La extrema violencia machista recorre el país, tanto la ruralidad como las ciudades, y atraviesa todas las condiciones sociales y las edades. En este año, ya se registran 95 femicidios, siendo que Guayas, Pichincha y Cotopaxi son las provincias en donde se encontraron más víctimas. Por lo menos, 73 niños, niñas y adolescentes han quedado en la orfandad; 4 de las mujeres víctimas estaban embarazadas; y, en 3 de los 95 casos, las víctimas contaban con boletas de auxilio.
En Ecuador, 720 mujeres han sido asesinadas por la violencia femicida desde enero 2014 hasta noviembre de 2019.
La violencia de género no conoce edad
El 31% de las mujeres víctimas de femicidio de este año tenía menos de 24 años. E., la víctima más joven, tenía apenas 14 años. Su vida le fue arrebatada en un recinto rural, fue desaparecida, golpeada, violada y finalmente axifixiada. Con ella, son 5 las víctimas adolescentes. Fueron 25 mujeres de edades comprendidas entre 19 y 24 años, es decir que estaban en su juventud plena, las que fueron asesinadas. Y también perdimos la vida de mujeres en edad adulta, como la vida de R., víctima de femicidio a sus 86 años. Así queda demostrado cómo la violencia de género empieza a temprana edad pero puede perdurar durante todo el ciclo vital.
Perfil de los femicidas
En el caso de los agresores, el femicida más joven tiene 21 años, mientras que el más adulto 72 años. La gran mayoría son personas conocidas, y con una relación muy cercana a sus víctimas. Tan es así que en 57 casos, los femicidas fueron sus parejas o ex parejas. 4 mujeres fueron asesinadas por familiares cercanos (hermanos). 2 femicidas eran pretendientes de la víctima. Y, en 12 casos, los femicidas son personas desconocidas. Cabe señalar que existe un vacío de información al respecto en 20 de los 95 casos.
En cuanto a las armas utilizadas para cometer el delito, se encontró que en el 72% de los femicidios, se utilizó armas blancas (cuchillo, navajas); en el 8%, armas de fuego; en el 6% de casos, los agresores utilizaron sus propias manos para segar la vida de las mujeres; además, utilizaron otros objetos como piedras, cables, fundas o cintas de embalaje en el 14% de casos.
Además, 11 de los 95 femicidas se suicidaron y 3 de ellos tuvieron tentativas de suicidio.
Desapariciones
12 mujeres fueron desaparecidas y luego fueron encontradas sin vida. Además, en este año se encontraron los restos de Natalia Subía, quien desapareció el 15 de septiembre del 2018, cuando salió a comprar medicinas a una farmacia en Quito. Una parte de su cuerpo se encontró en noviembre de este año. Su hija de 12 años quedó en la orfandad.
¿Cuándo contaremos con una verdadera política de prevención de los femicidios y erradicación de la violencia machista y patriarcal?
El mapeo de femicidios no es un tema de cifras. Las organizaciones de la sociedad civil nos unimos para construir estos mapas porque queremos hablar no de los números, sino transformar la lectura de los mapas en una lectura sobre las vidas concretas de las mujeres, niñas o adolescentes en sus territorios. Las violaciones y asesinatos de Rosa, Carmen, Leidi, Andrea y de todas las otras víctimas de femicidio son resultado de la parálisis de un sistema, de una comunidad y de un Estado que está en modo pasivo. Si bien existen protocolos, planes, competencias (como la Ley Orgánica Integral para Prevenir la Violencia contra las Mujeres) no se logra que estos se cumplan. Como primer paso, demandamos la asignación de presupuesto suficiente para la Ley Orgánica y su implementación en todos los territorios, tanto urbanos como rurales.
Alianza para el monitoreo y mapeo de los femicidios en Ecuador.
Este monitoreo es realizado por organizaciones de la sociedad civil (la Red de Casas de Acogida, la Comisión Ecuménica de los Derechos Humanos (CEDHU), el Taller de Comunicación Mujer y la Fundación ALDEA, el Movimiento de Mujeres El Oro y el Movimiento de Mujeres La Merced) a partir de los reportes de muertes violentas generado por organizaciones de mujeres y feministas.