Los coleccionistas de insectos impulsan el mercado negro de especies amazónicas ecuatorianas. Las autoridades reconocen el problema, pero la falta de información y de políticas ambientales no permiten conocer la magnitud del delito ni desarrollar controles adecuados para hacer frente a las tendencias modernas de este tipo de contrabando
Escarabajos brillantes, mariposas con intensos colores, tarántulas aterciopeladas, hormigas gigantes… En teoría son solo insectos de la Amazonía ecuatoriana, pero en la práctica, terminan en las vitrinas de algún coleccionista de Estados Unidos, de Europa e incluso Japón o China.
En varios países del norte global, tiendas online especializadas en insectos ofrecen distintas especies de mariposas y escarabajos ecuatorianos, a pesar de que el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE) cada año, desde 2017, realiza la campaña Alto al tráfico de vida silvestre, “a fin de generar conciencia ante esta problemática que constituye una amenaza al equilibrio de los ecosistemas”.
La entidad aseguró para este reportaje que el tráfico de estas especies se volvió una problemática desde 2021, debido al aumento del mercado ilegal internacional de insectos como mascotas o para la elaboración de souvenirs (recuerdos).
Sin embargo, Viviana Morales, docente universitaria y doctora en Derecho, advierte que el tráfico de estas especies no solo ocurre para emplearlo como mascotas, sino también para investigaciones científicas, lo que implica un “acceso al patrimonio genético nacional”.
La catedrática indica que hay ejemplares que son utilizados para desarrollar medicamentos y otros productos “lo que lleva a una apropiación indebida de los recursos genéticos por parte de empresas, especialmente farmacéuticas”.
Periodismo Público y CONNECTAS identificaron seis plataformas distintas que comercializan al menos 21 tipos de insectos ecuatorianos. Las mariposas son las más solicitadas y los precios son surtidos. Los internautas pueden encontrar una Adelpha cytherea desde 5,95 dólares. Pero si desea ejemplares más exóticos, en España se oferta la Papilio cacicus por 395 euros. En la oferta de estas páginas, las especies valoradas entre 20 y 40 dólares se encontraban agotadas, al igual que las de mayor precio que oscilan entre los 250 y 495 euros.
El origen de la mayoría de estas especies es desconocido. La policía ambiental de Ecuador no puede asegurar si son producto del tráfico ilegal. “Puede que hayan sacado especímenes anteriormente y ahorita nada más los están reproduciendo”, comentó el teniente Rafael Andrade, agente de la Unidad Nacional de Policía de Protección del Medio Ambiente (UPMA) . También sostiene que pueden ser exportadas por criaderos locales que cuentan los permisos de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES). En Ecuador, el Ministerio del Ambiente y Agua (MAATE) emite estos permisos para actividades como la exportación de mariposas criadas en cautiverio.
La primera hipótesis del agente la confirma Robert Westphal, representante de la tienda online theinsectcollector.com. “Hay una granja de mariposas en Mera (al pie de la Amazonia ecuatoriana) (Dedalma). La visité varias veces y obtuve los permisos para ventas comerciales y las llevé con mi equipaje al aeropuerto (todo esto estaba indicado en mis documentos, por eso nunca me registraron en el aeropuerto). Luego hay dos granjas de mariposas en Europa que también venden pupas de Ecuador, yo también les compro”, contestó Westphal, a través de un correo electrónico.
Pero es solo una parte. Dos de las cuatros tiendas que contestaron a las solicitudes del equipo se negaron a compartir información de sus proveedores y argumentaron confidencialidad. “Nuestros insectos, que proceden de Ecuador, se exportan desde Ecuador o Perú, desde donde se envían a un puerto de entrada de los Estados Unidos y luego se nos entregan. Lamentablemente, no puedo proporcionar información detallada sobre nuestros proveedores en este momento”, respondió por correo electrónico el soporte técnico de la tienda online www.BicBugs.com.
Por su parte, la tienda The ButterFly Company, ubicada en Chicago (Estados Unidos), respondió: “Importamos algunos insectos de Ecuador, estamos orgullosos de apoyar varias operaciones de cría que producen mariposas e insectos con un permiso del gobierno y, lo más importante, apoyamos la conservación de la selva tropical en Ecuador a través de estos esfuerzos. Por una preocupación de privacidad de nuestros socios en Ecuador, no me siento cómodo compartiendo más sobre ellos sin su permiso”.
Ecuador permite que los criaderos autorizados por el MAATE vendan insectos vivos y cajas entomológicas (contenedor para almacenar y exhibir especímenes de insectos y otros artrópodos). El equipo periodístico consultó a tres criaderos que cuentan con la autorización ministerial. Pero estos establecimientos no conocían de las actividades de las tiendas en la web que halló este equipo periodístico.
Para Jacob Olander, responsable del criadero de insectos ecuatorianos Canopy Bridge, la tienda que parece cumplir todos los requisitos es The Butterfly Company. “No los conozco bien (...), pero me parece que está bien establecida y haciendo una cosa legítima, buscando especies que tenían permisos y venían de fuentes legales”. Olander trabaja en cría sostenible de mariposas para exportar las crisálidas (capullos) a zoológicos, jardines botánicos y museos en el exterior.
Johana Gomez de la Torre, gerente de Laboratorio de Mariposas Mindo, coincidió con Olander y comentó que solo conoce a The Butterfly Company, ya que forma parte de la Asociación Internacional de Exhibidores y Proveedores de Mariposas (IABES por sus siglas en inglés).
El criadero a cargo de Gómez de la Torre produce entre 10 mil a 15 mil pupas para exportación a Europa y Estados Unidos. Además de este criadero, hay otros tres establecimientos que integran IABES: Quinta de Goulaine, Heliconius Butterfly Works y Mariposas de Mindo.
Oliverio Velástegui, propietario de Dedalma Artesanías, que comercializa cajas entomológicas y decorativas, indicó que no conoce estas tiendas. Añadió que su establecimiento vende los insectos solo desde su local y ayuda en los permisos para sacarlos del país, más no realiza envíos al exterior. “Si vienen a comprarme aquí los extranjeros, correcto. Yo doy el permiso para que ellos puedan llevarse. De lo contrario, sin permiso de exportación, no pueden llevar ”.
A criterio de Velástegui, los vendedores de insectos compran en países como Perú, Bolivia, Colombia, México y aquellos países que tengan permisos de exportación. “Solamente que sean por contrabando, pero las tiendas online no compran en Ecuador”, dijo. Y aseguró de que podría tratarse de algún cazador que venga de Perú o Colombia para extraer los insectos nacionales. “Esta gente viene a cazar en Ecuador y venden con datos de Perú”.
Para verificar el origen de los insectos comercializados por la web, comenta Andrade, deben realizar una investigación transnacional para “verificar de dónde se obtuvieron las especies y si tienen un centro de reproducción” o conocer si están siendo traficadas".
Las autoridades tampoco saben con exactitud la magnitud y patrones del comercio o tráfico de estas especies offline, porque Ecuador no cuenta con datos oficiales detallados y discriminados que permitan analizar.
Ejemplo de ello son las cifras proporcionadas por el MAATE. De acuerdo a los rescates y retenciones de especímenes de vida silvestre, entre 2013 y 2024, hubo 33.948 rescates y retenciones de fauna, pero no especifica qué tipo de animal.
La Unidad Nacional de Policía de Protección de Medio Ambiente (UPMA) tampoco tiene cifras concluyentes que permitan identificar el contrabando de invertebrados. Datos proporcionados por la institución dan cuenta de que, entre 2011 y 2020, se rescataron 7.504 mamíferos, 11.714 aves, 10.331 reptiles y 222 peces. Pero no hay datos sobre incautación de artrópodos.
En otro cuadro con los resultados de 2021, la UPMA informó de 8.429 operativos ordinarios y 1.114 operativos extraordinarios. Entre ellos se menciona la incautación de 577 elementos constitutivos. Pero las autoridades no cuentan con el detalle de las distintas especies.
En 2012, la bióloga Ana Ruales presentó la tesis denominada “Registro de identificación fotográfica de Lepidópteros decomisados en el Aeropuerto Mariscal Sucre de Quito en el año 2000”. La investigación analizó 80 cajas entomológicas decomisadas en la terminal aérea. De las incautaciones, se registraron 860 individuos pertenecientes a 159 especies. Entre las recomendaciones, la investigadora sugería al Ministerio del Ambiente “realizar una base de datos de los decomisos realizados en los diferentes años”.
La científica explicó en su trabajo que la falta de concienciación y el poco conocimiento que se posee sobre las especies comercializadas en el Ecuador "ha hecho que el control de tráfico de vida silvestre no sea muy efectivo". Advirtió que un registro por parte de las autoridades puede "ser utilizado para un control más efectivo de tráfico de vida silvestre en cuanto se refiere a Lepidópteros (orden de insectos que incluye mariposas y polillas)".
Cada vez que un insecto de la Amazonía ecuatoriana llega a la vitrina de una tienda en el exterior, se pierde una pieza de la biodiversidad por la falta de políticas de protección.
"Entonces sí es un problema. Muchas especies son más difíciles encontrarlas en el hábitat natural, porque no esperan a que se reproduzcan y se las llevan", reflexionó Gisela De la Cadena, directora del Museo de Zoología de la Universidad del Azuay e investigadora de la carrera de Biología.
Las abejas son polinizadoras, facilitan la reproducción de plantas; las hormigas y escarabajos descomponen materia orgánica y airean el suelo, lo que mejora su fertilidad y el reciclaje de nutrientes. En cambio, las tarántulas, siendo depredadoras, regulan las poblaciones de otros insectos. “Aunque son organismos, sí que tienen un rol súper importante para el equilibrio de los hábitat”, explicó.
LOS ESLABONES DEL MERCADO NEGRO
Antes de llegar al comprador, el contrabando de fauna silvestre (incluidos los insectos) se configura en, al menos, cinco fases. En la primera, se realiza la adquisición del animal, contactando a miembros de las comunidades indígenas, pues ellos además de conocer su hábitat y cómo capturarlos son los únicos que por ley pueden extraerlos sin la necesidad de un permiso especial por razones de “subsistencia”, según lo señala el artículo 247 de la COIP.
Este primer eslabón de la cadena del contrabando de fauna silvestre supone un gran reto en los controles para evitar el tráfico. “Hemos tenido casos de fauna silvestre en mamíferos, en los que las comunidades salen a vender carne de monte o trafican una especie y dicen que necesitaban para los útiles de sus hijos”, añade.
En ese escenario, Andrade reconoció que la Policía Ambiental de Ecuador enfrenta un obstáculo legal y cultural durante los operativos contra el tráfico de insectos y otras especies. Un punto crítico radica en la interpretación del concepto de subsistencia, protegido por el artículo 247 del Código Orgánico Integral Penal (COIP) y el artículo 57 de la Constitución, que ampara a comunidades indígenas en el uso de recursos naturales para su supervivencia. Sin embargo, esta disposición puede ser malentendida o aprovechada para justificar actividades lucrativas ilegales.
La segunda etapa viene con el ocultamiento de las mercancías en aviones, canoas e incluso llegando a los límites de frontera. Andrade explica que la detección de insectos en los operativos no es común y supone un reto por el tamaño de estos animales. También comenta que el contrabando de estos ejemplares podría estar relacionado con delitos conexos, como si ha ocurrido con otras especies de animales silvestres: contrabandista de droga o de madera puede camuflarlos durante el traslado de mercadería. El agente recuerda un operativo con la Policía de Colombia en el que interceptaron un vehículo que trasladaba madera ilegal. Dentro de la carga había droga y una maleta con 1.774 tortugas californianas. De ahí que señala que “los insectos son más sencillos de camuflar”.
La tercera fase es el envío de mercancías que puede darse por vías terrestres, marítimas o aéreas. En los últimos cinco años, se han conocido dos casos de tráfico de insectos ecuatorianos, ambos fueron detectados en el aeropuerto Mariscal Sucre en Quito.
En 2019, Hirokazu S., un biólogo japonés, llevaba en una maleta 250 especímenes sin autorización con destino a la isla de Hokkaido. Entre los invertebrados se encontraban cinco especies endémicas.
La que más llamó la atención fue la cucaracha luminiscente porque hasta este momento se consideraba extinta, explicó Vladimir Carvajal, catedrático de la Escuela Politécnica Nacional (EPN), quien fue contactado para analizar la importancia de los invertebrados. Los insectos iban acomodados en cajas y en frascos etiquetados y sellados con cinta adhesiva. Otros iban apilados con algodón y envueltos en papel. Hirokazu S. recibió una condena de dos años y una multa de 3,940 dólares.
En marzo de 2024, se detectó una encomienda con 84 hormigas gigantes (de la familia Formicidae) camufladas en tubos de ensayo, forrados de ramas de canela. Cada tubo tenía algodón, para evitar que los invertebrados se maltraten o se aplasten durante el viaje.
Andrade explicó que el tráfico de las hormigas reinas compromete la biodiversidad. “Nos estamos llevando dos mil, tres mil hormigas”, concluyó.
Según el parte policial, elevado al Mayor Darwin Robles, las especies iban a ser enviadas a Madrid (España). Aunque la encomienda tenía un propietario y destinatario, por esta intervención no hay detenidos . El agente Andrade indicó que este caso se encuentra en indagación previa, pero señaló que “se trata de personas que tienen conocimientos técnicos y están realizando tráfico de fauna silvestre”.
Los traslados a través de camuflaje en paquetes para vuelos aéreos no son la única modalidad. Las autoridades han incautado cajas entomológicas relacionadas con el tráfico de insectos. Estas operaciones suelen llevarse a cabo en puntos fronterizos, aeropuertos, carreteras e incluso establecimientos educativos. Durante los operativos de control, dice, ha sido recurrente la presencia de estos contenedores que, generalmente, son empleadas para colección.
Uno de los decomisos más recientes se ejecutó el 8 de julio de este año. En el Distrito Cuenca Norte, en Azuay, se retuvieron 59 elementos constitutivos (partes fundamentales que conforman el organismo) de insectos disecados.
En las instalaciones de la Unidad de Protección del Medio Ambiente, ubicada en el sector de La Armenia (Valle de Los Chillos), en el sureste de Quito, se encuentran almacenadas al menos 300 cajas entomológicas de los operativos ejecutados desde 2000.
La cuarta fase es el cruce de fronteras. A decir de Andrade, en Colombia y Perú, el tráfico de fauna silvestre, incluyendo insectos y otras especies, se lleva a cabo mediante rutas ilegales que cruzan fronteras internacionales. Estas rutas incluyen caminos de tercer orden, caminos vehiculares secundarios y rutas fluviales, especialmente en áreas de la Amazonía. “Podemos hablar de caminos a pie de tercer orden o caminos vehiculares de tercer orden; rutas fluviales es lo que nos hemos percatado”.
La quinta etapa consiste en la distribución de las mercancías en mercados negros: tiendas de mascotas, tiendas para coleccionistas, laboratorios científicos. Fuera de Ecuador las transacciones para la compra del insecto pueden ser ilegales, dependiendo de la normativa de cada país, pero el origen de los bichos no siempre es lícito. “Las mercancías son distribuidas a coleccionistas que buscan este tipo de especies”, explicó el agente.
NORMAS POLÉMICAS Y NUEVOS DERECHOS
La extracción de los invertebrados se torna peculiar si se toma en cuenta el acceso limitado que tienen los científicos para realizar sus estudios e investigaciones. Álvaro Barragán, profesor investigador de la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad Católica de Quito, asegura que las normativas actuales en Ecuador son estrictas y afectan más a los científicos que buscan estudiar y conservar la biodiversidad que a los verdaderos traficantes de especies. "El tráfico de alguna manera impacta en las actividades científicas. Muchas de las autoridades no entienden el problema real y a veces ponen a los investigadores en el mismo lado de los traficantes.
Similar criterio comparte el personal a cargo de negocios de insectos que también tienen que cumplir controles rigurosos, añade Ana Vargas, bióloga y administradora del Mariposario Orucama, que incentiva la liberación de mariposas vivas, en lugar de tratarlas como objetos de venta.
Vargas cuenta que la Fundación presenta informes anuales sobre la cantidad de mariposas criadas, vendidas y liberadas. “Todo el tiempo tienes que irles reportando y te hacen visitas al mariposario, revisan que estén las condiciones de higiene”, asegura la bióloga.
Esta situación también se refleja para los estudiantes universitarios, asegura la catedrática De la Cadena. En su experiencia, los alumnos de Biología “requieren de un permiso del Ministerio del Ambiente para recolectar insectos”. Luego deben establecer en qué museo depositarán las variedades recolectadas, ya que se prohíben las colecciones privadas. Para ello, “los investigadores deben subir la información a una plataforma especificando detalles del proyecto y la metodología de colecta”, dice De la Cadena.
En paralelo a esta estricta normativa, los bichos ecuatorianos se comercializan incluso en la web, sin mayores garantías de legalidad y en contradicción a las nuevas tendencias que protegen a los animales.
Para la magíster en Derecho, Viviana Morales, “las reglas del Código del Ambiente y del Reglamento al Código del Ambiente, así como los procedimientos que sigue el Ministerio del Ambiente están cosificando al animal y están desconociendo que los animales deberían tener algún tipo de protección".
La experta recuerda que la Asamblea ecuatoriana analiza un proyecto de Ley para la protección de los animales y opina que de aprobarse su artículo 31, que prohíbe la comercialización de animales vivos o muertos, "sería la forma de frenar la venta de insectos".
Pero evitar el mercado negro de estas especies va mucho más allá de la legislación. A diario, en el mundo se comercializan bienes y servicios prohibidos. Por ello, mientras la falta de información sea un problema que las autoridades no reconozcan y atiendan, no se sabrá el verdadero impacto de lo que ocurre ni se tomarán las medidas necesarias. Quizá hasta que sea demasiado tarde.