A pesar de su nombre, la Tierra está cubierta en su mayoría por agua. Casi tres cuartas partes del planeta son mares y océanos y los seres humanos sobreviven sobre poco más del 20% de la superficie total. Sin embargo el impacto humano sobre ella es inmenso, está en aumento y está alterando las proporciones.
La emisión de gases de efecto invernadero amenaza con derretir gran parte de los casquetes polares y de los glaciares templados, los cuales se encuentran en rápido retroceso, dejando en su lugar tierras yermas a la vez que contribuyen al aumento del nivel del mar.
El cambio climático, pero sobre todo la sobreexplotación, están esterilizando grandes superficies de tierras de cultivo en todo el mundo, incluyendo regiones tan extensas como el Sahel. Así se empuja a la población a las zonas urbanas o a los bosques para su roturación.
Las ciudades crecen y se expanden con modelos urbanos cada vez más depredadores de espacio, normalmente sobre las zonas más fértiles. A su vez el aumento de consumo de alimentos por una población humana cada vez más numerosa y más pudiente lleva a la expansión de la agricultura y la ganadería a costa de las masas forestales tropicales y subtropicales. Sin embargo, en Europa el proceso es el contrario: las tierras agrícolas menos fértiles se están reforestando, y la superficie forestal se encuentra en aumento.
Quizá uno de los ejemplos más paradigmáticos de todas estas situaciones sea la del mar de Aral. Siendo uno de los mares interiores más grandes del mundo, en cuestión de años ha ido desapareciendo hasta ver reducida en buena medida su extensión original. Todo por el uso del agua de los ríos que desembocan en ese mar para agricultura.
Last modified on 2018-12-26