De acuerdo con la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP), el dolor es una experiencia sensorial y emocional que está relacionada con factores biológicos, psicológicos y sociales. Cuando esta se prolonga por más de tres meses se vuelve un dolor crónico.
La Dra. Gabriela Pinto, presidenta electa de la Sociedad Ecuatoriana para el Estudio y Tratamiento del Dolor, asegura que en la población ecuatoriana afecta tanto a hombres como mujeres, aunque con ciertas particularidades a mujeres.
“El dolor crónico involucra factores anatómicos, fisiológicos, neurales, hormonales, psicológicos y socioculturales. Evaluando estos factores en las consultas, se observa mayor frecuencia de dolor en las mujeres”, afirma Pinto.
Con base en los estudios realizados por la Organización Mundial de la Salud, la especialista explica que las mujeres presentan mayor incidencia y prevalencia de enfermedades que provocan dolor crónico como la artrosis, artritis, fibromialgia, migrañas, síndrome de fatiga crónica y osteoporosis. Además, a cualquier edad, el primer motivo de consulta de las mujeres es el dolor en el sistema músculo-esquelético (en la columna cervical, dorsal y lumbar, en articulaciones, en manos y pies).
La doctora Pinto señala que una realidad en Ecuador es experimentar episodios de dolor y aceptar socialmente el vivir con ellos, sin buscar ayuda médica a tiempo hasta que la enfermedad se vuelve crónica. Ante esto, indica que se debería promover y concientizar en la importancia de la atención temprana y especializada en dolor.
“En nuestro medio, lo normalizado incluso por el personal sanitario es que los pacientes soporten el dolor sin ningún tratamiento por tiempos muy prolongados, principalmente la población que no tiene acceso a la atención médica para manejo del dolor. En este punto, cabe mencionar el estigma que se ha dado a las mujeres que, por ser capaces de dar a luz, podrían soportar cualquier intensidad de dolor”.
Por otra parte, de acuerdo con un estudio sobre abordaje del dolor crónico según el género, realizado en España, existen sesgos de género en la utilización hospitalaria, en la aplicación de procesos terapéuticos y en la prescripción y consumo de fármacos.
Esto se traduce en las experiencias negativas de mujeres cuyo dolor ha sido subestimado. En Estados Unidos, el 45% de mujeres aseguró que no sentían que su médico tomaba en serio su dolor.
“Al respecto no existen estudios en Ecuador, sin embargo, esto podría ocurrir si se aborda el dolor crónico equivocadamente como un síntoma y no como una enfermedad y se silencia con tratamientos inapropiados que podrían dar a las pacientes la sensación de ser subestimadas en su enfermedad”, agrega la doctora Pinto.
Asimismo, la especialista menciona que entre las principales barreras de acceso a diagnóstico y tratamiento con las que se encuentran las pacientes es la falta de médicos especializados en manejo del dolor crónico y de unidades de dolor en todos los hospitales públicos y privados del país. “También se requiere mayor capacitación de los profesionales de la salud, para que se aborde propiamente la enfermedad e incluso las particularidades de cada género”.
Finalmente, señala la necesidad de contar con políticas y leyes que supervisen y regulen el tratamiento del dolor como un derecho humano para mejorar esta situación y fortalecer el conocimiento sobre dolor crónico al personal sanitario, sobre todo desde la atención primaria, dejando de normalizar el dolor para elevar el nivel de diagnóstico oportuno y tratamiento adecuado del mismo.
Last modified on 2022-06-27