En la época romana la sal era un bien muy apreciado, principalmente porque era una de las pocas formas que había de conservar la carne.
Por esa época se construyó un camino que conectaba las salitreras de Ostia con la ciudad de Roma, a la cual llamaron la “Vía Salaria”, y a los funcionarios públicos que cuidaban esta ruta se les solía pagar una parte del «salario» con paquetes de sal.
La cantidad de sal que cobraban recibía el nombre de «salarium» de donde derivó después la palabra salario.