Según el Índice de Percepción de la Corrupción, publicado por la ONG Transparencia Internacional, Venezuela y Nicaragua son los países que más padecen de este mal en la región, mientras que Uruguay y Chile sobresalen por sus bajos niveles.
La Organización No Gubernamental (ONG) Transparencia Internacional (TI) publicó el 29 de enero el Índice de Percepción de la Corrupción global luego de analizar a 183 países. El informe reveló que Somalia y Siria son los países más corruptos del mundo, mientras que Dinamarca y Nueva Zelanda son los más transparentes.
TI advierte en el informe su preocupación por la "crisis democrática" que vive el planeta por el surgimiento de líderes autoritarios y populistas, y resalta también lo alarmante que es la involución de América Latina.
TI subraya en el estudio el "vínculo entre corrupción y salud democrática" y lo corrobora con datos: la puntuación media de las consideradas "democracias plenas" es de 75 puntos, por los 49 de las "democracias imperfectas", los 35 de los "regímenes híbridos" y los 30 que, en promedio, obtienen los sistemas "autocráticos".
América Latina, una región en retroceso por los altos índices de corrupción
El Índice de Percepción de la Corrupción, que suspende el 67 % de los 183 países analizados, otorga 70 puntos a Uruguay (puesto 23) y 67 a Chile (puesto 27) sobre un máximo de cien, contra los 18 y 25 de Venezuela (168) y Nicaragua (152).
Entre medias están Costa Rica (56), Cuba (47), Argentina (40), Panamá (37), Colombia (36), Brasil, El Salvador y Perú (35), Ecuador (34), República Dominicana (30), Bolivia, Honduras y Paraguay (29), México (28) y Guatemala (27).
La fotografía regional comienza con el "gran problema" que supone Venezuela, un país en una "crisis humanitaria producida por la corrupción" y donde todas las instituciones han sido infiltradas por el estado.
El documento también incluye datos alarmantes sobre Nicaragua, México y Guatemala, y el riesgo que supone que referentes regionales como Estados Unidos y Brasil encumbren a presidentes como Donald Trump y Jair Bolsonaro, así como los destellos de optimismo procedentes de Ecuador, El Salvador y Argentina.