wrapper

Últimas Noticias

Autor: Milena Escobar *

Ecuador se está sumido en una crisis energética que se traduce en apagones y en un incremento notorio en los costos de electricidad, fenómenos que han tenido un impacto adverso en la economía del país, afectando directamente la producción, el comercio y el consumo. Esta problemática resalta la marcada dependencia de fuentes hidroeléctricas vulnerables a la sequía, pero también la omisión en la inversión y mantenimiento de las centrales. En este artículo examinamos si esta emergencia energética fue consecuencia de la severidad imprevista del estiaje o de una falta de previsión gubernamental.

El pasado miércoles 18 de octubre de 2023, el Ministerio de Energía y Minas declaró, mediante un comunicado oficial, la emergencia en el sector eléctrico debido a los bajos caudales en la zona amazónica. Luego, el jueves 27 de octubre, se confirmó el inicio de los apagones en todo el país: cuatro horas diarias en la Sierra y tres horas en la Costa por, al menos, 45 días. 

INFRAESTRUCTURA ENERGÉTICA

Según el Informe Anual de CENACE, para 2022, la generación hidroeléctrica representaba el mayor porcentaje de producción, con 84,91% de la producción energética total, siendo 24.512,86 GWh de la energía bruta de 2022, evidenciando la alta dependencia de este tipo de centrales para la obtención de energía (Gráfico 1).  En 2023 la situación es bastante similar.

Gráfico 1

Producción bruta energética anual 2022 y 2023

En el mismo informe, se detalla que en el Ecuador existen 139 centrales de generación, de las que 68 se abastecen de energía hidráulica, siendo 28 centrales privadas y 40 de generación pública. Solo Coca Codo Sinclair, Paute y Sopladora aportaron con un 59,25% de la producción energética para 2022. 

La producción energética ha evolucionado positivamente a lo largo de los años; para 2022, las centrales hidráulicas generaron 24.512 GWh. La máxima producción hidroeléctrica por tipo de generación se registró en marzo (2.335,29 GWh), cuando las lluvias son más abundantes, mientras que en diciembre se alcanzó el máximo para la generación térmica (605 GWh).  Mientras que para 2023, se registró una producción total de 25.859 GWh solo hasta octubre del respectivo año, de la cual, 21.204,38 GWh tuvieron su fuente en las hidroeléctricas. Además, este año se ha exportado 539,62 GWh desde el Ecuador. 

Por el lado de la demanda energética en Ecuador, esta ha aumentado con el paso de los años debido al crecimiento económico, y el aumento de la población. El pico de la demanda energética acumulada se registró en marzo de 2022, mientras que para este año, el pico fue en mayo, las altas temperaturas y la sequía de ese mes llevaron a un aumento del consumo de energía para la refrigeración y aire acondicionado. (Gráfico 2). Similar a lo que estaría ocurriendo actualmente debido al fenómeno de El Niño en el país. 

Gráfico 2

Evolución de demanda de energía en el Ecuador en 2022

CAPACIDAD NOMINAL VS CAPACIDAD EFECTIVA

En el 2022, la capacidad nominal de las centrales hidroeléctricas, es decir, la potencia máxima que se podría generar en condiciones ideales fue de 5.191,30 MW, mientras que la potencia efectiva -la potencia generada de forma regular en condiciones reales- fue de 5.151,31 MW, dando una brecha de alrededor de 40 MW para 2022 (Gráfico 3). Esta brecha es cada vez mayor para las hidroeléctricas, debido a la disminución de los caudales de los ríos, el envejecimiento de las centrales hidroeléctricas y la creciente demanda de energía. Es una preocupación para los responsables de la energía, ya que significa que el país está perdiendo una cantidad significativa de potencial de generación hidroeléctrica. 

Gráfico 3

Evolución de la brecha entre potencia nominal y energética en energía hidráulica

IMPACTO DE LA SEQUÍA EN LA GENERACIÓN ENERGÉTICA

Las lluvias son un factor fundamental para el funcionamiento de las centrales hidroeléctricas en Ecuador. La disponibilidad de agua para generar electricidad depende de las precipitaciones, que varían según la región y la época del año.

En el caso de Ecuador, la vertiente oriental del país recibe la mayor cantidad de lluvias durante los meses de verano, mientras que la vertiente occidental recibe la mayor cantidad de lluvias durante el invierno. Esto se debe a que la vertiente oriental se encuentra en la zona amazónica, que es una región lluviosa. La vertiente occidental, por su parte, se encuentra en la zona interandina, que es una región más seca.

La cuasi complementariedad existente entre las dos vertientes del país es importante para garantizar el suministro de energía eléctrica. El embalse Daule Peripa, ubicado en la vertiente occidental, registra su máximo valor en el mes de marzo, cuando las lluvias son abundantes en esa región. La cadena Mazar - Amaluza, ubicada en la vertiente oriental, registra su máximo valor en el mes de julio (Gráfico 4). Esta relación permite que las centrales hidroeléctricas de Ecuador puedan generar electricidad de forma constante, incluso en épocas de sequía.

Gráfico 4

Evolución de los caudales medios afluentes a los embalses 2022

El fenómeno de El Niño es un evento climático que se caracteriza por temperaturas más cálidas y precipitaciones más escasas en la región. El cambio climático también está provocando un aumento de la frecuencia y la intensidad de las sequías. La gestión del agua en Ecuador es un desafío, ya que el país tiene una población y una demanda crecientes de precipitación para su producción energética. Además, la deforestación, la agricultura y la contaminación también pueden contribuir al estiaje.

Sin embargo, como se evidenció en 2022, el periodo de estiaje empezó a complicarse desde septiembre de dicho año, con una disminución notable de los caudales de lluvia ya en julio. Por lo tanto, el estiaje de este año no fue una sorpresa, sino más bien una eventualidad previsible. Es así, que para el mes de octubre de 2023, la producción energética de fuente hidráulica fue de únicamente 67%.

Según Christian Albuja, docente de la Pontificia Universidad Católica y asesor de CELEC EP, aunque este fenómeno se repite anualmente, la diferencia radica en que, en años donde los estiajes no son tan severos, es factible mantener un equilibrio mediante la producción nacional, controlando los embalses para evitar una escasez total de agua, y sosteniendo la generación termoeléctrica, además de la importación energética desde Colombia.

COMPRA DE ELECTRICIDAD A COLOMBIA

Históricamente, el Ecuador ha importado y exportado energía, es así como, para el año pasado, el periodo de aumento en la importación energética comenzó desde septiembre siendo creciente hasta la finalización del año (Gráfico 5). Albuja explica que, en momentos de lluvias, vendemos energía y compramos en otro, lo que, en general, puede ser una negociación positiva.

Gráfico 5

Exportaciones e importaciones de energía mensual a Colombia y Perú

Al declarar emergencia energética, el gobierno anunció el inicio de compras de energía de Colombia; sin embargo, el costo de la energía eléctrica en Ecuador ha aumentado considerablemente durante la emergencia. El 16 de octubre, el CENACE informó que el kilovatio hora (kWh) que se compra a Colombia costó USD 0,30, seis veces más que el promedio nacional de USD 0,09 kWh. El 19 de octubre, el precio se declaró a 37 centavos por kWh, pero sigue siendo un costo significativo para el país. Ecuador gasta casi USD 2 millones al día en energía, y el costo puede aumentar aún más, alcanzando hasta 57 centavos por kW.

Sin embargo, se proyecta que Colombia también enfrentará dificultades con el estiaje en los próximos tres años. Por esta razón, ya no se podrá comprar generación hidroeléctrica a precios bajos, sino que nos veremos obligados a comprar energía térmica, la cual se produce a partir de combustibles y es notablemente más costosa. 

Albuja destaca la astucia de Colombia al aprovechar la situación cuando Ecuador aún disponía de excedentes energéticos. En ese momento, Colombia adquirió toda la energía disponible y llenó sus embalses. Ecuador, por otro lado, no pudo realizar esta misma estrategia debido a la limitada capacidad de almacenamiento de sus embalses. Esto subraya la importancia no solo de contar con la infraestructura necesaria para la generación de energía, sino también de mantenerla adecuadamente.

En el aspecto del mantenimiento, las cosas no están tan mal. Según el Informe Anual de CENACE, para 2022 se cumplió con el 63,27% del plan anual de mantenimiento de generación. En octubre de 2023, CELEC informó que, gracias a los mantenimientos realizados entre el 7 y 18 de octubre, se pudo garantizar la disponibilidad de 452,97 MW adicionales. Además, la central Marcel Laniado De Wind está funcionando a pleno rendimiento, generando 214 MW, y la rehabilitación de la central Térmica Esmeraldas está al 90%. Se espera que esta central esté disponible el 30 de octubre.

EL VERDADERO PROBLEMA: LA FALTA DE INVERSIÓN

La raíz de la actual crisis energética en Ecuador se remonta a una gestión gubernamental marcada por la ausencia de planificación a lo largo de los últimos 8 años. El cierre de la institucionalidad durante los gobiernos pasados ha tenido un impacto devastador en el sector, impidiendo la llegada de una avalancha de empresas dispuestas a invertir en diversas formas de generación, desde hidroeléctrica hasta eólica, tanto de fuentes renovables como no renovables. 

A pesar de la voluntad existente, la carencia de un marco institucional robusto ha obstaculizado la viabilidad legal y financiera de estos proyectos, generando un retraso significativo en su implementación. Ejemplar de esta problemática, destaca Albuja, son casos como Aromo, Villonaco y Conolophus, adjudicados hace tres años, pero cuya firma tuvo lugar apenas en el transcurso del presente año. Esta falta de celeridad en la materialización de proyectos adjudicados representa un riesgo palpable para los inversionistas y refleja el alcance de la problemática real que aqueja al país.

Las estadísticas de Inversión Extranjera Directa proporcionadas por el Banco Central pintan un contraste notable entre el presente año y el anterior. Únicamente durante el segundo trimestre de 2023, se observaron cifras positivas en el sector de electricidad, gas y agua, que siguen siendo considerablemente menores en comparación con los picos registrados en el tercer trimestre de 2022 y el primer trimestre de 2021. Es particularmente inquietante el desempeño en el sector, que ha experimentado un año desafiante en términos de inversión extranjera, según los datos recopilados (Gráfico 6). 

Gráfico 6

Evolución de la Inversión Extranjera Directa en electricidad, gas y agua

Asimismo, se destaca la urgente necesidad de diversificar la matriz energética, reduciendo la dependencia de fuentes hidroeléctricas, especialmente susceptibles a sequías recurrentes. La apertura al mercado extranjero y la promoción de inversiones serían claves en esta transición hacia un sistema más resiliente. No obstante, la falta de inversión también está presente a nivel nacional, comprometiendo la capacidad de respuesta ante situaciones como la actual crisis energética, y es que del Plan Anual de Inversiones, el Ministerio de energía y minas tan solo ha cumplido el 24% de lo asignado para 2023, según el exministro de Finanzas Fausto Ortiz. 

Esto subraya la necesidad imperante de una planificación estratégica, especialmente en periodos de estiaje, para garantizar una gestión óptima de recursos y satisfacer la demanda creciente, proveniente no solo del consumo residencial, sino también de sectores críticos como el petrolero, minero y camaronero, que requieren cantidades significativas de energía para operar.

¿QUÉ ESPERAR?

En cuanto a las perspectivas de cara al futuro, surge la inquietud sobre el impacto que esta situación podría tener en el panorama energético. En entrevista con GESTIÓN, Christian Albuja propone que, aunque la crisis actual genera preocupación, es importante reflexionar sobre la posibilidad de establecer medidas que permitan atenuar el impacto y asegurar el suministro:

“En medio de esta compleja situación energética, se vislumbra la necesidad de adelantar los procesos de negociación para los próximos tres años. La parte política ha experimentado obstáculos, siendo las elecciones y la transición de poder un factor determinante que ha dificultado la toma de decisiones y prolongado la respuesta ante esta emergencia. Esto, aunque entendible en cierta medida, también refleja una cierta dosis de irresponsabilidad en la gestión de la crisis.

Se anticipa que, para el presente año, se contemple la contratación de generación de emergencia, estimada en alrededor de 430 megavatios durante seis meses, lo que brinda una medida paliativa para el desafío inmediato. No obstante, persiste la necesidad de revisar las tarifas, una decisión que recae en el ámbito gubernamental. Otra iniciativa de relevancia es la aprobación del reglamento de asociatividad, un paso que abriría las puertas a alianzas público-privadas y colaboraciones estratégicas en el ámbito de la inversión. Estas acciones representan una vía para fortalecer la institucionalidad y fomentar un cambio en la dinámica actual.

A pesar de la complejidad de la situación, es importante destacar los esfuerzos continuos que se están realizando para evitar cortes prolongados en el suministro de energía. Estamos en un momento crítico y cada decisión y acción tomada tiene un impacto significativo en la estabilidad del sistema. Sin embargo, es crucial reconocer que nos encontramos en una situación delicada y estamos ‘caminando por el filo’. Se busca llegar al periodo de feriado, que implica una disminución en el consumo, para así permitir la recuperación de los embalses. 

En retrospectiva, el momento idóneo para abordar esta problemática fue tiempo atrás, cuando una apertura a la inversión extranjera en el sector energético habría sentado las bases para una transición fluida hacia fuentes más variadas y sostenibles. Sin embargo, la falta de visión y acción en ese periodo ha desencadenado la actual crisis, que requiere soluciones inmediatas y de envergadura para asegurar un suministro eléctrico estable y confiable para el país. Es esencial reconocer que la demanda de energía sigue en aumento y, para cubrirla de manera efectiva, se precisa una inversión y planificación adecuadas que permitan el desarrollo de nuevas fuentes de generación. La falta de inversión nacional e internacional, junto con la ausencia de una política tarifaria que fomente la reposición e inversión, han contribuido significativamente a la complejidad de la actual situación. En última instancia, el momento para actuar es ahora, priorizando una gestión eficiente y la atracción de inversiones que catalicen la transformación del sector energético ecuatoriano.

A pesar de los desafíos, se está trabajando incansablemente para encontrar soluciones y mantener la estabilidad en el suministro de energía. Cada paso dado es crucial en este camino hacia la recuperación del sector energético”. 

(*) Analista económica Revista Gestión.

 

Last modified on 2023-10-28

Quiénes somos

GESTIÓN es una publicación digital producida y editada por la Consultora MULTIPLICA.

MULTIPLICA es una compañía de consultoría e investigación, fundada en enero de 1994. Su objetivo central es llevar adelante investigación aplicada en las áreas empresariales, macroeconómicas, finanzas y desarrollo.

Entre sus actividades específicas está la producción, investigación y análisis de información macroeconómica, sectorial y de coyuntura. Cuenta con un grupo de profesionales en las áreas de economía, finanzas, comunicación y ciencias sociales.