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Autor: Liz Ortiz *

En el corazón de la Amazonía ecuatoriana, donde la biodiversidad y la riqueza cultural se entrelazan, se libra una batalla silenciosa contra un enemigo invisible: la contaminación por hidrocarburos. Desde la década de 1970, la explotación petrolera ha dejado una huella indeleble en la región, afectando no solo el delicado equilibrio ecológico, sino también la salud y el bienestar de las comunidades locales.

UN LEGADO TÓXICO DE LA EXPLOTACIÓN PETROLERA

La Amazonía ecuatoriana, específicamente la cuenca del río Napo, ha sido testigo de una intensa actividad petrolera durante más de cinco décadas. Según un estudio, del que fue parte la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), más de 400.000 barriles de crudo se han derramado en la región hasta 2015, principalmente en la cuenca del río Napo. Esta contaminación ha afectado gravemente a ríos, estuarios y áreas protegidas como el Parque Nacional Yasuní y la Reserva Biológica Limoncocha.

Carlos Iván Espinosa, docente e investigador de la UTPL, explica a GESTIÓN que en 2015 se trabajó en la influencia del Río Napo para desarrollar un mapa de riesgo de contaminación. “Este modelo nos permitió ver las diferentes áreas con riesgo de contaminación, abarcando una gran cantidad del área del Napo, incluyendo zonas pobladas y agrícolas, lo cual permitió evaluar algunas variables de salud humana y que pasa con la biodiversidad bacteriana”.

La magnitud del problema se refleja en las cifras de remediación de áreas afectadas por derrames de hidrocarburos. Según el Ministerio de Ambiente, para el año 2022, de un total de 244.020 sitios identificados, el 61,15% (149.211) permanecen pendientes de remediación, mientras que solo el 38,85% (94.809) han sido remediados. Estas estadísticas revelan la enorme tarea que aún queda por delante en términos de restauración ambiental (Gráfico 1).

Gráfico 1

Situación actual en la que se encuentra la fuente de contaminación

En cuanto a los tipos de fuentes de contaminación identificadas en 2022, se observa una diversidad preocupante. Se registraron 1.598 piscinas de desechos petroleros, constituyendo la forma más común de contaminación. Además, se identificaron 1.075 derrames, que representan un riesgo significativo de filtración y contaminación a largo plazo. Por último, se contabilizaron 183 fosas, que aunque menos numerosas, no son menos peligrosas para el ambiente (Gráfico 2).

Gráfico 2

Fuentes de contaminación pendientes de remediación

La prevalencia de piscinas de desechos petroleros es particularmente alarmante, ya que estas estructuras a menudo contienen una mezcla tóxica de agua de producción, lodos de perforación y otros subproductos de la extracción petrolera. Su gran número sugiere una práctica generalizada de almacenamiento inadecuado de residuos en la industria.

UN MAPA DE LA CONTAMINACIÓN POR HIDROCARBUROS EN ECUADOR

La distribución de la contaminación por hidrocarburos en Ecuador refleja directamente la geografía de la actividad petrolera en el país, concentrándose principalmente en las provincias donde se realiza la extracción. Este patrón de distribución proporciona una imagen clara de las áreas de mayor producción y, consecuentemente, de mayor riesgo ambiental.

Asimismo, según el Ministerio de Ambiente, para 2022 Sucumbíos y Orellana emergen como las provincias más gravemente afectadas, con 1.477 y 1.232 sitios contaminados, respectivamente. Estas cifras alarmantes subrayan la intensidad de la explotación petrolera en la región amazónica y los desafíos ambientales que enfrentan (Gráfico 3).

Gráfico 3

Fuentes de contaminación hidrocarburífera por remediar a nivel provincial

La presencia de sitios afectados en provincias como Pastaza (32), Esmeraldas (28) y Santa Elena (27) se alinea con la expansión histórica de la actividad petrolera y las rutas de transporte del crudo. Esmeraldas, por ejemplo, alberga la principal refinería del país, mientras que Santa Elena fue uno de los primeros sitios de exploración petrolera en Ecuador. La concentración de sitios afectados en ciertas provincias plantea desafíos específicos para la gestión ambiental y la asignación de recursos para la remediación.

PROBLEMAS EN LA SALUD SON EFECTO DE LA CONTAMINACIÓN 

La explotación petrolera en la Amazonía ecuatoriana no solo ha dejado una huella en el paisaje, sino también en la salud de las comunidades locales. Un estudio realizado por Carlos Iván Espinosa, Fabián Reyes-Bueno, María Isabel Ramírez, Ana Paulina Arévalo, Natalia Bailon-Moscoso y David H. Duncan, publicado en la revista Sustainability en 2021, titulado “Vulnerability of Human Populations to Contamination from Petroleum Exploitation in the Napo River Basin: An Approach for Spatially Explicit Risk Assessment”, muestra hallazgos preocupantes sobre la relación entre la contaminación por hidrocarburos y diversos problemas de salud. 

Uno de los descubrimientos más significativos del estudio es la relación entre la exposición a la contaminación petrolera y la prevalencia de inflamación. Los autores, encontraron que en áreas con alto riesgo de contaminación, la incidencia de inflamación, medida por los niveles de proteína C-reactiva, era significativamente mayor. Específicamente, la probabilidad de que las personas mostraran signos de inflamación en zonas de alto riesgo era 1,29 veces mayor que en áreas de bajo riesgo de contaminación.

Aunque el estudio no encontró asociaciones significativas entre el riesgo de contaminación y otros parámetros como el recuento de glóbulos blancos y la anemia, los autores señalan que la incidencia general de anemia en el área estudiada era preocupantemente alta, alrededor del 30%, en comparación con el promedio nacional de 19,1% según la encuesta nacional de salud y nutrición ENSANUT 2012. Esta alta prevalencia de anemia, aunque no directamente ligada al riesgo de contaminación en el estudio, sugiere un problema de salud pública generalizado en la región que merece atención.

Espinosa explicó a GESTIÓN que se evaluó el efecto de la anemia en hombres expuestos a hidrocarburos y se pudo observar que en las zonas contaminadas, las personas tuvieron una mayor prevalencia de anemia. “Este primer paso del modelo de riesgo se ha validado a través de monitoreo, confirmando que las personas que viven en áreas de mayor riesgo de contaminación tienen este problema de salud”.

BIODIVERSIDAD BAJO AMENAZA: OTROS IMPACTOS DE LA CONTAMINACIÓN PETROLERA

La contaminación petrolera en la Amazonía ecuatoriana no solo afecta a las poblaciones humanas, sino que también tiene un impacto profundo y duradero en la biodiversidad de la región. Según el estudio realizado por Lara Corral, María Molina, Luis Bautista, Raquel Simarro, Carlos Espinosa y otros, publicado en la revista Toxics en 2024, titulado “Bacterial Diversity in Old Hydrocarbon Polluted Sediments of Ecuadorian Amazon River Basins”, la presencia de hidrocarburos en los sedimentos de los ríos amazónicos ha alterado significativamente las comunidades microbianas locales.

Un hallazgo sorprendente del estudio fue la correlación positiva entre la diversidad bacteriana y las concentraciones de Hidrocarburos Aromáticos Policíclicos (PAH por sus siglas en inglés). Los autores identificaron más de 350 ASV (variantes de secuencia amplificada) microbianas, con familias prominentes como Comamonadaceae, Chitinophagaceae, Anaeromyxobacteraceae, Sphingomonadaceae y Xanthobacteraceae. Esta diversidad inesperada en áreas contaminadas sugiere una adaptación de las comunidades microbianas a la presencia de hidrocarburos.

Sin embargo, esta aparente resiliencia microbiana no debe interpretarse como una señal positiva. Por el contrario, indica una alteración profunda de los ecosistemas naturales. Como señalan los autores, “los PAH acumulados en tejidos vegetales y animales pueden incorporarse a la red alimentaria a través de la bioacumulación y la biomagnificación. En consecuencia, los organismos tróficos superiores, incluidos los humanos, pueden presentar concentraciones de PAH varios órdenes de magnitud superiores a las medidas en sedimentos o aguas”.

ESTRATEGIAS PARA MITIGAR EL IMPACTO DE LA CONTAMINACIÓN PETROLERA

Frente a los desafíos de salud y ambientales revelados por la investigación antes mencionada,  es imperativo desarrollar estrategias integrales para mitigar los impactos de la contaminación petrolera en la Amazonía ecuatoriana.

Un elemento clave es el establecimiento de un sistema de monitoreo continuo y sistemático. Como enfatiza Espinosa: “Es necesario que se mantenga un monitoreo de lo que está pasando en la cuenca, porque no va a parar la explotación petrolera”. Esto implica crear un robusto sistema de vigilancia ambiental y de salud pública que permita detectar y responder rápidamente a los eventos de contaminación y sus efectos en la salud de la población.

Paralelamente, Espinosa destaca la importancia de “mejorar el ordenamiento territorial”, lo que podría incluir la creación de zonas de amortiguamiento entre las áreas de explotación petrolera y los asentamientos humanos, así como la protección de fuentes de agua y áreas de alta biodiversidad. Esto va de la mano con la necesidad de limitar la expansión agrícola no planificada, como menciona Espinosa al hablar de “acciones concretas que limiten la expansión agrícola”.

Dada la alta incidencia de anemia y otros problemas de salud en la región, es fundamental invertir en infraestructura de salud y programas de nutrición. Esto podría incluir la mejora de los centros de salud existentes, la implementación de programas de salud preventiva y la creación de iniciativas nutricionales focalizadas, especialmente para grupos vulnerables. Mejorar los sistemas de agua potable es otra prioridad, asegurando el acceso a agua limpia y segura para las comunidades afectadas, lo que podría ayudar a reducir la exposición a contaminantes a través del agua.

Espinosa enfatiza en la necesidad de una redistribución justa de los recursos: “Esta área es una zona de la que sale muchos recursos, esto debe regresar en temas de manejo”. Esto implica asegurar que una parte significativa de los ingresos generados por la industria petrolera se reinvierta en la región para mejorar la calidad de vida de sus habitantes y proteger el medio ambiente.

La implementación de estas estrategias requiere un enfoque multisectorial y colaborativo que involucre al gobierno, la industria petrolera, las comunidades locales, las organizaciones de la sociedad civil y la comunidad científica. Como subraya Espinosa, es crucial que “la sociedad entienda” la gravedad del problema y que se tome con “la seriedad que se amerita”. Solo a través de un esfuerzo concertado y sostenido se podrá mitigar el impacto de la contaminación petrolera y mejorar la salud y el bienestar de las comunidades amazónicas.

(*) Economista, analista económica de Revista Gestión.

 

Last modified on 2024-08-11

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