El reciente fracaso de la comunidad internacional a la hora de concluir un acuerdo mundial sobre la pandemia deja grandes lagunas en nuestra capacidad para hacer frente a la próxima gran emergencia de enfermedades infecciosas.
El riesgo de otra pandemia como la de la COVID –la peor en un siglo– está aumentando.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) dio un paso importante al adoptar revisiones útiles del Reglamento Sanitario Internacional jurídicamente vinculante existente.
Pero si bien este avance es algo digno de celebrar, no es suficiente. Incluso si los gobiernos aprueban las regulaciones revisadas, nuestra mejor oportunidad de evitar que la historia se repita radica en un acuerdo pandémico.
Las respuestas globales a los peligros para la salud que cruzan fronteras se remontan a una conferencia sanitaria internacional celebrada en 1851 que se centró en medidas para limitar la propagación del cólera. Desde entonces, varias iniciativas han tenido como objetivo mejorar la seguridad sanitaria mundial, incluida la formación de la propia OMS en 1946.
El Reglamento Sanitario Internacional de 2005 fue un paso importante en esta evolución. Marcaron el comienzo de la era moderna de la evaluación de riesgos y crearon un sistema de vigilancia global para emergencias de salud pública de importancia internacional.
Sin embargo, pronto se hizo evidente que las nuevas herramientas eran limitadas para hacer frente a la amenaza cada vez más compleja y rápida de las enfermedades zoonóticas (cuando un patógeno animal “se propaga” e infecta a las personas).
CAMBIOS CLAVE AL REGLAMENTO SANITARIO INTERNACIONAL
A principios de este mes, los 194 miembros de la Asamblea Mundial de la Salud de la OMS aprobaron por consenso varias enmiendas importantes al Reglamento Sanitario Internacional, entre ellas:
- Agregar una definición de “emergencia pandémica” para enfatizar la importancia de tales eventos dentro de la categoría más amplia de emergencias de salud pública de importancia internacional.
- Aumentar el enfoque en la prevención con una mención específica a la “preparación”
- Fortalecer el acceso equitativo a los productos médicos y a la financiación, con mención específica de “equidad y solidaridad”, y un “mecanismo financiero de coordinación” específico.
- Requerir que cada estado establezca una “autoridad nacional” para mejorar la implementación de las regulaciones sanitarias internacionales dentro y entre los países.
- Exigir a los países que creen una capacidad básica para la “comunicación de riesgos, incluido el abordaje de la información errónea y la desinformación”
- Y modificar el “instrumento de decisión” para mejorar la detección de infecciones respiratorias emergentes con alto potencial pandémico.
LAS PROPUESTAS QUE NO TRIUNFARON
No se lograron todas las enmiendas propuestas. Algunos comentaristas habían abogado por incorporar la experiencia de los países de la región de Asia y el Pacífico que utilizaron una estrategia de eliminación para retrasar la propagación de la COVID, dando tiempo para implementar vacunas y otras intervenciones.
Tales medidas protegieron tanto a las islas de altos ingresos (Aotearoa, Nueva Zelanda, Australia, Singapur, Taiwán) como a los países de ingresos bajos y medianos del Asia continental (Vietnam, Tailandia, Camboya, Laos, Mongolia).
Estas naciones generalmente lograron un exceso de mortalidad más bajo que los países donde la pandemia estuvo menos controlada. De manera similar, el concepto de eliminación en origen (a veces llamado contención) no se incluyó en esta revisión.
Una serie de otras posibles mejoras tampoco lograron llegar al texto final. Estas incluyeron un énfasis en prevenir los derrames zoonóticos de los animales, mejorar el intercambio de datos y especímenes científicos y fortalecer la rendición de cuentas.
Nueva Zelanda tiene ahora 18 meses para considerar las revisiones propuestas. Junto con otros Estados, puede formular reservas sobre partes con las que no esté de acuerdo, aunque esto pueda debilitar la coherencia de las enmiendas propuestas.
POR QUÉ NECESITAMOS UNA MAYOR COOPERACIÓN GLOBAL
Un acuerdo pandémico podría abordar las muchas reformas necesarias que van más allá del Reglamento Sanitario Internacional.
Pero las negociaciones para alcanzar un acuerdo global están resultando polémicas. Ha habido profundas divisiones entre los países ricos y los más pobres sobre el intercambio y los precios asequibles de vacunas, tratamientos y diagnósticos para los estados en desarrollo. El intercambio de datos sobre patógenos también ha resultado problemático.
Las negociaciones se han visto aún más socavadas por afirmaciones completamente infundadas de que la OMS tendrá poder para imponer medidas restrictivas como confinamientos y mandatos de vacunas.
Debido a estos desafíos, la comunidad internacional aún no ha acordado un texto para un acuerdo pandémico. La OMS ha anunciado los próximos pasos para futuras negociaciones, que ya han pasado años de su fecha de inicio.
Desde las amenazas de guerra hasta la devastación ambiental y las pandemias, ningún país puede proteger unilateralmente a sus ciudadanos de las amenazas compartidas más graves para la humanidad. Pero si bien la necesidad de solidaridad y cooperación globales es mayor que nunca, el apoyo a muchas de las áreas clave del derecho internacional está fallando.
Le debemos a la memoria de los más de 27 millones de personas que se estima han muerto hasta ahora a causa de la COVID y a las crecientes amenazas a las generaciones futuras, hacer lo mejor que podamos para lograr un mundo más seguro.