En Manabí no es necesaria la compasión ni la pena, los manabitas necesitan que sus compatriotas los visiten, les hagan el gasto y así los ayuden a terminar de levantarse luego de la tragedia del 16 de abril de 2016. En esta nota, líderes de tres comunidades cuentan cómo están luchando para resurgir tras un año y medio del sismo.
Después del terremoto mucha ayuda llegó a las zonas afectadas, especialmente a Manabí y Esmeraldas, y aunque no todos los aportes se canalizaron de buena manera, hubo algunos que sí surtieron un efecto catalizador y provocaron en los más afectados unos renovados deseos de salir adelante.
Ese es el caso del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que, a través de su Programa de Pequeñas Donaciones (PPD), se empeñó en facilitar la reactivación económica de varias comunidades manabitas.
BELLAVISTA DON JUAN
Una de ellas fue Buenavista Don Juan, ubicada entre Jama y Pedernales, donde 75% de las familias perdieron sus casas tras el peor sismo registrado en los últimos 30 años, pero que ahora ve en el turismo una nueva posibilidad de sobrevivencia.
En esta localidad, donde viven unas 70 familias, la mayoría de habitantes se dedica a la pesca, pero también al servicio turístico, de alimentación y bebidas, que fueron los más afectados.
Así lo recuerda Alba Reina, una menuda y carismática mujer de 62 años, a quien el movimiento telúrico le sorprendió dentro de su casa junto con sus dos pequeñas nietas, a las que no soltó durante el minuto de terror.
Mientras duró el terremoto solo pedía a dios que termine, pero nunca perdió la esperanza de superar ese momento.
“Tuvimos que salir de aquí por el miedo a las réplicas o a un tsunami”, dice esta madre y abuela y cuenta con dejos de angustia que durante los primeros días durmieron al borde de la carretera, cubiertos por plásticos mientras esperaban que la ayuda llegara.
Antes, tenía un pequeño restaurante al interior de su casa, pero el sismo arruinó su negocio y pensó que no lo iba a recuperar, pero hoy ha vuelto a creer que renacer es posible.
Reina espera que durante el feriado los turistas los visiten y, a cambio, ella promete preparar el mejor encocado de camarón que ser humano en la faz de la Tierra haya probado.
TURISMO SOLIDARIO
A través de un concurso de turismo solidario, el PNUD entregó $ 5.000 a nueve emprendimientos, uno de ellos está en la comunidad Bellavista, donde parte de sus habitantes fueron capacitados como guías turísticos y otros recibieron herramientas para sus negocios.
Se organizaron y conformaron la Asociación Ballevista, que ahora se enfoca en servicios turísticos y avistamiento de ballenas. A esta asociación, además de la capacitación, le entregaron chalecos salvavidas y binoculares y le ayudaron en la construcción de sanitarios para los bañistas, mientras que personas como Reina recibieron cocina, platos, vasos, ollas… para volver a empezar.
Por eso, el presidente de la Asociación Ballevista, Fabián Valdez, cree que la mejor forma de ayudar es visitar sus emprendimientos.
SAN JACINTO
Un poco más hacia el sur está, en cambio, la comunidad de San Jacinto, donde sus extensas playas reciben al visitante con esplendor.
Ancho mar y ancha tierra invitan a los turistas a descansar en estos amables paisajes llenos de sol, agua templada y buena comida.
Allí, los Jóvenes Emprendedores del Manglar La Boca juntaron fuerzas para reinventarse tras el terremoto y aprovechar la riqueza natural de su tierra.
Con los fondos recibidos por parte del PNUD adquirieron un bote para ofertar recorridos turísticos a través de un extenso y diverso manglar que alberga a cientos de aves y que ofrece un espectáculo multicolor sin igual.
Incluso, si con paciencia se espera hasta que caiga el sol, el turista podrá apreciar cómo cientos de aves se posan tranquilamente en los mangles para ser admiradas. Vuelan muy cerca y muy bajo, más cerca de lo que jamás usted podrá imaginar.
Y para recargar fuerzas después del tour podrá encontrar en la playa 41 cabañas de la Asociación de Servidores Turísticos Virgen de Guadalupe, que ofrecen comida de calidad y a precios cómodos, además de una cálida atención que lo único que deja son las ganas de volver.
Alexandra Moreira, una de las líderes del grupo, con gran desenvoltura dice que en lugar de sentarse a llorar luego de terremoto decidieron aprovechar la oportunidad que tenían en las manos y potenciar el encanto natural de la zona.
LAS GILCES
En la comunidad aledaña de Las Gilces ocurre lo mismo. Allí los jóvenes destinaron los $ 5.000 ganados en el concurso a construir con sus propias manos un sendero ecológico dentro del manglar que pronto podrá ser visitado.
El trabajo ha sido arduo, pues han tenido que clavar con su propio esfuerzo decenas de pilares de madera hasta fijarlos en la húmeda tierra del manglar. Para eso han hecho mingas que han unido a toda la comunidad.
Pensaban que quizá sería más fácil pero ni todo el cansancio los vence. Hoy solo esperan que los viajeros valoren su trabajo visitándolos.
Los manabitas coinciden en que todo este ímpetu valdrá la pena solamente si se difunde y si las personas llegan a sus playas a aportar a su reactivación, que cada vez está más encaminada.