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Autor: Jorge Pérez *

Mientras la población en edad de trabajar crece con relación a la población dependiente, se crea una estructura favorable para el crecimiento económico, es decir, un “bono demográfico”. No obstante, se requiere una serie de condiciones económicas, sociales y de políticas públicas que hagan posible el aprovechamiento óptimo de esta circunstancia. El país mantiene un reto en la inclusión de los jóvenes en el mercado laboral, lo cual se evidencia en la creciente migración de este grupo de edad. A su vez, en caso de que no exista la capacidad requerida para incorporar al mercado formal de trabajo a las personas jóvenes, estas se ven obligadas a refugiarse en pandillas y grupos delictivos, lo cual profundiza las desigualdades y carencias económicas y sociales ya existentes.

EL ENVEJECIMIENTO DE LA POBLACIÓN REQUIERE DE NUEVAS POLÍTICAS 

Ecuador actualmente atraviesa un contexto demográfico que puede llegar a ser favorable para el desarrollo económico gracias al “bono demográfico”, el cual se define como un periodo de tiempo en el que las personas adultas y jóvenes en edad de trabajar representan al grupo mayoritario de la población total, es decir, superan a las personas entre 0 y 14 años y mayores de 60, las cuales son dependientes del trabajo y el ingreso de sus familiares. 

El conocimiento de la estructura poblacional por rangos etarios es relevante a futuro para poder planificar políticas públicas eficientes que logren el aprovechamiento adecuado del bono demográfico y, consecuentemente, puedan contrarrestar el incremento inminente de la población de adultos mayores en el largo plazo. 

En específico, la Senplades determinó que el ecuatoriano promedio llega a los 28 años siendo deficitario económicamente, es decir, consume más de lo que produce, por lo que a partir de los 28 años el ecuatoriano tendría un porcentaje de su ingreso superavitario, el cual se transforma en ahorro e inversión, incrementando el ingreso per cápita; no obstante, este aumento en la productividad llega únicamente hasta los 64 años, cuando las personas debido a la jubilación vuelven a consumir más de lo que producen. 

Consecuentemente, los cambios en la tasa de natalidad están estrechamente relacionados con la transición demográfica y la economía de un país en conjunto, ya que la disminución de nacimientos hace que cada vez la población vaya “envejeciendo”, otorgándole un mayor peso demográfico a la población adulta. 

Se puede observar cómo la evolución de la distribución poblacional entre 2010 y 2020, si bien sigue favoreciendo a los grupos poblacionales jóvenes, existen una tendencia a envejecer cada vez más (Gráfico 1) debido a que en los últimos años ha existido una reducción en la tendencia de nacidos vivos en el país, alcanzando para el año 2021 un total de 251.106 nacidos vivos. Paralelamente, la tasa de natalidad también se vio reducida en la última década, registrando una disminución de 7,2 nacidos vivos por cada mil habitantes. Así, se evidencia una intensificación en dicha tendencia decreciente desde 1999, alcanzando una tasa de 14,2 nacidos vivos para 2021.

Gráfico 1

Población total por grupos de edad (2010-2020)

La distribución poblacional incide en la economía y planificación del Estado, en la medida en que diferentes grupos poblacionales requieren de políticas focalizadas, siendo los adultos mayores quienes necesitan mayores cuidados en materia de salud para poder garantizar una óptima calidad de vida. Así, resulta útil el índice de envejecimiento, el cual es una medida que permite conocer la relación entre la población de adultos mayores y la población menor a 15 años. 

Se puede evidenciar cómo este índice ha tenido una tendencia creciente, producto del incremento de la expectativa de vida y, por consiguiente, de la proporción de la población de adultos mayores. Para 1962, el índice de envejecimiento se situó en siete personas mayores de 65 años por cada 100 menores de 15 años, mientras que para 2020 esta proporción aumentó a 26 adultos mayores por cada 100 adolescentes y niños menores de 15 años (Gráfico 2).

Gráfico 2

Índice de envejecimiento en Ecuador (1960-2020)

En general, se asocia este índice a las transferencias intergeneracionales, las cuales constituyen un insumo crucial en la planificación a mediano y largo plazo de la toma de decisiones orientadas a la seguridad social y salud pública. A su vez, se busca que los logros económicos derivados del aumento de la productividad durante el bono demográfico hagan factible el ahorro necesario para enfrentar el aumento exponencial de costos asociados al envejecimiento de la sociedad. 

LA FALTA DE OPORTUNIDADES Y LA DELINCUENCIA HACEN QUE EL BONO DEMOGRÁFICO PUEDA AFECTAR NEGATIVAMENTE A LA ECONOMÍA

De acuerdo con la CEPAL, una mayor proporción de trabajadores, fruto del bono demográfico, no solo representa una reducción del gasto en personas dependientes, sino que tiende a impulsar el crecimiento económico a través del incremento en el ingreso y la acumulación acelerada del capital. No obstante, para aprovechar este contexto demográfico se necesita de una inserción eficiente de la población joven en el mercado laboral, aumentando la productividad y políticas públicas orientadas a un desarrollo equitativo, para que este desarrollo logre materializarse

En específico, se señala que la productividad de los adultos jóvenes depende de:

  • Las decisiones de escolarización
  • Las prácticas de empleo
  • El momento y la decisión de la maternidad 
  • Las políticas que facilitan el trabajo de los padres jóvenes. 

Mientras que la productividad en edades más avanzadas depende de:

  • La salud y la discapacidad
  • Los incentivos y desincentivos fiscales 
  • La estructura de los programas de pensiones y las políticas de jubilación

Consecuentemente, para que este bono sea de larga duración, y conlleve beneficios reales para la sociedad, es necesario que las transformaciones de la población vayan acompañadas de fuertes inversiones en capital humano, en especial entre los jóvenes. Esto a través de políticas educativas y de empleo que busquen aprovechar los beneficios del bono demográfico sobre la cobertura educativa e inserción laboral, y su efecto sobre la reducción de la pobreza y el desarrollo sostenible. 

No obstante, este no es el caso del Ecuador, donde se registra que los jóvenes son los más relegados en el mercado laboral, ya que la tasa de desempleo juvenil en el país comparada con la población no joven es más de dos veces mayor, con un 4% frente a 9,1% para junio de 2022. A su vez,  las cifras de subempleo en la población entre 18 y 29 años son superiores tanto al promedio nacional como a otros grupos poblacionales vulnerables (mujeres y adultos mayores), evidenciando una incipiente inclusión en el mercado laboral, caracterizándose por un mayor grado de exclusión y precariedad con respecto a las condiciones de trabajo que enfrentan los adultos. 

Esta falta de oportunidades a su vez se refleja en la migración a la que se ven forzados los ciudadanos ecuatorianos, en donde el grupo etario de 18 a 29 años presenta el mayor porcentaje de salidas internacionales, seguido del grupo de 30 a 39 años (Gráfico 3), lo cual hace que el bono demográfico pierda fuerza al dejar de contar con personas en edad de trabajar. Expertos aseguran que países con grandes flujos migratorios como Venezuela perdieron su oportunidad de aprovechar el bono demográfico debido a que los adultos y jóvenes son aquellos con mayores tendencias a emigrar, perdiendo así la productividad que dichas personas le aportaban al país.

Gráfico 3

Peso de migración por rangos de edades  (2022)

De acuerdo con la investigación sobre Población y Salud en Mesoamérica de la Universidad de Costa Rica, se infiere que un crecimiento acelerado de la población en edad de trabajar o bono demográfico, si bien es una oportunidad para el desarrollo económico de un país, también puede producir problemas de desempleo, pobreza y delincuencia en caso de que no exista la capacidad requerida para incorporar al mercado formal de trabajo a las personas jóvenes se ven obligadas a refugiarse en pandillas y grupos delictivos, lo cual profundiza las desigualdades y carencias económicas y sociales ya existentes.

Es por esto que se plantea la promoción de modificaciones en el sector fiscal y laboral. A través de medidas que amplíen la base impositiva como respuesta al crecimiento de trabajadores productivos y eliminar, al mismo tiempo, la evasión fiscal, mediante la formalización de las actividades económicas. Paralelamente, en el ámbito laboral, se busca mejorar las condiciones del mercado de trabajo mediante la reducción de barreras para aquellas personas sin experiencia, al promover la flexibilidad en la contratación y movilidad laboral.

En conclusión, la reducción de las tasas de dependencia económica en un país, al aumentar la población en edad de trabajar, no necesariamente conducen a un mayor crecimiento económico, sino que este último también depende de un escenario institucional y económico favorable, el cual pueda crear las condiciones que logren aprovechar el incremento de la productividad a través de la inversión en capital humano y una mayor accesibilidad al mercado laboral.

(*) Analista económico Revista Gestión.

 

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Last modified on 2022-10-30

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