El sector textil y de confecciones constituye un eje fundamental en la economía ecuatoriana, siendo una fuente importante de empleo y contribuyendo significativamente a la producción manufacturera del país. Sin embargo, en los últimos años, esta industria ha enfrentado diversos desafíos, desde la competencia internacional hasta los impactos de la pandemia de COVID-19. Este artículo analiza el desempeño reciente del sector textil ecuatoriano, examinando datos de exportaciones, ventas y distribución geográfica de la producción, con el fin de proporcionar una visión integral de su situación actual y perspectivas futuras.
EVOLUCIÓN DE LAS EXPORTACIONES TEXTILES
Las exportaciones de prendas de vestir y otras manufacturas textiles son indicadores clave del desempeño del sector en los mercados internacionales. Considerando los últimos datos proporcionados por el Banco Central del Ecuador, se observan tendencias interesantes en dos categorías principales.
En el caso de las prendas de vestir y fibras textiles, los datos muestran una evolución positiva en términos de valor y volumen entre 2022 y 2024. El valor FOB aumentó de USD 11,8 millones en el período enero-julio de 2022 a USD 16,6 millones en el mismo período de 2024. El valor unitario experimentó un aumento significativo, pasando de USD 17.630,1 por tonelada en 2022 a USD 25.407,1 en 2024, lo que sugiere una mejora en la calidad o el valor agregado de los productos exportados (Tabla 1).
Tabla 1
Exportaciones de prendas de vestir y fibras textiles
En contraste, la categoría de otras manufacturas textiles muestra una ligera disminución tanto en volumen como en valor unitario. El valor FOB disminuyó de USD 35,8 millones en el período enero-julio de 2022 a USD 28,4 millones en el mismo período de 2024, mientras que el valor unitario por tonelada se redujo de USD 4.334,4 a USD 3.877,8 en el mismo período (Tabla 2).
Tabla 2
Exportaciones de otras manufacturas textiles
Estas tendencias divergentes entre las dos categorías sugieren que el sector está experimentando una transformación, posiblemente orientándose hacia productos de mayor valor agregado en el segmento de prendas de vestir, mientras enfrenta desafíos en otras manufacturas textiles.
DINÁMICA DE LAS VENTAS TEXTILES NACIONALES
Por otra parte, las ventas textiles nacionales, basadas en datos del Servicio de Rentas Internas (SRI), revelan una imagen compleja del sector en los últimos años, caracterizada por períodos de estabilidad, crisis y recuperación gradual.
Entre 2017 y 2019, se observa un período de relativa estabilidad en el sector textil ecuatoriano. Las ventas oscilaron alrededor de los USD 1.400 millones anuales, con ligeras fluctuaciones. En 2017, las ventas alcanzaron USD 1.455 millones, aumentando a USD 1.494 millones en 2018, lo que representó un crecimiento del 2,7%. Sin embargo, en 2019 se registró una leve contracción, con ventas de USD 1.433 millones, una disminución del 4,1% respecto al año anterior. Esta variación podría atribuirse a factores como cambios en la demanda interna, fluctuaciones en los precios de las materias primas o presiones competitivas del mercado internacional (Gráfico 1).
Gráfico 1
Evolución de ventas del sector textil
El año 2020 marcó un punto de inflexión para el sector debido a la pandemia de COVID-19. Las ventas experimentaron una caída abrupta a USD 948 millones, lo que representa una contracción del -33,9% respecto a 2019. Esta drástica reducción refleja el impacto severo de las medidas de confinamiento, el cierre temporal de negocios no esenciales y la disminución general del consumo durante la crisis sanitaria. El sector textil, al no ser considerado de primera necesidad, fue uno de los más afectados por estas circunstancias.
A partir de 2021, el sector textil ecuatoriano inició una fase de recuperación gradual, con las ventas aumentando de USD 1.211 millones en 2021 a USD 1.412 millones en 2022, aunque en 2023 se observó una ligera contracción a USD 1.355 millones. A pesar de esta mejora, las ventas en 2023 aún se mantuvieron un 5,5% por debajo de los niveles pre-pandemia de 2019, lo que indica que el sector sigue enfrentando desafíos para alcanzar una recuperación completa.
En este contexto de recuperación, algunas empresas del sector han implementado estrategias innovadoras para impulsar las ventas y fortalecer su posición en el mercado. Alison Andrade, microempresaria y propietaria de Fem Atelier SAS, un emprendimiento ecuatoriano dedicado a la industria textil, comenta que el reto es “crear promociones atractivas al consumidor buscando clientes nuevos que conozcan de la marca y, por ende, de la calidad, y que como resultado se logre una fidelización del cliente que prefiera comprar nuestro producto sobre otros más económicos". Andrade también enfatiza en la importancia de educar al consumidor “intentando que la gente conozca la producción nacional y la calidad, además de intentar concientizar sobre el trabajo y la ayuda emprendedora que dan cuando consumen productos locales". Estas estrategias reflejan un enfoque en la diferenciación y el valor agregado como medios para competir en un mercado desafiante.
Los datos preliminares hasta julio de 2024, que muestran ventas de USD 659 millones, sugieren una posible continuación de la recuperación, aunque es necesario considerar factores como la estacionalidad y las condiciones económicas. Esta trayectoria refleja la resiliencia del sector textil ecuatoriano y su capacidad para adaptarse a nuevas realidades de mercado, posiblemente a través de la diversificación de productos, la adopción de nuevas tecnologías y la exploración de nuevos canales de venta, incluyendo el comercio electrónico.
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA DE LA PRODUCCIÓN TEXTIL
Desagregándolo, los datos de ventas por provincia para 2024 ofrecen una visión detallada y reveladora de la distribución geográfica de la industria textil en Ecuador. Pichincha emerge como el líder indiscutible del sector textil ecuatoriano, con ventas que alcanzan los USD 256 millones, lo que representa aproximadamente el 39% del total nacional (Gráfico 2).
Gráfico 2
Ventas enero – julio 2024 a nivel provincial
Tungurahua se posiciona como el segundo polo textil más importante, con ventas de USD 140 millones, equivalentes al 21% del total nacional. La tradición textil de esta provincia, especialmente en ciudades como Ambato, ha fomentado el desarrollo de un ecosistema industrial robusto, que incluye proveedores, mano de obra especializada y canales de distribución bien establecidos.
Guayas, con ventas de USD 120 millones (18% del total), representa el tercer centro textil del país. Su importancia se debe en gran medida a la presencia del puerto de Guayaquil, que facilita tanto la importación de materias primas como la exportación de productos terminados. Azuay, con USD 50 millones en ventas (8% del total), completa el grupo de las cuatro provincias que juntas representan el 86% de las ventas textiles del país. La industria textil en Azuay, centrada principalmente en Cuenca, se ha beneficiado de una larga tradición artesanal y de la presencia de industrias complementarias.
DESAFÍOS Y OPORTUNIDADES DEL SECTOR
El análisis de los datos revela varios desafíos y oportunidades clave para la industria textil ecuatoriana. Entre los principales desafíos se encuentra la recuperación post-pandemia, ya que aunque se observa una tendencia de recuperación, las ventas aún no alcanzan los niveles pre-2020, indicando una recuperación incompleta. La competencia internacional también representa un desafío significativo, como lo sugiere la disminución en algunas categorías de exportación.
Andrade ofrece una perspectiva valiosa sobre los desafíos que enfrentan las pequeñas empresas del sector. En entrevista para GESTIÓN, destaca a los costos de importación de tela, el incremento del IVA y la competencia tan fuerte del mercado chino en Ecuador como algunas de las principales dificultades que enfrenta el sector.
Andrade profundiza en estos desafíos, señalando que los altos costos de importación de materias primas afectan directamente la competitividad de las empresas locales. El incremento del IVA ha aumentado la presión sobre los márgenes de beneficio, especialmente para las pequeñas empresas que ya operan con márgenes ajustados. Además, la fuerte competencia del mercado chino, caracterizado por sus bajos precios, pone en desventaja a los productores locales que no pueden competir en términos de costos.
Un obstáculo adicional que Andrade resalta es la falta de facilidades ofrecidas por el Estado para el crecimiento de las pequeñas empresas y emprendimientos. Esto incluye la ausencia de políticas de apoyo específicas para el sector textil, dificultades en el acceso a financiamiento y una burocracia excesiva que complica la operación de las pequeñas empresas.
Andrade también menciona desafíos operativos específicos: "Estamos en una situación complicada por la falta de facilidades que nos ofrece el Estado, a parte de tener una competencia muy fuerte de ropa sumamente económica en base a explotaciones laboral del extranjero, nos sometemos actualmente a cortes de luz que retrasan las producciones textiles y dan ventaja a grandes empresas quienes tienen la capacidad económica de enfrentar esta situación con dinero invertido en generadores".
UN NUEVO MODELO ECONÓMICO EN LA INDUSTRIA TEXTIL: LA ECONOMÍA CIRCULAR
La industria textil ecuatoriana no solo enfrenta desafíos económicos y competitivos, sino también ambientales. En este contexto, la transición hacia una economía circular se presenta como una oportunidad crucial para el sector. Según Alexander Pacheco en su publicación titulada “Economía Circular y la Industria Textil en el Ecuador”, la industria textil es uno de los sectores más importantes del país y es el segundo mayor generador de empleo, con casi 158 mil empleos a nivel nacional y el 7% del PIB, no obstante, genera una variedad de residuos a lo largo de su proceso productivo, incluyendo “agujas, carretes, bobinas, cuchillas, hilos, fundas plásticas, remanente textiles, producidos durante el corte y confección final”.
Pacheco sugiere que estos residuos podrían ser aprovechados mediante "pequeños microemprendimientos enfatizados en el aprovechamiento de las externalidades, generadas sobre la producción de los residuos textiles, aplicados directamente a los ejes de la economía circular y al diseño sostenible”. Esta aproximación no solo podría reducir el impacto ambiental del sector, sino también abrir nuevas oportunidades de negocio y empleo, contribuyendo así a la sostenibilidad económica y ambiental de la industria textil ecuatoriana.
La industria textil ecuatoriana se encuentra en un punto de inflexión crucial. Mientras navega por la recuperación post-pandémica y enfrenta una intensa competencia internacional, el sector demuestra una notable resiliencia y capacidad de adaptación. La concentración geográfica de la producción en cuatro provincias clave sugiere la existencia de ecosistemas industriales establecidos que podrían servir como base para futuras innovaciones y crecimiento.
El futuro de la industria textil ecuatoriana dependerá de su capacidad para equilibrar la tradición con la innovación, aprovechar las fortalezas regionales y adoptar prácticas sostenibles. Con políticas de apoyo adecuadas, inversión en tecnología y un enfoque en la diferenciación de productos, el sector tiene el potencial de no solo recuperarse, sino de emerger como un modelo de manufactura sostenible y competitiva en América Latina.
(*) Elaborado por economista Liz Ortiz, analista económica Revista Gestión.
Last modified on 2024-11-06