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La población indígena es el grupo con mayores problemas sociales. Pero no solo se enfrentan a discriminación por etnia, sino también a problemas de género. La mujer indígena tiene la mayor tasa de analfabetismo (26,7%), la mayor tasa de pobreza por ingreso (49,3%) y por tiempo (86,3 horas semanales), la mayor tasa de violencia de género (67,8%), la mayor carga de trabajo no remunerado (55,8%) y la menor tasa de afiliación a la seguridad social (18,8%).

Según la Constitución de Montecristi, el Ecuador es un Estado plurinacional de derechos y justicia social. En el país se distinguen cinco grandes grupos étnicos: indígenas, montubios, afroecuatorianos, mestizos y blancos. Sin embargo, la realidad social evidencia las desigualdades entre los distintos grupos de la población, más aún si se analiza con enfoque de género.

Previamente, GESTIÓN publicó un artículo sobre el panorama de las condiciones socioeconómicas de la población indígena en contraste con las demás. Hoy se profundizará en el análisis de la realidad que enfrentan las mujeres indígenas, uno de los grupos más vulnerados de la sociedad.

Ecuador cuenta con 18 pueblos y 14 nacionalidades indígenas reconocidos por el Consejo Nacional de Desarrollo de las Nacionalidades y Pueblos del Ecuador (Codenpe). Según estimaciones de la CEPAL, a 2018, 7% de la población ecuatoriana era indígena, siendo el octavo país de la región con mayor porcentaje de este grupo étnico. Esto equivale a 1’200.989 personas, de las cuales 50,8% son mujeres.

LAS MUJERES INDÍGENAS, EL GRUPO CON MAYOR INCIDENCIA DE POBREZA

La pobreza desde la visión indígena es distinta a lo que comúnmente consideramos y medimos como pobreza. En el concepto mútsui no se entiende como la falta de objetos materiales o servicios, sino que se entiende como la carencia de productos de la biodiversidad agrícola que impide mantener la seguridad alimentaria. Por tanto, los indicadores sociales desde la lógica occidental pueden no ser significativos para las nacionalidades indígenas.

Pero desde una perspectiva económica, la situación de pobreza de los pueblos indígenas es contundente: 5 de cada 10 indígenas son pobres por ingresos, es decir, viven con menos de $ 84,82 mensuales. La pobreza agobia principalmente a este grupo, pues el índice de pobreza entre los indígenas es 2,5 veces superior al resto de la población. La CEPAL atribuye a que el factor estructurador de la pobreza indígena está en la falta de poder político y económico.

Además, existe un patrón entre los indígenas, no solo en Ecuador, sino en la región, en el que las mujeres son más pobres que los hombres. En 2016, 49,3% de mujeres indígenas eran pobres versus 48,4% de los hombres indígenas, mientras que la pobreza extrema cubría al 25,5% de las mujeres y a 25,3% de los hombres de este grupo étnico (Gráfico 1). Aunque las brechas de género de pobreza son marginales, no es un buen indicador ya que considera el ingreso per cápita del hogar, por lo que siempre muestra una situación de igualdad.

Gráfico 1

Población indígena en situación de pobreza y pobreza extrema por sexo en 2016

 

 

Por ello, se puede hacer una distinción entre pobreza por ingresos y pobreza por el uso del tiempo (Gráfico 2). En general, tanto las mujeres como los hombres indígenas presentan una mayor carga de trabajo global que cualquier otro grupo. Al mismo tiempo, es el grupo con mayor brecha de género. En promedio, las mujeres indígenas dedican 86,3 horas al trabajo remunerado y no remunerado, en contraste con las 62,1 horas que trabajan los hombres indígenas. Esto deja una brecha de 24,3 horas semanales, dicho de otro modo, los hombres indígenas cuentan con un día completo libre más que las mujeres.

Gráfico 2

Carga total de trabajo por sexo y etnia en horas promedio a la semana

 

Los factores que sumergen en mayor pobreza a las mujeres indígenas vienen dados, principalmente, por patrones culturales y por las características de los hogares. Para el Consejo Nacional para la Igualdad de Género (CNIG), algunas razones son la composición de familias numerosas, falta de acceso a actividades remuneradas, escasez de equipamiento de hogar para cuidados, menor acceso a servicios básicos, entre otros. Por lo que se distingue una relación inversa entre la situación socioeconómica y la carga de trabajo doméstico en el caso de las mujeres.

 

LAS BRECHAS SOCIALES DE GÉNERO SE CENTRAN EN LA POBLACIÓN INDÍGENA

La violencia de género tiene una estrecha relación con el nivel de educación. A medida que la mujer es más preparada, la incidencia de violencia es menor. Por ejemplo, 61% de mujeres que estaban en un centro de alfabetización fueron violentadas, contrario al 36% de mujeres con educación superior universitaria o de posgrado.

El hecho de que las mujeres indígenas sean el grupo étnico con mayor tasa de analfabetismo tiene consecuencias transversales. En el último censo, 26,7% de mujeres indígenas eran analfabetas, las políticas que se han implementado para combatir el analfabetismo han logrado reducir esa tasa en un 10%, aproximadamente, durante esta última década. Aún así, persiste en indígenas, montubios y afroamericanos.

 

Gráfico 5

Tasa de analfabetismo según autoidentificación étnica

 

Como se mencionó anteriormente, el analfabetismo tiene incidencia en la violencia de género. Es por eso que los grupos antes mencionados son los mismos que han sufrido algún tipo de violencia. La tasa de violencia de género en Ecuador es de 60,6%, es decir, que seis de cada diez mujeres en el Ecuador han sido agredidas de algún modo. En el caso de las mujeres indígenas, 67,8% de ellas ha experimentado violencia.

 

Gráfico 6

Mujeres que han vivido cualquier tipo de violencia de género según autoidentificación étnica

 

 

ECUADOR TIENE LA MENOR BRECHA DE PARTICIPACIÓN DE ACTIVIDADES ECONÓMICAS ENTRE HOMBRES Y MUJERES INDÍGENAS

Los pueblos indígenas de Ecuador tienen una tasa relativamente buena de participación económica de la región, con más de 80% de su población. Pero sobre todo cuentan con la menor brecha de participación por género. Esta brecha relativa varía entre 15 y 20% para Ecuador y Perú, 70% para Panamá y 133% para Guatemala (Tabla 1).

Estos resultados son positivos para la comunidad, puesto que significa mayor igualdad de oportunidades en el mercado laboral. No obstante, este hecho no va solo, sino que va de la mano con las actividades no remuneradas o invisibilizadas. Lo que explica otra de las razones por la cual la pobreza del tiempo es mayor en este grupo de la población.

Tabla 1

Tasa de participación económica de la población indígena por sexo (en porcentajes)

 

CONDICIONES DE LAS MUJERES INDÍGENAS EN EL MERCADO LABORAL

Las mujeres indígenas no son ajenas a las desigualdades de género que acontecen en el mercado laboral, más bien son mas cercanas a esta realidad. En el mercado laboral ecuatoriano se discrimina por dos razones: etnia y género; por ello, las mujeres indígenas y montubias son las más vulnerables.

En etnia, el contraste con las mujeres indígenas sí es notable ya que apenas 5% de ellas contaba con empleo pleno versus 16% de mujeres mestizas, según la ENEMDU- ENEC 2012. La condición que prima en las mujeres indígenas es el subempleo, debido a la dificultad de encontrar trabajo, especialmente en la zona rural donde se concentra gran parte de la población indígena.

La brecha salarial también persiste. En el caso de la mujer indígena no solo evidencia brechas de etnia, sino también género. El Gráfico 3 identifica las categorías de ocupación que señala dónde se ubican las mayores brechas. Evidentemente, la mayor brecha está en el trabajo del hogar no remunerado -55% con respecto a los hombres- y es aún más desigual con relación a las mujeres mestizas (77%). Llama la atención que la segunda categoría con mayor desigualdad pertenece a los empleados del gobierno; tanto para los hombres indígenas como para las mujeres la brecha de ingresos es de 43%. Dicho de otro modo, por trabajar en el mismo cargo, dentro del sector público las mujeres indígenas reciben 43% menos de lo que recibirían los hombres o las mujeres mestizas.

Gráfico 3

Brecha de los ingresos laborales promedio de las mujeres indígenas y mestizas de la sierra rural del Ecuador

 

En el contexto de la pandemia hubo un desplazamiento general del mercado laboral, con una completa reestructuración. Cerca de 700 mil personas han perdido su empleo en lo que va del año. Aunque la agricultura es uno de los contados sectores que ha crecido en el primer semestre, las condiciones laborales de esta actividad en ocasiones son precarias y mal remuneradas.

El asecho del coronavirus ha dejado en mayor vulnerabilidad a toda la población. Sin embargo, ante cualquier eventualidad, los indígenas se encuentran en una situación más compleja que el resto ya que 76% de hombres y 81,2% de mujeres no están afiliados a ningún seguro. En contraste con la población mestiza, que en promedio bordea 50% de no afiliados (Gráfico 4).

A quien más perjudica esta carencia es a las mujeres mayores, dado que no contarán con previsión social cuando abandonen el mercado laboral. La informalidad y el subempleo son los que socavan los derechos laborales y, como se mencionó anteriormente, las mujeres indígenas se concentran en el subempleo. 

Gráfico 4

Trabajadores indígenas y no indígenas que no cotizan o no están afiliados a un sistema previsional (en %)

 

La total desigualdad que se profundiza en la población indígena, con gran hincapié en las mujeres, demuestra la falta de políticas públicas y consciencia social para que se respete el Estado plurinacional. Este grupo vulnerable requiere de prioridad atención. Si bien el autoconsumo representa una actividad clave para sobrevivir, no cuentan tampoco con una seguridad alimentaria, pues es el grupo con mayores problemas de nutrición.

Se requiere de políticas que logren mejorar la calidad de vida de estos pueblos mediante la provisión de servicios básicos como agua potable, luz eléctrica, internet. Y paralelamente implementar políticas públicas más inclusivas para reducir estas profundas brechas de desigualdad.

 
Por: Karen Lucero, redacción Revista GESTIÓN.

 

 

 

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Last modified on 2020-09-10

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