad, el ausentismo de las no agredidas es de 77,8% y para las mujeres agredidas es de 84,4%.
SE RECHAZA LA VIOLENCIA, PERO SE LA JUSTIFICA IMPLÍCITAMENTE
El estudio también encontró diversas actitudes y aceptación de la violencia asociadas a la alta prevalencia de la violencia contra la mujer. Se realizaron preguntas a las mujeres con respecto a su opinión sobre la violencia. Por un lado, la preguntar si están de acuerdo, la rechazan, sin embargo, en otras preguntas se evidencia que la aceptan implícitamente. Por ejemplo, se preguntó si los hombres a sus parejas deberían tratarlas con firmeza y no ceder, si deberían obligarlas a cumplir con sus deberes de mujer o esposa, si deberían gritarles o golpearles.
A pesar de que 65,9% de estudiantes mujeres rechaza explícitamente que “los hombres a sus parejas deberían tratarlas con firmeza y no ceder”, 46,4% emplea alguna forma de justificación implícita para aceptarla. Principalmente porque lo considera inevitable (31,1%) o porque son solo peleas menores sin mayores consecuencias (9,3%).
Por lo tanto, los hallazgos del estudio revelaron que 60,8% de las mujeres estudiantes acepta la violencia o la justifica implícitamente. En otras palabras, de cada 100 estudiantes mujeres que dicen rechazar la subordinación de género y la VcM, solo 39 de verdad lo hacen, mientras que 61 las acepta.
Gráfico 2
Estudiantes hombres y mujeres que rechazan explícitamente la violencia de género, pero la aceptan implícitamente
En el caso de los hombres, el porcentaje de la aceptación implícita es más alto: 79,7%. Aunque 93% rechaza explícitamente (jamás lo haría) cualquier tipo de subordinación de género y VcM, 11,1% los acepta explícitamente. Sin embargo, 80,6% emplea alguna forma de justificación implícita para aceptarla.
Vara Horna califica al problema como “sistémico y cultural (…) las personas están a favor de la violencia, lo ven como algo normal, algo propio de la pareja, que está bien en algunas ocasiones. Que el personal más educado del país tenga esas ideas es algo preocupante”.
El estudio también encuestó a hombres sobre la violencia que ejercieron a las mujeres. Los resultados indican que 28,5% de estudiantes hombres ha ejercido algún tipo de violencia en contra de su pareja o expareja en algún momento de su relación desde que estuvieron estudiando en la universidad. El tipo de violencia más habitual es la violencia psicológica (17,1%), seguido del acecho (15,8%) y el acoso (12,5%).
Las mujeres docentes y personal administrativo también reportan haber sido agredidas por sus parejas, exparejas y otros integrantes de la comunidad universitaria. En las relaciones de pareja, la prevalencia es de 30,4%, es decir, que 30 de cada 100 mujeres docentes o de personal administrativo han sido atacadas por sus parejas o exparejas. Con respecto a la violencia por parte de otros integrantes de la comunidad universitaria, la prevalencia es de 19,3%. Dentro de las consecuencias también se encuentra el ausentismo y la falta de productividad. Además, existe un alto porcentaje de hombres y mujeres que rechazan la violencia explícitamente pero la aceptan implícitamente.
¿CUÁNTO LE CUESTA LA VcM A LAS UNIVERSIDADES ECUATORIANAS?
El estudio tomó en cuenta la data oficial registrada por la Senescyt sobre la cantidad de estudiantes por universidad, sexo y tipo de universidad, el presupuesto asignado anualmente a cada universidad y la cantidad de docentes por sexo, y también los resultados obtenidos de la encuesta realizada. El autor pudo identificar cuánto le cuesta la VcM a las universidades ecuatorianas. Y, considerando los costos indirectos de estudiantes y docentes, se encontró que las universidades asumen $ 68’833.079 en costos indirectos al año, un valor monetario de 3’664.409 días perdidos de 252.429 estudiantes y docentes afectados por la violencia contra las mujeres.
El 88,1% de los costos indirectos provienen de estudiantes y el 11,9% del personal docente. Tanto en estudiantes como en docentes, la mayoría de costos corresponde a mujeres (71,3% y 61,2%, respectivamente), como se puede observar en el Gráfico 3.
Gráfico 3
Costos indirectos de la VcM
LA ACCIÓN MÁS IMPORTANTE ES LA PREVENCIÓN
Vara Horna, añade que los campus no son un lugar seguro, el 65% de los casos de violencia sucedieron dentro del campus en el caso de los docentes, por lo que las universidades no está siendo un sitio para ejercer los derechos. Además, únicamente el 2% de las estudiantes han contado los sucesos de violencia y 12% de las docentes.
Para poder combatir el problema de la violencia contra la mujer basada en género, es necesario un enfoque centrado en la atención y sanción de casos de VcM y un enfoque centrado en la prevención. El estudio encontró que muy pocas agredidas han acudido a las autoridades universitarias para pedir ayuda, incluso si se trata de docentes o personal administrativo. Este resultado se correlaciona con el hecho de que entre seis y siete de cada 10 integrantes de la comunidad universitaria afirman que nunca han sido capacitadas/os sobre el tema en la universidad, desconocen dónde buscar ayuda o las políticas y normativas universitarias contra la VcM.
Gráfico 4
Recursos y capacidades de la universidad frente a la VcM
El modelo presentado en el estudio se basa en desplegar acciones de prevención en cada uno de los eslabones de su cadena de valor, es decir, un enfoque estratégico organizacional, que no sean eventos y acciones aisladas. Prevención integral con énfasis en la prevención primaria para cambiar los patrones sociales y culturales que condonan la VcM. Además, añaden la importancia de que el estado reconozca estas iniciativas con normativa más comprehensiva, con la asignación de recursos adicionales y con algún tipo de incentivo o reconocimiento para las universidades libres de VcM.
Para Vara Horna, “las universidades no solo forman profesionales técnicos, forman personas”. Que la universidad esté involucrada en situaciones de violencia atenta contra esta misión formativa; sin embargo, que la universidad omita su responsabilidad de prevenir la VcM es aún más grave. Las universidades tienen la obligación de garantizar un ambiente seguro, libre de violencia para sus estudiantes, así como de asegurar una formación basada en la igualdad, el respeto y el cumplimiento irrestricto de los derechos. Aceptar normas culturales y sociales que permiten la violencia contra las mujeres, o justificar cualquier tipo de violencia basada en el género, invisibilizando el fenómeno y omitiendo su responsabilidad en la prevención y actuación, son conductas institucionales inaceptables.
(*) Elaborado por Maí Suárez, redacción Revista Gestión.
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Last modified on 2022-02-04