La dolarización fue un proceso que se llevó a cabo de abajo hacia arriba, es decir, la población había migrado del sucre al dólar informalmente, para luego ser oficializado en marzo del 2000. La crisis económica, profundizada por la pandemia, ha puesto en el debate un posible abandono de la dolarización. Pero actualmente el sistema bancario es sólido y el encaje bancario supera el 9%. El problema mayor recae sobre el déficit fiscal que podría llegar a valores cercanos a $ 10 mil millones. Salir de la dolarización significaría un desplome económico y los problemas sociales se agravarían, pero además que existen candados legales que no son fáciles de romper. Por ello, en este preciso momento, pensar en desdolarización no es opción.
RESTROSPECTIVA HISTÓRICA: ¿CÓMO SE LLEGÓ A LA DOLARIZACIÓN?
El cambio de régimen monetario soberano (sucre) hacia el dólar se llevó a cabo en un contexto económico y social dominado por la desconfianza e incertidumbre, además del azote del fenómeno de El Niño (1998) y la caída de los precios del petróleo. De igual manera, la pobreza urbana sufrió un incremento de 36% a cerca de 65% en 1999.
Asimismo, las instituciones del sistema financiero, o gran parte de ellas, aquejaron problemas de insolvencia por falta de regulación y el incremento de los créditos vinculados. Un importante factor del estallido fue que en la Constitución de 1998 se estableció que el Banco Central podía emitir créditos para solvencia e inestabilidad de los bancos privados. Este apoyo al sector financiero generó que el endeudamiento del sector público se establezca en cerca de 95% del PIB en 1999.
Tabla 1
Indicadores macroeconómicos de 1999 y 2020
El economista Marco Naranjo explica que dadas las condiciones económicas inestables (Tabla 1), casi 90% de las funciones del dinero se habían trasladado del sucre al dólar. Se ahorraba en dólares, se fijaban los precios y se exigían pagos en dólares, especialmente a finales de 1999. De igual manera, los créditos en el sector financiero se llevaban a cabo usando la moneda estadounidense.
Con el fin último de evitar una crisis de liquidez en la banca privada se congelaron los depósitos en marzo 1999, pues se había generado un impuesto que cargaba sobre la circulación del dinero. El resultado de dicha medida impositiva fue que las personas depositen su dinero en cuentas off-shore, es decir, fuera del país. La cantidad de dinero que se fugó asciende a $ 755 millones, socavando aún más el problema de la banca.
Durante la década de 1990 se consideraba que un país candidato para la dolarización oficial sería aquel cuya economía cumpla con: un elevado nivel de reservas internacionales, sistema bancario fuerte y confiable, sector fiscal equilibrado (bajo endeudamiento y mínimo déficit), balanza comercial positiva (exportaciones mayores que las importaciones), flexibilidad laboral, estabilidad en el tipo de cambio, baja inflación y crecimiento económico sostenido. Sin embargo, Ecuador en 1999 no cumplía con casi ninguna de las condiciones, pero al final la dolarización se mostró como un salvavidas para la nación.
A inicios del 2000, cerca del 70% de la banca privada había quebrado o sido transferida hacia el control del Estado. Debido a que en su mayoría la economía ecuatoriana se encontraba dolarizada de manera informal, en enero de 2000 se optó oficialmente por la dolarización. El proceso fue complicado, sin embargo, dada la desconfianza por el sucre se logró dolarizar casi a toda la población hasta septiembre del mismo año.
Para llevar a cabo la dolarización se aplicó una reforma legal en el Registro Oficial. Así, el 13 de marzo del 2000 entró en vigor la Ley para la Transformación Económica y con ello se estableció la base jurídica necesaria para la transición sucre-dólar a un tipo de cambio de 25.000 sucres por dólar.
BASES JURÍDICAS QUE SOSTIENEN LA DOLARIZACIÓN
La base jurídica de la dolarización se establece en el marco de la Ley de Transformación Económica, conocida como ley Trolebús 1. En dicha ley existen cambios en el aspecto financiero y fiscal, principalmente. Cuando entró en vigencia esta normativa, el país inició su transformación hacia el uso de dólar como moneda de circulación, medio de pago, reserva de valor y unidad de cuenta en todo el país. Se otorgó al Banco Central el rol de canje de 25.000 sucres por un dólar.
Citando la Ley de Transformación Económica, en sus consideraciones iniciales se indica que “el único esquema que se adapta a las necesidades de la economía nacional y permitirá solucionar los problemas a los que se enfrenta esta última, es el de libre circulación del dólar de los Estados Unidos de América”. En términos generales, se configura todo el aparataje económico para el uso del dólar, los préstamos pendientes, obligaciones, multas, se fijan precios (como el salario mínimo) y toda transacción será llevada a cabo usando el dólar como moneda.
De igual manera, el artículo 217 de la Ley Orgánica de Administración Financiera y Control menciona que “la contabilidad de las entidades del sector público se llevará en dólares de los Estados Unidos de América”. Y no solo la contabilidad del Estado sino también se toma en cuenta que “la contabilidad de las personas naturales y jurídicas, públicas y privadas, se llevará en dólares de los Estados Unidos de América y su capital se expresará en la misma moneda”. Con ello, toda la economía -sin excepción- se maneja bajo el uso del dólar estadounidense.
En el artículo 94 del Código Monetario y Financiero se establece también que “todas las transacciones, operaciones monetarias, financieras y sus registros contables, realizados en la República del Ecuador, se expresarán en dólares de los Estados Unidos de América”. En el mismo artículo se deja claro que “en ningún caso el Estado podrá obligar a una persona natural o jurídica de derecho privado a recibir moneda distinta del dólar de los Estados Unidos de América”.
Claro que las leyes se pueden cambiar, pero para dar paso a una nueva moneda de circulación en el país sería inevitable reformar el Código Monetario y Financiero. Para dar por finalizada la la dolarización, se debería reformar el artículo 94 mencionado en el párrafo anterior. Es decir, es necesario llevar a cabo el mismo proceso con el que fue publicado el Código para ser cambiado según las nuevas disposiciones.
LA ESTABILIDAD DEL SISTEMA FINANCIERO GARANTIZA LA DOLARIZACIÓN
Naranjo asegura que el sistema financiero nacional es líquido y solvente, pues tiene las reservas necesarias y suficientes en tanto que los bancos han dado créditos respaldados, es decir, que son perfectamente recuperables. “Los bancos aprendieron mucho y muy bien de la quiebra del año 99”, desde entonces el sistema financiero ecuatoriano se ha enfocado en mantener buenos indicadores para recuperar y sostener la confianza de la población en la banca.
Si contrastamos lo dicho por Naranjo con los datos reportados por la Superintendencia de Bancos se corrobora esta información. Por ejemplo, el encaje legal fijado por la Junta de Política y Regulación Monetaria y Financiera es de 2%, y para las entidades financieras públicas y privadas cuyos activos superen los $ 1.000 millones es del 5%. Sin embargo, el porcentaje de encaje que guarda la banca privada es mucho mayor, pues en promedio llega a 9,72%. El encaje bancario es el porcentaje de depósitos que los bancos dejan en manos del Banco Central como respaldo, aparte de las reservas que guardan internamente.
Gráfico 1
Porcentaje del encaje de la banca privada en abril 2020
Los efectos de la pandemia -en caso de que esté afectando- ya podrían vislumbrarse en los resultados de marzo y abril; sin embargo, se han mantenido estables. Si comparamos las reservas totales de los bancos privados de enero a marzo del año pasado, las reservas de este año incluso se han incrementado. En abril de 2020 las reservas totales crecieron en $ 222 millones aproximadamente respecto al mismo mes del año anterior, lo que implica mayor seguridad y liquidez para el sistema financiero privado, pues siguen el curso creciente de los flujos monetarios (Gráfico 2).
Gráfico 2 Reservas totales de los bancos privados
La pandemia sin duda ha generado estragos en la economía, de tal forma que el consumo y la producción han caído por el confinamiento. Aun así, la caída de las captaciones conformadas por los depósitos para marzo de 2020, fue relativamente pequeña, con un decrecimiento de -2,5% respecto a febrero. Mientras que los créditos otorgados al consumo decrecieron en -0,9% mensualmente. La caída de estos créditos puede ser efecto de la caída del consumo de la población en sí mismo o por el incremento del ahorro.
Estos resultados reflejan dos cosas importantes. La primera, que en una potencial desdolarización, o problemas de liquidez, la banca debería demostrar resultados decrecientes en sus depósitos, sin embargo, los datos evidencian que el curso creciente se ha mantenido relativamente estable en los últimos años. Y, la segunda, que hasta marzo de 2020 los efectos de la pandemia en el sistema financiero son pequeños y, si bien en abril podrían profundizarse, las reservas dan indicios de que no han sido un problema mayor.
Gráfico 3
Saldo de las captaciones de la banca privada (depósitos) y de los créditos al consumo
Entonces, ¿cuál es el problema de liquidez del que se está hablando? Uno de los problemas principales se centra en el estrecho espacio fiscal que dispone el Gobierno para actuar; este ya era un problema anterior pero la pandemia lo agravó. La caída de los ingresos nacionales es grave, dejándole al Estado con una limitada capacidad de reacción.
El desplome de los precios del petróleo, la suspensión de las exportaciones petroleras por la rotura de dos oleoductos, la paralización del 70% de las actividades productivas -reduciendo así los ingresos por recaudación tributaria- y las rentas de las empresas públicas son algunos de los factores que presionan al gobierno central.
Para 2020 se aprobó el Presupuesto General del Estado con un déficit de $ 3 mil millones aproximadamente. Ahora, los ingresos fiscales por efectos de la pandemia se podrían reducir en $7 mil millones más, dejando un déficit de alrededor de $ 10 mil millones, y se debe agregar la amortización del capital de la deuda pública interna y externa. En tanto, la demanda de recursos para sostener la crisis es cada vez mayor.
Por ejemplo, la Seguridad Social ha sido una de las más afectadas y que demandan mayor liquidez, pues la caída de las afiliaciones, el aumento de morosidad de los créditos junto a una mayor demanda de servicios de salud dejan un escenario crítico para atender las necesidades de los afiliados y cumplir con los pagos a los jubilados. En estos casos, el BIESS sostiene al IESS mediante los recursos ahorrados, pero gran parte de estos están invertidos en bonos del Estado, préstamos para afiliados y papeles en el mercado de valores.
Por eso, el gobierno tiene la urgencia de conseguir financiamiento externo puesto que ya ha utilizado instrumentos de financiamiento interno, emitiendo bonos o utilizando las reservas internacionales que dejan una menor liquidez en la economía. Incluso por esto, los bancos privados han tenido temor de que las reservas que tienen en el Banco Central no estén cubiertas.
Para Ricardo Hausmann, profesor de Economía Política Internacional en The Harvard Kennedy School, se debe diferenciar el tipo de shock que es la pandemia para así poder definir una ruta de acción. Si el shock es temporal, se debe financiar mediante deuda, pero si es permanente deberá reducir el consumo. Así lo dijo en un reciente webinar. El coronavirus es temporal, pero largo. Sin embargo, el gobierno ecuatoriano, no tiene muchas salidas ya que los únicos dispuestos a darle créditos son los multilaterales, o China. Si hay menos dólares en la economía, el Estado debe tratar de que no salgan, por tanto, hay que cambiar los patrones de consumo para consumir más lo nacional, reducir las importaciones y no quitarle dólares a la economía.
ESCENARIO FRENTE A LA DESDOLARIZACIÓN, ¿ES POSIBLE?
El panorama complejo de la economía ecuatoriana ha desembocado en una serie de opiniones controversiales, entre estas, la desdolarización. El nerviosismo que esto puede generar en la población podría ser catastrófico para la economía. Naranjo considera que este nerviosismo ha sido fruto de mera desinformación creada por grupos políticos que buscan la conmoción social por intereses de poder.
Además de Naranjo, el docente José Luis Fuentes coincide en que el mero anuncio, en estos momentos, de que los depósitos serán devueltos en otra moneda provocaría una hecatombe financiera. En ese escenario nadie ahorraría, se produciría una corrida bancaria de magnitudes insospechadas, implicaría que desde el principio sería una moneda depreciada creando problemas hiperinflacionarios.
Naranjo, en su artículo “Costos del abandono de la dolarización en Ecuador”, publicado en la revista Íconos, profundiza sobre el tema señala claramente el proceso detonante que conllevaría la desdolarización.
Concuerdan también en que esto ya se evidenció en el gobierno anterior, cuando impulsaron el dinero electrónico, pues el costo de su implementación superó las transacciones que logran hacerse por esta vía; ni siquiera el 1% de la población aceptó ese dinero.
Los nuevos mecanismos de los que se están hablando para inyectar liquidez al país como el timbre cambiario, los bonos del Estado o los popularmente llamados “patacones” lo único que lograrían es destruir las bondades de un sistema monetario creíble y respaldado que ha dado estabilidad macroeconómica para el país, según Naranjo.
De su lado, el expresidente de la Asociación de Bancos Privados, César Robalino, también se refirió a este tema en declaraciones públicas, indicando su desacuerdo con el uso o la creación de dinero electrónico como una salida a los problemas actuales ya que destruiría la base monetaria y derrumbaría el sistema.
Si bien un país con moneda propia, Banco Central autónomo y sin tipo de cambio fijo tienen mayor flexibilidad para hacer frente a la pandemia y están haciendo pleno uso de ella, otros no tienen esta opción. Pero Hausmann anota que esto no significa que el Ecuador deba adoptar un sistema de moneda propia porque eso no se puede hacer en medio de una crisis, sino que se logra con el tiempo, desarrollando instituciones y credibilidad.
Para él, es claro que la dolarización le sirvió a la economía ecuatoriana. Si Ecuador tuviese el mismo endeudamiento fiscal y falta de reservas como en el 99, hoy tendríamos hiperinflación, “en la actualidad no hay cómo cambiarlo, no hay una salida práctica”. Pero en un país dolarizado, los salarios deben ser flexibles ya que en los demás países bajan los sueldos devaluando su moneda, en cambio, en una economía dolarizada los salarios van a tener que caer.
Por tanto, en estos momentos la desdolarización de la economía ecuatoriana no tendría posibilidad de darse. Los resultados que desataría serían desastrosos en cualquier forma, pero además el costo político, social y económico que implica es altísimo, por lo que ninguna autoridad tomaría esa política. Rafael Correa -sin ser partidario de la dolarización y con la alta popularidad que tenía- no lo propuso, menos aún lo haría este gobierno frente a todos los problemas por la pandemia y la desestabilidad fiscal que ya enfrentan.
(*) Redacción Revista GESTIÓN.
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Last modified on 2020-05-31