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Autor: Denise Paladines*

Establecer una microempresa y mantenerla caminando es un reto difícil en Ecuador. Esto, independientemente de la regulación estatal. La teoría económica de la libre competencia parece estar solo en los libros de texto. En la realidad, la competencia poco o nada tiene de libre. La concentración de ventas y utilidades en el Ecuador es la prueba de ello. Las diferencias entre grandes y pequeñas son muchas y muy amplias.

Empezar un negocio no es fácil, especialmente si se quiere hacer en Quito o Guayaquil, donde las empresas multinacionales han llegado para quedarse. Las grandes empresas nacionales hacen lo suyo, acaparando el mercado e imponiendo las condiciones de negociación. Y es que las dificultades empiezan desde la creación y establecimiento del negocio: créditos a tasas de interés elevadas, arriendos impagables en zonas transitadas y comerciales, tramitología abundante.

Después, a competir. ¿En precios o en cantidades? Ninguno de los dos parece poder hacerle frente a los sistemas productivos y canales de comercialización detrás de las grandes empresas. ¿Diferenciarse por calidad? Estrategia posible, pero difícil de sostener con toda la carga publicitaria de las firmas que controlan el mercado. El panorama suena poco alentador, y las cifras lo comprueban.

LAS CIFRAS

El Panorama Laboral y Empresarial del Ecuador 2017 revela algunos datos que ilustran la dificultad de competir en un mercado dominado por las grandes empresas. Hasta 2015, del total de empresas que registraron ventas y número de empleados, 83,6% eran pequeñas y medianas empresas (Pymes). Sin embargo, las Pymes solo acapararon 12% del total de las ventas en este mismo período.

 

Distribución de empresas de acuerdo a su tamaño

 

11

 

Distribución de ventas por tamaño de empresa

 

22

Fuente: Panorama Laboral y Empresarial del Ecuador 2017.                                     

 

Es importante señalar que muchas de las microempresas existentes en el país no aparecen en este registro, pues no declaran información del total de ventas o empleados contratados, criterios con los cuales se clasifica a las firmas. Por consiguiente, las cifras expuestas no revelan por completo la composición del sector empresarial en Ecuador. Si se toma en cuenta a todas las microempresas que no aparecen en el registro, la concentración de ventas es aún mayor.

Además de la relación tamaño de la empresa/distribución de las ventas, existen otros factores que demuestran las enormes brechas entre las micro y pequeñas empresas y las grandes empresas. Respecto a esto, los salarios son otro elemento clave. De acuerdo con el Panorama Laboral y Empresarial del Ecuador 2017, una empresa grande tiene capacidad para pagar alrededor del doble del salario que podría pagar una micro o pequeña empresa.

Asimismo, en tiempos de crisis, las micro y pequeñas empresas son las más afectadas. Desde 2009 el registro empresarial venía creciendo, hasta que en 2015 se registró por primera vez un decrecimiento del número de empresas. En este año, 3.301 cerraron. De estas, 93% eran micro y pequeñas y apenas el 2% eran empresas grandes.

Y aunque tanto las ventas como las utilidades de estas últimas cayeron en algunos casos, siguen siendo millonarias y sumamente concentradas. Del total de 60.466 empresas que presentaron su balance a la Superintendencia de Compañías en 2016, las cinco más grandes tuvieron ventas equivalentes al 6,1% del PIB nacional en ese mismo año.

Pero la excesiva concentración parece ser la regla a lo largo de los años, no la excepción. Los resultados de 2015 fueron similares, como se analiza a mayor profundidad en el Ranking Empresarial 2016 de Gestión.

 
Las cinco empresas más grandes del Ecuador (ranking 2017, por ingresos)
($ millones)
33

Fuente: Superintendencia de Compañías.

 

LAS CAUSAS

¿A qué se deben las abismales diferencias entre micro y pequeñas empresas, y las grandes empresas? Las causas son varias. Una de las más importantes, las enormes brechas de productividad. Esta brecha se acentúa o se vuelve más leve por sectores. Para comparar, se establece un índice de productividad del 1 al 100, donde las empresas grandes se establecen como referencia y alcanzan, por lo tanto, una puntuación de 100.

En el sector del comercio, por ejemplo, las microempresas alcanzan un puntaje de 9,5; las pequeñas empresas llegan a 35; y las medianas A y B alcanzan en promedio de 64,4. En el sector servicios, las microempresas llegan a 11,8, las pequeñas empresas alcanzan 33,4, las medianas A y B en promedio tienen un índice de 42,7.

El costo y acceso al crédito son otros elementos a tomar en cuenta. En su estudio Inclusión financiera de las pymes en el Ecuador, Sylvia Neira señala que, entre septiembre de 2015 y mayo de 2016, el Sistema Financiero Nacional destinó $ 15.000 millones al crédito. De este total, solo 5,5% estuvo destinado para la financiación de las Pymes.

La situación para las microempresas no registradas en la Superintendencia de Compañías —es decir, las más pequeñas de toda la categorización— es aún más compleja. Según lo establecido por el Banco Central del Ecuador, para ellas, la tasa de interés oscila entre el 24,77% y el 27,50%.

Como consecuencia, las posibilidades de supervivencia para las micro y pequeñas empresas son escasas. Más de la mitad de las microempresas activas en 2009 (52,7%) cerró en algún punto en el período 2009-2015. De las pequeñas empresas que existían en 2009, 32,1% cerró en algún momento en este mismo período; mientras que 17,9% de las grandes dejó de existir en ese mismo lapso.

Además, para las que logran sobrevivir, las posibilidades de crecer son escasas. Del total de microempresas activas en 2009, solo 19,6% logró convertirse en una pequeña empresa hasta 2015, y solo el 1% llegó a ser mediana o grande.

EL RETO

La enorme disparidad entre las micro y pequeñas empresas deriva en otros problemas. Una distribución de ingresos y utilidades como las que tiene el Ecuador generan desigualdad de ingresos y riqueza, y en épocas de crisis o recesión como la que atraviesa el país desde 2015, el impacto más fuerte se siente en los segmentos más vulnerables.

Ni qué decir de las empresas que no presentan información a la Superintendencia de Compañías: aquellas tiendas, panaderías, bazares… y un sinfín de otros negocios que aparecen en cada esquina, en cada barrio, y que luchan para no ser borrados definitivamente de la actividad comercial.

Desde esta perspectiva, el fomento a la innovación y al emprendimiento se vuelve prácticamente inútil. ¿Cómo insertarse en el mercado, teniendo en contra a grandes conglomerados empresariales, que administran todas las fases de producción, y cuyo crecimiento está apalancado en la absorción de sus competidoras de menor tamaño? ¿Cómo enfrentar los altos costos del crédito?

Este es el reto para la política pública y los diferentes agentes que intervienen en la realidad ecuatoriana. Ellos deben hacerle frente a esta realidad para alcanzar una economía más productiva, menos vulnerable a las condiciones externas y más equitativa.

depa*Egresada de economía. Asistente de investigación en GESTIÓN. 

                               

 

 

 

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Last modified on 2017-10-26

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