Entre el 2000 y 2014, la economía creció por encima del 4% cada año, pero desde 2015 el crecimiento permanece estancado a una tasa promedio de apenas 0,5%. Ecuador creció 2,9% en 2022; sin embargo, el Banco Central rebajó la previsión de crecimiento a 2,6% para 2023, lo que confirma que la economía está perdiendo impulso. ¿A qué se debe esta ralentización? Muchos factores inciden, entre ellos el frenazo de la producción petrolera.
LA ECONOMÍA ECUATORIANA, CASI UNA DÉCADA ESTANCADA
El Banco Central del Ecuador (BCE) informó que el país creció 2,9% en 2022 y rebajó la previsión de crecimiento a 2,6% para 2023. Esto confirma que la economía está perdiendo impulso. Además, si ampliamos el horizonte de análisis, las cifras muestran que el crecimiento económico ha permanecido estancado por casi una década. Desde 2015, el Producto Interno Bruto (PIB) de Ecuador ha crecido a un promedio de apenas 0,5% cada año.
Un factor determinante para el despegue de la economía ecuatoriana fue el boom de las materias primas, que generó las divisas necesarias para sostener la dolarización y dinamizar la actividad económica e incrementar el ingreso per cápita. Sin embargo, a pesar de la dependencia del petróleo y de las rigideces impuestas por la dolarización, los gobiernos de turno no crearon mecanismos para hacer frente a shocks exógenos (incluso eliminaron fondos de ahorro y estabilización). Una de las razones por las que Ecuador está expuesto a los efectos externos se debe a la limitada diversificación productiva y exportadora.
Otro aspecto destacable es que el crecimiento de la inversión o formación bruta de capital fijo (FBKF) fue impulsado principalmente por el sector público. La inversión pública pasó de representar el 5% del PIB a inicios del 2000 a ubicarse en torno al 16% del PIB en 2013 y 2014 (Gráfico 1). Este incremento no logró arrastrar consigo a la inversión privada que, de hecho, tendió a caer durante ese período. Sin embargo, a partir de 2015 la tendencia se revirtió. Las últimas cifras disponibles de FBKF desagregadas por sector muestran que la inversión pública que llegó a representar el 58% del total en 2014 y cayó al 32% en 2019.
Gráfico 1
Composición de la inversión (FBKF) como % del PIB
En todo caso, los 15 años posteriores a la dolarización de la economía ecuatoriana constituyen el período de mayor crecimiento económico sostenido registrado en el país desde que se dispone de estadísticas modernas. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) destaca que esto permitió lograr una reducción de la pobreza sin precedentes e iniciar la transición hacia un país con predominio de la clase media. Sin embargo, tras el desplome de la cotización internacional del petróleo en 2015, se detuvo el ciclo expansivo que la economía ecuatoriana había venido experimentando en los tres lustros anteriores, lo que dejó en entredicho la sostenibilidad del modelo de desarrollo que se conformó durante ese período.
En ese contexto, el gobierno actual se ha visto obligado a lanzar un proceso de ajuste fiscal. No obstante, la consolidación fiscal que se está llevando a cabo en el país ha recaído principalmente en el recorte de la inversión pública, lo cual explica parte de la ralentización económica de los últimos años. El mayor riesgo al que se enfrenta Ecuador en esta difícil coyuntura es que se estanquen, e incluso se reviertan parcialmente los avances sociales de las últimas dos décadas. La mejor respuesta sería apuntalar un crecimiento económico alto y sostenido. Sin embargo, el país lleva casi una década con un crecimiento estancado y las previsiones de crecimiento tampoco son muy alentadoras.
PREVISIONES DEMASIADO OPTIMISTAS EN UN COMPLEJO ESCENARIO INTERNO Y EXTERNO
Aunque el BCE redujo de 3,1% a 2,6% la previsión de crecimiento para 2023, todavía es una cifra bastante optimista si consideramos la compleja coyuntura interna y externa. En el caso nacional, los factores que pueden reducir el crecimiento tienen que ver con inestabilidad política, movilizaciones sociales y desastres naturales. Mientras en el contexto externo, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) coinciden en que el crecimiento mundial y regional se desacelerará en 2023.
En 2022, la economía ecuatoriana presentó un crecimiento de 2,9%, que no fue suficiente para superar los niveles prepandemia. Con el flojo crecimiento esperado para 2023, la producción apenas superaría ese umbral y confirmaría que la economía lleva casi una década estancada. La evolución del PIB real (producción sin distorsiones de la inflación) da cuenta de que entre 2000 y 2014 la economía creció de manera sostenida por encima del 4% cada año, pero desde 2015 se estancó a una tasa de apenas 0,5%.
Para 2023, el crecimiento de la actividad económica respondería mayoritariamente al incremento en la inversión (FBKF), al dinamismo del gasto de los hogares y al incremento de las exportaciones de bienes y servicios. Cabe destacar que el crecimiento de 2022 se explica principalmente por el incremento en el gasto de los hogares, que aumentó en 4,6% con respecto a 2021. Según el BCE, la recuperación de este componente responde a varios factores como: una mayor dinámica del crédito de consumo (el número de operaciones concedidas por el sistema financiero nacional en este año creció en 10,2%); un aumento de compras de bienes de consumo en 11,6%, y el dinamismo de las remesas recibidas que crecieron 8,7%. Sin embargo, las previsiones muestran una desaceleración del gasto de los hogares, el crecimiento estimado para 2023 sería de 3,2%, 1,4 puntos porcentuales menos que en 2022 (Gráfico 2).
Gráfico 2
Crecimiento de los componentes del PIB en 2023 (tasa de variación anual)
Es importante mencionar que las remesas se mantienen resilientes a pesar de las condiciones económicas globales adversas. En 2022 alcanzaron los USD 4.744 millones, un récord histórico. Además, cada vez tienen un mayor peso en la economía; en 2013 representaron el 2,6% del PIB y para 2022 el 4,1% (Gráfico 3).
Gráfico 3
Evolución de remesas recibidas (en USD millones)
Volviendo a los componentes del PIB, el BCE prevé un incremento en la FBKF de 3,4%, impulsado por un aumento tanto de la inversión pública como de la privada. Según las autoridades, la inversión pública dinamizará la actividad de la construcción a través de obras viales y de infraestructura pública necesarias para afrontar los daños ocasionados por el terremoto y el temporal invernal. Además, se contempla un impulso al Proyecto de Vivienda de Interés Social y Público por parte del Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi) y se espera un crecimiento de los créditos hipotecarios concedidos por parte del BIESS y de las entidades del sector financiero privado. Esta previsión es demasiado optimista y puede ser la responsable de que la proyección de crecimiento este sobrestimada.
Por otro lado, la inversión extranjera directa (IED) tampoco se ha consolidado. En 2022 sumó USD 768 millones, creciendo USD 121 millones con respecto a 2021, pero apenas representa el 0,7% del PIB. De hecho, los mejores registros de IED se dieron en 2015 y 2018, con USD 1.331 millones y USD 1.389 millones, respectivamente, pero tampoco son significativos ya que representaron el 1,3% del PIB. Para los próximos años es poco probable que los flujos cambien de tendencia, sobre todo con la gran inestabilidad política que aleja a los inversionistas.
Otros factores que pueden afectar el crecimiento económico tienen que ver con el escenario internacional. El FMI prevé que las economías avanzadas experimenten una desaceleración desde 2,7% en 2022 a 1,3% en 2023. También hay que tomar en consideración una posible prolongación de la guerra entre Rusia y Ucrania, así como el deterioro de los mercados inmobiliarios de China. Además de la persistencia de presiones inflacionarias a nivel mundial y la continuación de una política monetaria contractiva por parte de bancos centrales a través del incremento de sus tasas de interés, lo cual a su vez puede desacelerar la demanda agregada y encarecer el fondeo externo de las instituciones financieras domésticas (lo que reduciría el crédito) y el financiamiento público.
SECTOR PETROLERO EN CRISIS
El valor agregado bruto (VAB) petrolero disminuyó 0,9% o el equivalente a USD 5.925 millones en 2022. Gran parte de esta caída se debe a las movilizaciones registradas a nivel nacional en junio de 2022, ya que se suspendieron las operaciones en 961 pozos de la empresa pública Petroecuador, que representan el 63% del total de pozos en producción, así como del 17% de los pozos concesionados por las empresas privadas. Esto impactó negativamente en el desempeño de la industria petrolera. Adicionalmente, se registraron varias paralizaciones de actividades en las refinerías:
- Esmeraldas: en octubre se suspendieron las actividades por motivo de un taponamiento no programado y en noviembre por un mantenimiento programado,
- La Libertad: en septiembre se suspendieron las actividades por falta de stock de crudo y por falta de la evacuación de Fuel Oil.
Estos eventos afectaron la fabricación de productos derivados de petróleo. Además, el 11 de noviembre de 2022 se registraron descensos en la producción de crudo debido a un evento eléctrico que apagó la generación del campo ITT, que produce alrededor de 55.000 barriles de petróleo al día. De manera similar, el 11 de diciembre de 2022 se produjo una caída de la producción de Petroecuador a causa del apagón de algunos pozos petroleros por fallas en el Sistema Nacional Interconectado. Este evento externo generó afectó a 728 pozos, que representan el 46% de los activos de la empresa pública y que forman parte de los campos más productivos, como son Sacha, Shushufindi, Auca, Indillana, Libertados, Palo Azul y Lago Agrio.
A pesar de estas afectaciones, en 2022 la producción petrolera creció 1,8% o el equivalente a 3 millones de barriles. La producción fiscalizada alcanzó los 172,7 millones de barriles, de los cuales, 116,9 millones de barriles se destinaron al mercado externo. Las exportaciones de petróleo en volumen cayeron 0,5% respecto al 2021. En términos de valor, las exportaciones de crudo llegaron a los USD 10.034 millones, superando en 37,9% a los USD 7.278 millones registrados en 2021. Esta dinámica se explica por los precios, pues en 2022 el precio promedio por barril de exportación fue de USD 85,8, valor superior en USD 23,9 al registrado en 2021 (Gráfico 4).
Gráfico 4
Producción y precio mensual del petróleo (en miles de barriles diarios y USD por barril)
El BCE prevé que el VAB petrolero crezca 3,4% en 2023. Este aumento se sustenta en un incremento anual en el volumen de producción petrolera, la cual se espera que llegue a un promedio de 498 mil barriles por día. Sin embargo, entre enero y febrero el bombeo diario fue de 468 millones. La producción lleva años estancada y no hay duda de que el sector está en crisis. La falta de inversión pública y privada, la toma de pozos por movilizaciones indígenas y los desastres naturales son los principales responsables.
Además, otro problema que enfrenta el sector es la caída del precio del crudo. Entre enero y febrero, el West Texas Intermediate (WTI) bordeo los USD 77 por barril y las previsiones de la Administración de Información Energética (EIA) de Estados Unidos sugieren que el precio tenderá a la baja los próximos meses. Las finanzas públicas ya sienten este impacto, pues en el primer trimestre de 2023 los ingresos petroleros sumaron USD 305 millones, un 55% menos que los USD 681 millones registrados en 2022.
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Last modified on 2023-04-16