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Autor: BBVA *

La emancipación de un hijo deja un hueco en el hogar que ha sido su refugio desde que nació y durante los años más vulnerables de su etapa de crecimiento. Esta situación genera una sensación de vacío en aquellas personas responsables de sus cuidados hasta entonces, pero también ofrece oportunidades para reevaluar y ajustar las finanzas familiares.

El síndrome del nido vacío se define como una sensación de pérdida de la cercanía en el espacio de convivencia que normalmente afecta a las relaciones paternofiliales. La falta de aceptación y adaptación al cambio conlleva, en algunas ocasiones, un proceso similar al duelo, donde hay que asumir una ausencia y abrazar una nueva dinámica familiar. Los síntomas de este síndrome se han agravado durante los últimos tiempos –en las sociedades occidentales, sobre todo–, coincidiendo con la paulatina desaparición de las familias extendidas y el incremento de personas de la tercera edad que viven solas.

Sin embargo, hay estudios contemporáneos que subrayan no solo que la evidencia empírica sobre su existencia es inconsistente y contradictoria, sino que además el nido vacío genera sensaciones ambivalentes en los padres, que sienten tristeza y alivio al mismo tiempo.

Una investigación reciente realizada por psicólogos alemanes de la Universidad de Heidelberg demuestra, por ejemplo, que los adultos que son padres experimentan una mayor satisfacción con su vida en comparación con aquellos que no tienen hijos. Sin embargo, este aumento en la satisfacción solo se observa después de que los hijos se han independizado.

Este hallazgo ha sido respaldado en Estados Unidos por las investigaciones de Karen Fingerman, profesora de Desarrollo Humano en la Universidad de Austin (Texas) que ha publicado más de 200 trabajos sobre los vínculos sociales e intergeneracionales. Los estudios de Fingerman concluyen que la mayoría de los padres disfrutan de la liberación que conlleva la partida de los hijos. Un hecho que les permite reconectar emocionalmente con sus parejas y tener más tiempo para dedicarse a sus propios intereses y pasatiempos. Además, en muchos casos, la relación entre padres e hijos mejora al desaparecer los pequeños conflictos que caracterizan la convivencia en el día a día de una familia.

El vacío existencial porque los hijos abandonan el hogar suele tener más impacto sobre aquellos padres que no han compaginado el cuidado de la prole con otras áreas de su vida, como la pareja, el trabajo o las amistades. Por eso, la psicóloga Marta de Dios considera que este proceso vital es, precisamente, el momento ideal para que “pierdan el miedo a estar solos o a que sus hijos ya no les necesiten” y coincide con sus colegas de Alemania y EE UU en que “es un buen momento para que retomen sus aficiones y planifiquen su propio tiempo libre”.

La transformación de las dinámicas dentro del hogar familiar puede materializarse en una remodelación del propio espacio físico de la casa, para adaptarla a las nuevas necesidades de sus convivientes, o también se puede aprovechar para reavivar la chispa de la pareja con iniciativas antes olvidadas. Como explica De Dios, el contexto que ofrece el nido vacío es el idóneo, bien para retomar actividades que se sacrificaron durante la etapa de crianza o bien para descubrir nuevas aficiones que puedan enriquecer el tiempo libre de los padres, ya sea juntos o por separado.

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REPENSAR LA ORGANIZACIÓN DE LA ECONOMÍA FAMILIAR

Este período, aunque emocionalmente desafiante, también ofrece oportunidades para reevaluar y ajustar las finanzas familiares. Describimos a continuación algunas formas en que la independencia de los hijos puede influir en la economía familiar y algunas acciones recomendadas para hacer frente a este cambio:

  • Reducción de gastos: con menos personas en casa, los gastos relacionados con la alimentación, el transporte y el entretenimiento tienden a disminuir. Es el momento perfecto para revisar el presupuesto y ajustarlo en consecuencia. Se puede considerar cancelar suscripciones que ya no sean necesarias o reducir costes en servicios domésticos.
  • Ahorro para la jubilación: con los hijos fuera de casa, los padres pueden tener la oportunidad de aumentar sus ahorros para la jubilación. Es un buen momento para revisar los planes de jubilación y contribuir más a fondos de inversión o cuentas de ahorro para asegurar un futuro financiero estable.
  • Enfoque en la carrera profesional: al no tener que preocuparse tanto por las responsabilidades parentales, muchos padres pueden optar por concentrarse más en sus carreras profesionales. Esto puede ampliar su formación o incluso iniciar un negocio propio. Es importante considerar cómo estos cambios pueden afectar los ingresos familiares a largo plazo.
  • Evaluar (de nuevo) de metas financieras: el nido vacío ofrece la oportunidad de reevaluar las metas financieras a corto y largo plazo. ¿Hay proyectos de hogar que antes no se podían abordar debido a las necesidades de los hijos? ¿Se puede considerar un plan de viaje que antes no era factible?
  • Inversión en el propio bienestar: con menos demandas familiares, los padres pueden invertir más en su propio bienestar. Esto puede incluir actividades como el ejercicio o la planificación de actividades de ocio y viajes. Si bien estas actividades pueden implicar ciertos gastos, invertir en el bienestar personal puede tener beneficios a largo plazo tanto en términos de salud física como mental.
  • Planificación patrimonial: el nido vacío también es un momento oportuno para revisar y actualizar la planificación patrimonial. Esto puede incluir el pago de deudas o el aporte al fondo de emergencia.

 

(*) Este artículo se publicó originalmente en: https://www.bbva.com/es/salud-financiera/que-es-el-sindrome-del-nido-vacio-y-como-afecta-a-las-economia-familiar/.

 

Last modified on 2024-05-10

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