Un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) encontró que, en promedio, el ingreso de una trabajadora de servicio doméstico en Ecuador equivale a 62,3% del salario mensual del resto de empleados, lo que quiere decir que perciben un 37,7% menos frente a otros trabajadores. Los ingresos más bajos se deben a jornadas laborales reducidas, 45,4% de trabajadoras domésticas laboran menos de 34 horas a la semana, lo que indica ingresos inferiores al salario básico. En el país, 60% de trabajadoras domésticas es afrodescendiente, mientras el 6% es indígena. Además, el trabajo doméstico ha sido una de las ocupaciones más afectadas por la pérdida de empleo durante la pandemia. En Ecuador, 53,3% de las trabajadoras domésticas perdieron su empleo.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) realizó un estudio sobre el trabajo doméstico remunerado en América Latina y el Caribe, con el objetivo de analizar las iniciativas sobre el reconocimiento de los derechos de las trabajadoras domésticas en la región y garantizar su cumplimiento.
En la región, el trabajo doméstico es una ocupación meramente femenina. En 2019, el 91,1% de quienes se dedicaban al trabajo doméstico eran mujeres, un porcentaje levemente superior al 90,5% estimado en 2012. En todo caso, la participación de las mujeres es dispar, en países caribeños como Trinidad y Tobago, Guyana y Jamaica, las mujeres son el 41,2%, 64,1% y 79,6%, respectivamente. En el otro extremo se encuentran Argentina, Bolivia y Perú, donde las mujeres son más del 95% de las personas dedicadas al trabajo doméstico remunerado, según el informe de la OIT. En el caso de Ecuador, 91,7% de las personas ocupadas en el trabajo doméstico son mujeres y 8,3% hombres.
Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), durante las dos últimas décadas, hubo algunos cambios en el perfil de las trabajadoras domésticas, a nivel regional aumentó su nivel educativo, de 6,4 años de estudio en promedio en el 2000 a 7,4 años en 2017. También hubo cambios en la edad, aumentado casi ocho años la edad promedio en menos de dos décadas. En 2012, la edad promedio de las trabajadoras domésticas era de 34,5 años y para 2017 alcanzaba los 42,2 años.
Según la OIT, la contratación a través de agencias o proveedores de servicios es una forma de garantizar que los países cuenten con normativa y regulación adecuada para proteger los derechos de las trabajadoras domésticas. Sin embargo, aún es escasa en la región. Aun así, en países como Ecuador, República Dominicana, Guyana y Uruguay están comenzando a tomar alguna relevancia.
Gráfico 1
Trabajo doméstico remunerado según tipo de contratación
MIGRANTES, INDÍGENAS Y AFRODESCENDIENTES, LAS MÁS DESPROTEGIDAS
El trabajo doméstico remunerado es una importante fuente de empleo para las trabajadoras migrantes, pues en la región el 35,5% del total de trabajadoras migrantes se dedican a esa labor. Sin embargo, aunque haya una relación cercana entre el trabajo doméstico remunerado y la migración, no se traduce necesariamente en la práctica a una articulación entre la legislación laboral y la legislación migratoria.
En algunos países de la región, las trabajadoras domésticas enfrentan dificultades para obtener un estatus regular y, por lo tanto, se encuentran en una situación de mayor desprotección. Además, las migrantes se encuentran en situaciones de trabajo doméstico con menos cobertura legal de derechos, en su mayoría.
En cuanto a las trabajadoras domésticas indígenas, también hacen frente a una mayor desprotección en el trabajo doméstico remunerado. La discriminación en el mercado laboral es mayor para ellas, por lo que el trabajo doméstico remunerado se convierte en una de las escasas opciones de inserción laboral. El idioma, las barreras culturales y el racismo dificultan el acceso a sus derechos.
En Ecuador, el 6% de quienes realizan trabajo doméstico remunerado son de origen indígena, lo cual es un porcentaje relativamente bajo en comparación con Guatemala (27,6%) y México (28,4%).
Por otro lado, el porcentaje de mujeres afrodescendientes en el país es más alto, y las mujeres afrodescendientes encaran también una discriminación mayor. En 2010, en Ecuador el 63% de quienes realizaban trabajo doméstico eran afrodescendientes, según la CEPAL. En la práctica, a la discriminación que sufren estas personas por el trabajo que realizan, se suma la discriminación por su condición de migrantes o su característica racial o étnica, indica el informe.
EN LA REGIÓN, SOLO 4 DE CADA 10 TRABAJADORAS DOMÉSTICAS TIENEN UNA JORNADA DE ENTRE 35 Y 48 HORAS SEMANALES
En el Ecuador y en la región, las trabajadoras domésticas cuentan con una amplia cobertura legal. A diferencia de otras regiones del mundo, como Asia y el Pacífico o los Estados Árabes, en América Latina y el Caribe la totalidad de las trabajadoras domésticas están cubiertas. Pero en la práctica, garantizar estos derechos sigue siendo un desafío.
En la región, solo 39,9% de trabajadoras domésticas tiene una jornada de entre 35 y 48 horas semanales, en contraste con el 63,9% del resto de personas asalariadas que trabajan jornadas normales. En el 2019, el 47,8% de las trabajadoras del hogar tenían una jornada inferior a las 34 horas semanales.
En el caso de Ecuador, menos de la mitad de trabajadoras domésticas remuneradas (48,4%) trabajan de 35 a 48 horas semanales. El 45,4% trabaja menos, lo cual se traduce en un salario menor al básico. El 6,2% restante trabaja más de una jornada de trabajo normal.
Gráfico 2
Trabajo doméstico remunerado por horas de trabajo en Ecuador
TRABAJADORAS DOMÉSTICAS PERCIBEN 37,7% MENOS INGRESOS QUE OTROS EMPLEADOS EN ECUADOR
La brecha de ingresos mensuales entre quienes se dedican al trabajo doméstico y las personas asalariadas en otros sectores es considerable. En América Latina y el Caribe, el ingreso promedio de las trabajadoras domésticas con respecto al de las personas asalariadas es de 44,7% por debajo del promedio mundial (56,4%).
Las brechas pueden ser producto tanto de las jornadas de trabajo muy cortas, como de las jornadas largas con un salario por hora muy bajo. También puede ser por la falta de protección del salario mínimo, la fijación de salarios mínimos inferiores para el trabajo doméstico o la falta de cumplimiento.
En Ecuador, junto con Venezuela, Perú y México, la brecha es marcadamente menor que la regional. Sin embargo, esto no es necesariamente bueno, pues es posible que la brecha se equipare a las bajas remuneraciones para otras ocupaciones, por lo que puede no deberse a una mejora en el ingreso de las trabajadoras domésticas.
Gráfico 3
Ingreso promedio mensual de las trabajadoras domésticas como % del salario promedio de otros empleados
EL TRABAJO DOMÉSTICO HA SIDO UNA DE LAS OCUPACIONES MÁS AFECTADAS POR LA PANDEMIA
La pandemia y la pérdida de empleo para las trabajadoras domésticas han puesto en evidencia la desprotección de las trabajadoras del sector. La OIT toma en cuenta el último trimestre del 2019 y el segundo trimestre 2020, y evidencia que la pérdida de empleos entre las trabajadoras domésticas fue notablemente superior a la del resto de personas ocupadas.
En Ecuador, 53,3% de las trabajadoras domésticas perdieron su empleo durante la pandemia, en Perú fue el 72,1%, en Colombia 50,6% y en Costa Rica 44,2%. Además, muchas de aquellas que lograron mantener su empleo vivieron una drástica reducción de las horas de trabajo y de la remuneración.
“La pérdida de empleos generalizada tiene un estrecho vínculo con la desprotección y la informalidad que sufre el sector”, indica el estudio de la OIT. Muchas trabajadoras no fueron formalmente despedidas, en especial aquellas que se encontraban en situación de vulnerabilidad.
Gráfico 4
Trabajadoras domésticas que perdieron su empleo en la pandemia
Las trabajadoras se consideraron posibles transmisoras del virus y, por lo tanto, aumentó el control sobre sus movimientos. En la mayoría de países se reporta como frecuente el confinamiento en las casas de los empleadores, lo cual para algunas significó perder el derecho al descanso semanal.
Las trabajadoras domésticas que lograron mantener su empleo, por otra parte, se enfrentaron a otras condiciones más precarias de trabajo. Muchas tuvieron que hacerse cargo del cuidado de personas enfermas con COVID-19, asumiendo el rol de primera línea en la atención de la pandemia en los hogares.
También, en buena parte de los países de la región, se suspendieron las clases presenciales por un largo período de tiempo, lo cual causó una mayor demanda de cuidado tanto en los hogares empleadores como en los hogares de las trabajadoras domésticas. Ellas tuvieron que asumir el cuidado de las personas dependientes de las familias contratadoras, sin posibilidades de garantizar el cuidado de sus propias hijas e hijos.
A pesar de que en Ecuador existe una normativa legal contundente que protege los derechos de las trabajadoras domésticas remuneradas, en la realidad, su situación aún tiene características de precariedad. El trabajo doméstico es poco valorado en el país, y la pandemia agravó las condiciones de las personas en este sector. Es fundamental que exista un seguimiento del cumplimiento de la normativa, así como una valorización del trabajo del cuidado. Una de las recomendaciones de la OIT es avanzar hacia la creación y consolidación de sistemas integrales de cuidados, ya que el “contar con sistemas de cuidados robustos mejora la inserción laboral de las mujeres y promueve la igualdad de género”.
(*) Elaborado por Maí Suárez, redacción Revista Gestión.
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Last modified on 2022-02-17