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Autor: Revista Gestión *

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), el empleo en el sector informal creció en 4,81% entre 2019 y 2022, pasando de 47,28% a 50,60%. Se identifica una peor situación para las mujeres, sobre todo para aquellas que viven en el área rural, y más que nada para las mujeres indígenas, quienes en 2022 tuvieron una tasa de empleo informal de 83,45%. La precariedad comprende también sus niveles de pobreza y de cobertura social, igualmente representan las brechas existentes en el país.

LA INFORMALIDAD ES LA CARA DEL MERCADO LABORAL EN ECUADOR

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), cuando los mercados laborales están fragmentados o las redes de seguridad social son insuficientes, y los empleos formales tienen bajos salarios y/o pocas horas de trabajo, las personas pueden verse obligadas a trabajar en la economía informal. En estas situaciones, indicadores laborales como la tasa de desempleo y el subempleo no reflejan la verdad acerca de la situación del mercado laboral.

El organismo también explica que la economía informal carece de condiciones laborales dignas. La evidencia indica que la mayoría de las personas que trabajan en la economía informal no lo hace por elección, sino como resultado de la falta de oportunidades en la economía formal y la falta de otros medios de subsistencia. Se trata de un problema a nivel mundial, donde más del 60% de la población ocupada en todo el mundo trabaja en la economía informal. Sin embargo, es más común en los países en desarrollo.

En el caso de Ecuador, el empleo en el sector informal es mucho más alto que otros índices importantes como el desempleo, el subempleo, el otro empleo no pleno y el empleo adecuado. De hecho, cuando existen variaciones negativas en el crecimiento del desempleo, no significa que esa fuerza de trabajo se mueva al empleo pleno, sino todo lo contrario, aumentan tasas como la del sector informal. Para 2022, se redujo en 0,9 puntos porcentuales el desempleo respecto a 2021 pero el empleo informal creció en 2,12%, llegando a ser 50,60%; según estadísticas del INEC (Gráfico 1). Al cierre del 2022, en términos nacionales, únicamente 3 de cada 10 personas se encontraban en un empleo pleno, mientras que 5 de cada 10 en el sector informal. 

Gráfico 1

Desagregación del empleo anual en 2022

ONU Mujeres especifica las implicaciones de tener un empleo en el sector informal en Ecuador:

  • Tener menos acceso a la infraestructura básica y a los servicios sociales básicos.
  • Enfrentar mayor exposición a contingencias comunes (salud, propiedad, incapacidad y muerte).
  • Tener menos acceso a los medios para enfrentarse a estas contingencias (salud, propiedad, incapacidad o seguro de vida).
  • Tener niveles más bajos de salud, educación y longevidad.
  • Tener menos acceso a bienes financieros, físicos y otros bienes productivos.
  • Tener menos derechos y beneficios de empleo.
  • Tener menos asegurados los derechos de propiedad sobre el terreno, vivienda u otros bienes productivos.
  • Enfrentar mayor exclusión por parte del estado, mercado e instituciones políticas que determinan las “reglas del juego’” en estas varias esferas.

LA FEMINIZACIÓN DEL MERCADO LABORAL INFORMAL SE MANTIENE

La crisis sanitaria puso en evidencia la gran magnitud de la precariedad y la falta de protección que enfrentan los trabajadores informales, quienes generalmente no tienen acceso al crédito y no se benefician de las medidas fiscales o de estímulos económicos, como el teletrabajo, panorama que describe al sector rural y afecta en mayor medida a la mujer, explica un estudio de la CEPAL.

Asimismo, argumenta que la informalidad laboral es una característica arraigada en la estructura de los países de América Latina y el Caribe, puesto que el lugar donde las personas viven tiene un impacto directo en su capacidad de encontrar empleo formal, lo que a su vez agrava las desigualdades sociales que ya están afectadas por otras dimensiones estructurales de la desigualdad. Ante esto, la OIT menciona que en la región, el fenómeno de la informalidad está atravesado por los ejes de la desigualdad social, observándose importantes desigualdades de género, socioeconómicas, étnicas y raciales. 

En Ecuador, al ver el empleo informal por género, área o etnia, todo se torna gris y alarmante. Los niveles de informalidad de las personas identificadas como indígenas o que viven en el área rural son mucho más altos que la tasa nacional, en contraste con mujeres y hombres que habitan en la urbe, quienes poseen tasas de informalidad de 39,88% y 39,02%, respectivamente. Además, los niveles pre pandemia no se han recuperado, aún peor, se han incrementado, afectando principalmente a las mujeres ecuatorianas. La brecha de género en el sector informal es de 3,71 puntos porcentuales a nivel nacional, aunque al verlo por área se intensifica de mayor manera. 

Entre las mujeres que viven en el área urbana y aquellas que viven en el área rural existe una brecha de 36,72 puntos porcentuales. Mientras que la mujer indígena es la que percibe mayores niveles de informalidad en el mercado laboral, con un valor de 83,45%, mismo que se ha incrementado en 3,05 puntos porcentuales en relación a 2021 (Gráfico 2). 

Gráfico 2

Evolución y desagregación del empleo informal anual 

POBREZA Y FALTA DE COBERTURA SOCIAL PARA LA MUJER INDÍGENA

Según el boletín “Brechas de género: un análisis del mercado laboral en la post-pandemia COVID 2019”, escrito por el Observatorio de Política Socio Ambiental (OPSA), la precarización del empleo ha llevado a que las mujeres indígenas estén más presentes en el sector informal. Esto tiene implicaciones importantes en sus condiciones laborales, ingresos, cobertura de seguridad social y situación de pobreza. El observatorio evidencia que las mujeres indígenas son las más afectadas y experimentan un aumento en su incidencia de pobreza por ingresos del 55,37% en diciembre 2019 al 59,14% en diciembre 2022 (Gráfico 3). 

Gráfico 3

Pobreza por ingresos a diciembre 2019 - 2022

Eso quiere decir que para 2022, 6 de cada 10 mujeres indígenas eran pobres según ese indicador. La situación se agrava aún más, menciona el boletín, al tomar una perspectiva multidimensional, considerando las dimensiones de educación, trabajo y seguridad social, salud, agua y alimentación, y hábitat, vivienda y ambiente sano. La pobreza multidimensional para las mujeres indígenas registra las peores condiciones de bienestar, pues enfrentan tasas de pobreza multidimensional superiores al 70%. En consecuencia, para el año 2022, 8 de cada 10 mujeres indígenas eran pobres. Curiosamente, en ambos tipos de pobreza se ha registrado una disminución para hombres y mujeres en general, pero en el caso de la mujer indígena, los índices solo han aumentado. 

En cuanto a cobertura social, en promedio, únicamente el 30% de la población ecuatoriana cuenta con algún tipo de protección de seguridad social. Del mismo modo, como ha sido la norma histórica, las mujeres gozan de menos cobertura que los hombres, cuya tasa se acerca al 35%, mientras que la de ellas se ubica en torno al 30%, muestra el boletín. 

Dentro de este contexto, la mujer indígena es el grupo que presenta la menor protección de seguridad social, en comparación con la población general, demuestra la investigación de OPSA. Aunque se observa un incremento en la cobertura de seguridad social en el 2022 en comparación con el 2019, ésta aún se encuentra a la mitad aproximadamente de la protección alcanzada por los hombres e incluso en comparación al porcentaje de mujeres que poseen cobertura social (Gráfico 4).

Gráfico 4

Cobertura social a diciembre 2019 - 2022

Un estudio de la OIT acerca de la economía informal para hombres y mujeres, recalca que no todos los trabajadores ingresan a la economía informal por la misma razón; es decir, puede haber trabajadores informales que no se encuentran bajo la línea de pobreza. Sin embargo, en el caso de Ecuador, la mujer indígena sí cumple la regla donde a mayores niveles de pobreza, se incrementa su incidencia en el mercado laboral informal y, por lo tanto, posee menor cobertura social. A partir de esto, se reduce su bienestar y la brecha de género se ensancha, lo que se traduce en menores ingresos y en la creación de barreras para tener una vida digna. 

(*) Elaborado por Camila Marcayata, analista económica Revista Gestión.

 

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Last modified on 2023-04-26

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