Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) 1 de cada 160 niños tiene el trastorno del espectro autista (TEA), aunque se desconoce la cifra exacta ya que hay algunos países en los que no se sabe cuál es su prevalencia.
Lo que sí se sabe es que ha aumentado el número de casos diagnosticados de forma global, debido a las nuevas definiciones del trastorno entre otras cosas.
El trastorno del espectro autista es un trastorno del desarrollo que provoca problemas en la comunicación e interacción social y comportamientos repetitivos o no querer cambios en la rutina diaria.
En la actualidad el diagnóstico de TEA incluye el trastorno autista, el síndrome de Asperger y el trastorno generalizado del desarrollo no especificado.
Se suele manifestar en los tres primeros años de vida y perdura toda la vida.
Aunque es un trastorno que dura todo el ciclo vital de la persona, es importante saber cómo se manifiesta y cuáles son las necesidades de la persona en las distintas etapas de su vida. El abordaje de este trastorno varía según la etapa del desarrollo y las experiencias que haya ido adquiriendo la persona con TEA.
Algunas personas con TEA pueden vivir de forma independiente, pero otras tienen discapacidades graves y necesitan cuidados y apoyo durante toda su vida.
Algunos datos sobre el trastorno del espectro autista o TEA
Según el Centro para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC):
- Hay 4 veces más niños que niñas diagnosticados con TEA
- El trastorno del espectro autista afecta por igual a todos los grupos étnicos y socioeconómicos
- No hay pruebas médicas que sirvan para detectar el autismo
- Entre un 30 y 50% de personas con TEA tiene una discapacidad intelectual
- Cerca del 40% de los niños con TEA no llega a desarrollar el lenguaje oral. Entre un 25 y 30% utilizaron palabras entre los 12 y 18 meses pero luego perdieron estas habilidades de comunicación oral.
- Alrededor de dos tercios de los niños con TEA ha sufrido acoso escolar entre los 6 y los 15 años.
Hasta el momento no se ha podido determinar si existe una causa única. Diversos estudios apuntan a que la causa es genética en la gran mayoría de los casos. Existen además algunos factores de riesgo como la edad de los padres: los niños que nacen de padres mayores tienen un riesgo añadido de sufrir autismo.
Se ha comprobado que el tratamiento temprano y los programas de formación de habilidades de los padres pueden disminuir las dificultades, mejorando así el bienestar y la calidad de vida de las personas con TEA y de sus cuidadores.
Pero también es necesario desarrollar intervenciones que permitan la inclusión y el apoyo para las personas con TEA del resto de la sociedad. A menudo las personas con TEA sufren el estigma de este trastorno así como discriminación e incluso violaciones de los derechos humanos.
Last modified on 2022-04-04