El presidente de Haití, Jovenel Moïse, fue asesinado en la madrugada del pasado 7 de julio tras recibir múltiples disparos de un grupo comando en la residencia presidencial del país caribeño. Su esposa también resultó herida en el ataque y se encuentra en estado crítico, pero estable en una clínica de Florida. En un intento por esclarecer la muerte del jefe de Estado, la policía haitiana ya abatió a cuatro sospechosos y detuvo a otros dos individuos en conexión con el crimen.
La muerte de Moïse se convierte en el peor magnicidio registrado en el continente americano en lo que va de siglo. Aunque los atentados contra líderes políticos son lamentablemente parte de la realidad latinoamericana, hay que remontarse hasta 1963 para encontrar el último asesinato confirmado de un presidente americano en funciones, nada menos que el de John F. Kennedy en Estados Unidos. Esto es, si excluimos las muertes de los presidentes Salvador Allende en Chile, Juscelino Kubitschek en Brasil o Jaime Roldós en Ecuador, cuyas circunstancias no fueron del todo esclarecidas.
En la década del '50, dos jefes de Estado latinoamericanos también sucumbieron de forma violenta mientras ostentaban el poder: el presidente y luego dictador de Nicaragua Anastasio Somoza García en 1956, y el presidente guatemalteco Carlos Castillo Armas en 1957, quien había accedido al poder por un golpe de Estado tres años antes. El asesinato de Ernesto “Che” Guevara, ocurrido en Bolivia en 1967, configura uno de los magnicidios más resonantes de la historia mundial.
En periodos más recientes, los homicidios de Luis Carlos Galán en 1989 y Luis Donaldo Colosio en 1994, candidatos a la presidencia de Colombia y México respectivamente, marcaron la historia política desde fines de siglo hasta la actualidad en sus respectivos países. Otro de los principales casos de magnicidio de las últimas décadas es el asesinato de Luis María Argaña, vicepresidente de Paraguay, en 1999.
Fuente: Statista
Last modified on 2021-07-12