“Para Ecuador ha habido solamente dos momentos importantes de deflación: en 1932 y en 2017. Es un fenómeno inusual que se ve como un ajuste necesario después de una década de encarecimiento como economía”, señala Vicente Albornoz, decano de la Facultad de Economía de la Universidad de Las Américas sobre la investigación que presentó al respecto.
El Banco Central no acepta que el país atraviesa por una deflación
La gerente general del Banco Central, Verónica Artola, descartó que el país esté enfrentando una situación de deflación y mencionó que para asegurarlo se requiere que la economía atraviese por esta situación al menos seis meses seguidos (ya van cuatro meses: septiembre a diciembre de 2017) “de acuerdo con la metodología del FMI”, según dijo el martes 2 de enero en conversatorio con medios.
Siguiendo este concepto faltarían solamente dos meses de resultados negativos en la variación del índice de precios al consumidor para declarar una deflación oficialmente (Gráfico 1).
Gráfico 1
De septiembre a diciembre de 2017 hubo resultados negativos de inflación
Fuente: INEC.
Elaboración: Consultora Multiplica.
El documento de soporte técnico del FMI en el que se basa el BCE para afirmar que no estamos en deflación señala otra cosa: “la deflación está definida como una declinación sostenida de una medida de precios agregada como el IPC o el deflactor del PIB. Uno o dos trimestres de caída de precios, que técnicamente se considera una deflación, no serían preocupantes. Sin embargo, una moderada pero continua deflación puede ser causa de preocupación ya que incrementaría la incertidumbre económica, distorsiona la colocación de recursos, involucra consecuencias en la distribución y conducen a un crecimiento más bajo” (Deflation: Determinants, Risks, and Policy Options, Findings of an Interdepartmental Task Force, FMI, abril 30, 2003).
Deflación en los años treinta por contracción del circulante
Albornoz destaca que desde la creación del Banco Central del Ecuador en agosto de 1927, Ecuador tenía un régimen de convertibilidad de cinco sucres por dólar. Y se mantuvo así hasta 1932. Cuando arrancó con la convertibilidad teníamos una oferta monetaria ligada a las reservas internacionales que sumaban $ 8 millones. Y durante este período la RI cayó a $ 4 millones o sea que el circulante en el país cayó casi a la mitad.
El problema grave es que con la crisis de Wall Street que arrancó en octubre de 1929, también arrancó una constante caída de divisas del país, por dos razones: 1) por una balanza comercial negativa, puesto que dejaron de comprar nuestros productos ya que el mundo estaba en crisis; y 2) muchas divisas salieron en busca de seguridad pues el mundo confía en monedas más fuertes.
Por el sistema de convertibilidad esta salida constante de divisas del país causó la erosión de la base monetaria del país y eso causó una contracción monetaria y la deflación que inició en julio de 1930 y terminó en septiembre de 1933. En este periodo el nivel de precios cayó 33%, lo cual es un tema complejo de manejar para una economía (Gráfico 2).
En esas circunstancias la convertibilidad perdió adherentes y con un decreto supremo de Alfredo Baquerizo Moreno esta fue eliminada en febrero de 1932. Simultáneamente, el presidente solicitó al Banco Central del Ecuador un crédito al gobierno por 35% del monto del circulante de entonces (S/. 12’000.000, doce millones de sucres), con lo cual la inflación se volvió positiva y en octubre de 1933 ya llegaba a 64%, reporta Albornoz.
85 años más tarde una encrucijada comparable
Desde junio de 2014 hay una desaceleración marcada de la inflación. Estamos en deflación en 2017 por tres meses desde septiembre. La mayoría de los precios que conforman la canasta familiar básica están cayendo (Gráfico 3). En los últimos cuatro meses hay una inflación negativa, pero hay una inflación a la baja desde junio de 2015, con la excepción del efecto de las salvaguardias que tuvieron el efecto de subirla durante su vigencia hasta junio de 2016, y en el primer trimestre de 2017 debido al gasto público por la campaña electoral, señala Albornoz.
Las ventajas de una deflación son el reajuste de precios a la baja en un país que se encareció en 46% durante la última década y cierta recuperación de la competitividad por precios. Sin embargo, conlleva riesgos importantes: el desincentivo a la producción y al consumo y la apreciación de los pasivos monetarios (deudas), señaló.
Al respecto de los riesgos, Abelardo Pachano apunta que “el lado complicado de una deflación prolongada como la que vivió Japón es que lleva a variables monetarias negativas, la caída del multiplicador del dinero y la transabilidad externa, que termina generando problemas de financiamiento de la economía”.
*Editora macroeconómica.
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