En el Ecuador y en la región estamos viendo con desazón una serie de señales críticas en nuestra clase política. En el caso de las elecciones en Estados Unidos, tenemos un presidente que no acepta su derrota electoral, y no quiere dar su brazo a torcer, frente a un presidente electo con la votación popular más alta en la historia de ese país. Tenemos una clase política que da una señal de recambio, siendo mayoritariamente de la generación baby boomer -entre 55 y 74 años aproximadamente e.g. Joe Biden, 77 años-.
Vemos pocos congresistas y funcionarios de alto rango menores a los cuarenta años. En el Perú, un presidente recientemente depuesto por el Congreso, destituyéndolo sin mayores argumentos. Una Constitución en Chile que se pretende cambiar, con fines poco técnicos, siendo un país con instituciones muy sólidas hace décadas.
La República Argentina, que tiene una de sus crisis más fuertes en su economía, con empresas multinacionales que están saliendo de este país por no contar con seguridad jurídica ni estabilidad económica. Con una clase política que sigue los preceptos del Socialismo del XXI, al igual que Venezuela, generando cada vez más brechas entre ricos y pobres -ahora cambiando esa clase alta- por los llamados boliburgueses. Todo este recuento nos lleva a preguntarnos ¿qué pasa con la clase política en la región?
La respuesta es compleja; sin embargo, lo preocupante es ver que hay poco o nulo involucramiento de las generaciones más jóvenes, sobre todo los millenials. Teniendo dicha generación una visión distinta de la izquierda, derecha, liberalismo o conservadurismo. Ahora con intereses que no obedecen a este política binaria, enfocados en el ambiente, en la equidad de género, que no se asocian a una tendencia política. Vemos que existe un desapego del actuar en la política, o en la administración pública por los continuos escándalos y las dificultades que muchos enfrentan.
Es menester preguntarse: ¿No es momento de repensar la política y la administración pública? Es muy relevante que el sector público cuente con profesionales técnicos con una visión más amplia de la administración de la cosa pública; con salarios competitivos -queremos a los mejores-, y para muchas generaciones más nuevas el “hacer la conscripción” ya no es una mentalidad. Solo así, con reglas claras, políticas públicas innovadoras y técnicas, contando con profesionales preparados, se podrá solventar esta terrible crisis de liderazgo en el país y la región.
(*) Abogado por la Universidad San Francisco de Quito. Es Máster en Políticas Públicas por la Universidad de Brown, con una concentración en Organizaciones No Gubernamentales y Emprendimiento. Es también alumni por la Universidad de Georgetown en Liderazgo y Competitividad Global.
Actualmente es socio en la firma HEKA Law Firm.
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Last modified on 2020-12-03