Los menores se relacionan con la tecnología a edades cada vez más tempranas, lo que genera preocupación por proteger su privacidad, seguridad y confidencialidad en el entorno digital.
A pesar de que en los últimos años se han ido aprobando leyes, incorporando artículos específicos en la legislación existente, y creando normas para regular las cookies y la publicidad ilegal, muchos adultos no conocen qué normas hay o qué deben tener en cuenta cuando los más pequeños utilizan móviles y tabletas.
La normativa sobre la protección de los menores en el ámbito digital es variada y diferente según cada país. Estados Unidos fue pionero y desde el año 2000 cuenta con la Children’s Onlinte Privacy Protection Act (conocida como Ley Coppa) en la que se regula la forma en la que apps, juegos y sitios web están autorizados para recopilar y procesar información personal de los menores de 13 años. Esta norma se complementa con la Children’s Internet Protection Act (CIPA) sobre contenidos no adecuados en Internet.
En Europa el Reglamento (UE) 2016/679 regula el tratamiento de datos personales y la libre circulación de estos datos y especifica cuáles afectan a los menores y, por lo tanto, requieren una protección especial.
¿Qué ocurre con las apps?
Las apps se regulan según la normativa anteriormente citada. Sin embargo, diferentes investigaciones han demostrado que la legislación sobre protección de datos no siempre se cumple en las aplicaciones dirigidas a menores.
Es necesario ser conscientes de que algunas aplicaciones pueden recopilar y compartir información personal, permitir compras integradas, facilitar el acceso a redes sociales, incluir publicidad no adecuada, monitorizar la ubicación del menor, utilizar la cámara o el micrófono para grabar sus reacciones cuando está interactuando con el dispositivo y compartir todo esto con terceros.
Para conseguir que los menores estén en un entorno seguro, los adultos no solo deben conocer la legislación vigente, sino también tener en cuenta una serie de aspectos sobre seguridad, privacidad y confidencialidad que se resumen a continuación:
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Seguridad. Incorporación del control parental con instrucciones sobre si se hace desde el dispositivo o la app, con un sistema de bloqueo adecuado a la edad para evitar que se burle fácilmente.
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Privacidad y confidencialidad. La información debe estar en la web del desarrollador, la tienda y la propia aplicación, siempre en un lugar visible.
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Legislación aplicable. Saber qué ley afecta a la app y su ámbito geográfico; vigencia de la política de privacidad y sistema de información a los usuarios en caso de cambios.
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Información recopilada. Declaración expresa de no recopilar datos de menores o, si se recogen, indicación clara e inequívoca de la autorización paternal, saber qué datos son si se recaban de forma automática y si estos se ceden a terceros.
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Uso de la información. Quién la recopila, si se comparte con otras compañías y la finalidad.
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Almacenamiento de datos. Tiempo de conservación de los datos personales.
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Compras dentro de la app. Las aplicaciones deben indicar expresamente en la descripción de la tienda si incluyen compras integradas (In-App Purchase).
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Publicidad. Es necesario comprobar si la app incorpora publicidad y, en caso positivo, si es solo de sus productos o también de terceros.
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Redes sociales. Conviene comprobar si la aplicación permite acceder a redes sociales o si este acceso está limitado a los adultos a través de algún sistema de control.
Como afirma Demian Falestchi, CEO de Kids Corp, es fundamental crear un ecosistema digital seguro y relevante para niños que garantice experiencias innovadoras y entretenidas a través de herramientas que potencien marcas y creadores de contenidos.
Para ello no solo es necesario contar con un marco legal, sino también intentar que las aplicaciones, disponibles en tiendas de diferentes áreas geográficas, sean lo más homogéneas posible en lo relativo a la recogida y uso de datos, y especialmente a la edad considerada como mínima para el consentimiento parental.
Es imprescindible que los padres controlen las aplicaciones que descargan los niños y se involucren en su uso, que utilicen herramientas efectivas de control parental y especialmente que lean y comprueben la política de privacidad antes de descargarlas, ya que los menores no tienen ni la formación, ni la madurez suficiente para hacerlo.
Además, es importante incidir en la necesidad de obligar a los desarrolladores a que redacten las políticas de forma clara y comprensible con textos sencillos traducidos al idioma del usuario de la app.
Pero también que se diseñen mecanismos que permitan confirmar, inequívocamente, que un adulto es el que está autorizando la recogida de datos, en caso de que se haga, así como para verificar qué se está haciendo con los datos que se comparten con terceros.
Las tiendas de aplicaciones pueden ejercer presión al respecto comprobando que, efectivamente, la política de privacidad de un desarrollador cumple con los requisitos antes de autorizar la incorporación de sus productos al catálogo.
Fuente: The Conversation
Last modified on 2021-08-06