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Autor: Revista Gestión

Los esfuerzos en años recientes en materia de reducción de la desnutrición han sido poco efectivos. Uno de cada cuatro niños tiene desnutrición crónica. A la larga, los efectos se reflejarán en la salud y en las relaciones sociales y económicas de quienes no accedieron a los suficientes nutrientes durante la infancia. Luego del coronavirus y la crisis, se estima que las condiciones se agraven, principalmente para los grupos vulnerables.

En un artículo anterior se estableció un balance sobre los problemas nutricionales de los ecuatorianos. En este artículo se hace énfasis en la desnutrición de los menores ecuatorianos y el efecto intertemporal que tendrá.

La malnutrición es un problema de salud que consta de dos ejes fundamentales: la desnutrición y el sobrepeso. A lo largo se tratará acerca de la desnutrición infantil y su impacto social y económico.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la desnutrición es la causante de un tercio de todas muertes de infantes en el mundo.

Dentro de la desnutrición hay tres indicadores centrales que miden la falta de nutrientes en la alimentación de un infante: desnutrición crónica, que se refiere a un crecimiento deficiente de talla; desnutrición global, que tiene relación con un bajo peso con respecto al del promedio de la edad; y, desnutrición aguda, que expresa un bajo peso para la talla.

Las causas de la desnutrición son bien conocidas. Se atribuye a la ingesta deficiente de nutrientes y a la persistencia de enfermedades infecciosas. La UNICEF resume que la desnutrición infantil es “causada no solo por la falta de alimentos adecuados y nutritivos, sino también por la presencia de enfermedades frecuentes como la parasitosis, malas prácticas de cuidado y un limitado acceso a servicios básicos y de salud”.

Las consecuencias, por otro lado, se extienden en el horizonte temporal. A corto plazo, la desnutrición se asocia con problemas de salud que dificultan el desarrollo normal de los niños, de tal manera que no pueden mantener un normal funcionamiento de sus capacidades físicas y cognitivas.

En etapas posteriores, principalmente en la adultez, la desnutrición en la niñez se traduce en un incremento en la probabilidad de presentar problemas de salud, fracaso educacional, baja productividad laboral y por tanto menores ingresos.

Es un problema de tal magnitud que si no se combate pronto tiene altos costos sociales. Bajo este marco, el 15 de diciembre, el presidente de la República, Lenín Moreno, firmó un decreto para combatir la desnutrición crónica infantil. Uno más.

UNO DE CADA CUATRO MENORES DE 5 AÑOS SUFRE DE DESNUTRICIÓN

A 2018, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) arrojó resultados preocupantes sobre la elevada prevalencia de la desnutrición en menores de 5 años. A nivel nacional, uno de cada cuatro niños presentaba un cuadro de desnutrición crónica (Gráfico 1), es decir, menor altura con respecto a su edad.

Gráfico 1

Desagregación de desnutrición crónica en menores de 5 años en 2018

 

 

Sin embargo, hay grupos entre los cuales la presencia de desnutrición es mayor. Por ejemplo, en la etnia indígena, cuatro de cada 10 niños presentan problemas de desnutrición. De igual forma, hay una diferencia de ocho puntos porcentuales entre las zonas urbanas y rurales.

Si se compara con 2004, ha habido una reducción de 6% en la desnutrición crónica. Pero en el periodo 2014-2018, la reducción de la desnutrición infantil fue marginal.

Igual ocurre con la desnutrición global, donde hay una reducción entre 2004 y 2014, pero entre 2014 y 2018 no hay ningún avance (Gráfico 2).

Gráfico 2

Desnutrición global en menores de 5 años

 

 

La desnutrición puede ser causada por problemas de seguridad alimentaria que considera la disponibilidad y acceso y utilización de alimentos. Sin embargo, en el país el problema no es la disponibilidad sino el acceso a productos alimentarios.

HAY SUFICIENTES ALIMENTOS, PERO NO TODOS ACCEDEN A LO MISMO

Entre 1999 y 2015 el consumo calórico diario se incrementó en 7%, de 2.295 a 2.464 calorías diarias (Gráfico 3). A pesar de que el promedio supera el umbral de consumo diario establecido por la OMS de 2.100 kc al día, los problemas de deficiencia alimentaria persisten.

Gráfico 3

Consumo de energía alimentaria diaria en kilocalorías por persona

 

 

El promedio esconde la realidad. A 2014, el primer quintil de ingresos más bajos consumía diariamente 1.775 calorías, mientras que el quintil más alto de ingresos consumía 3.362 calorías. Sin duda, estas disparidades tienen que ver con el deficiente consumo de alimentos en niños de ciertos grupos y ciertas áreas de residencia.

Gran parte del problema de la desnutrición se esconde en el no acceso a alimentos de calidad por cuestiones económicas. Una alimentación balanceada demanda de una importante cantidad de recursos monetarios. El costo diario para un hogar de cinco personas de una dieta nutritiva ($ 8,6) es 3,4 veces el costo de una dieta diaria que cumpla con los requerimientos energéticos ($ 2,5).

LA POBREZA ESTÁ DETRÁS DE LA DESNUTRICIÓN

El 2019 cerró el año con 25% de ecuatorianos bajo la línea de la pobreza por ingresos. Con el coronavirus, se espera que el 2020, según UNICEF, haya cerrado con 37,6%.

Con ello se estima un incremento del hambre a nivel nacional. El cierre de escuelas ha afectado también. Alrededor de 4,5 millones de niños, niñas y adolescentes dejaron de asistir presencialmente a clases. El Gobierno diseñó un plan de entrega de alimentos en las escuelas públicas con el fin de asegurar el acceso gratuito de alimentos a infantes. Ahora, en medio de la pandemia, el ambiente se torna aún más complejo y es probable que la desnutrición se incremente.

Por falta de ingresos, los hogares en situación de extrema pobreza apenas pueden cubrir el 29% del costo de la canasta básica y 2,3 millones de personas podrían enfrentar inseguridad alimentaria.

La pandemia ha evidenciado las brechas sociales existentes, incluso en la alimentación. El objetivo del gobierno tiene que enfocarse en evitar que la crisis sanitaria se convierta en una crisis alimentaria.

En una encuesta realizada por la FAO Ecuador y el Ministerio de Agricultura y Ganadería, en zonas rurales del país, se encontró que el 30% de los encuestados se encuentra en una situación de inseguridad alimentaria moderada por causa de la pandemia, de estos, 99% ha reportado una caída de ingresos.

Ecuador es uno de los países con mayor desnutrición infantil de la región. Según Agustín Zimmermann, representante de FAO en Ecuador, cerca de “4 millones de personas no tienen acceso a alimentos seguros, inocuos y suficientes, y se estima un incremento del 30% a causa de la pandemia”.

EL GOBIERNO TOMA ACCIÓN, AUNQUE SIEMPRE TARDE

EL 15 de diciembre pasado, se emitió un decreto ejecutivo cuyo objetivo es erradicar la desnutrición crónica infantil. El artículo 44 de la Constitución establece que “el Estado, la sociedad y la familia promoverán de forma prioritaria el desarrollo integral de las niñas, niños y adolescentes”.

Bajo el entorno actual se aprobó la Estrategia Nacional Ecuador Crece sin Desnutrición. Con esta estrategia se espera prevenir la desnutrición crónica infantil y reducir su prevalencia en niños menores de 2 años.

Adicionalmente se implementará el “paquete priorizado”, en el que se establecen los bienes y servicios que se utilizarán para lograr el objetivo propuesto. El paquete consta de tres subgrupos. El primero se refiere a un esquema de vacunación contra rotavirus, Hepatitis B1, fiebre amarilla, entre otras enfermedades.

La segunda clasificación es de los controles prenatales de las mujeres embarazadas. En los que se monitorea el estado del embarazo y se suministran nutrientes para asegurar un desarrollo óptimo. Y la tercera etapa se enfatiza en la niñez, con acciones que van desde la lactancia materna hasta la suplementación de vitaminas hasta los primeros 24 meses.

Resulta complicado entender que en los grupos rurales e indígenas, que son los principales ofertantes de alimentos, se concentre la mayor cantidad de niños con desnutrición. Dejar de lado la alimentación de los niños tiene consecuencias a largo plazo. Niños y niñas pobres son los más propensos a sufrir desnutrición, lo que en un futuro aumenta las probabilidades de percibir menores ingresos y continuar en el círculo vicioso de la pobreza.

Sin embargo, la desnutrición no es el único problema, hay otros que agravan aún más la situación de salud de la población. Destacan los altos niveles de obesidad y sobrepeso, pero también la cantidad de alimentos que se desperdician: al año se pierde alrededor de 939 mil toneladas de alimentos, cantidad que podría alimentar a 1,5 millones de personas.

Por: Karen Lucero, redacción Revista Gestión.

 

 

 

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Last modified on 2021-01-21

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