El nuevo ministro de Economía y Finanzas, Simón Cueva, dejó muchas incógnitas al decir que todos quienes ganan más de $ 550 son parte del 50% más rico del país. Los datos revelan que 40% de los trabajadores gana más de ese monto; sin embargo, esa calificación no quiere decir que la calidad de vida sea óptima, pues apenas 10% de la población gana más de $ 1.500 mensuales, lo que podría considerarse un ingreso estable y sostenible.
Antes de iniciar su gestión, el ministro de Finanzas ya sembró suspicacias. El jueves 20 de mayo, Simón Cueva participó en un conversatorio organizado por la Universidad de las Américas (UDLA). Allí enfatizó en la necesidad de una “mayor solidaridad” para hacer frente a la pandemia. Indicó que la crisis ha generado mayores brechas y que quienes más sufrieron su impacto son quienes no cuentan con protección social, viven al día y tienen trabajos ocasionales.
Para Cueva, mejorar la sostenibilidad de las finanzas públicas se logrará a través de mayores ingresos que sean equitativos y solidarios o por medio de la reducción del gasto público; sin embargo, esta combinación “es delicada”.
“En el Ecuador, la mitad de la población vive, en promedio, con $ 550 dólares mensuales, más o menos. Todos los que ganamos más que eso somos parte del 50% más rico de los ecuatorianos y estamos llamados a ser parte de quienes hagan el esfuerzo”, señaló. Esta declaración despertó malestar entre la población, aunque el ministro no está del todo errado.
DEFINITIVAMENTE, EL 50% DE LA POBLACIÓN GANA MENOS DE $ 500 DÓLARES
Según datos registrados del SRI, en 2020 había un total de 2’786.146 potenciales contribuyentes, independientemente de su salario. Como muestra el Gráfico 1, 52,6% de ellos percibe menos de $ 500 dólares mensuales, mientras que otro 9,1% recibe entre $ 500 y $ 600 dólares. Así, según las declaraciones de Cueva, alrededor de 60% de la población no rendiría ningún tributo al Estado.
En contraste, el grupo que gana más de $ 550 dólares (suponiendo que son más de $ 600 dólares), sería alrededor de 40% de los trabajadores. Sin embargo, la mayor parte de estos contribuyentes se concentra en los salarios inferiores a este umbral. De este 40%, 27,6% corresponde a personas con salarios menores a $ 1.500 dólares, es decir, siete de cada 10 contribuyentes gana entre $ 600 y $ 1.500 dólares.
Apenas 10% de la población recibe más de $ 1.500 dólares en Ecuador. Este dato trae a colación dos problemas que enfrenta el país: la mala distribución de la riqueza y la poca capacidad de recaudación del Estado. Los tributos son una herramienta redistributiva que dispone el gobierno para invertir en proyectos sociales o gasto público.
Es por ello que la propia Constitución del Ecuador establece que las leyes tributarias estimularán la inversión, la reinversión, el ahorro y su empleo para el desarrollo nacional, además, procurarán una justa distribución de las rentas y de la riqueza entre todos los habitantes del país. En ese sentido, el gobierno tiene la obligación de buscar los mecanismos adecuados para recaudar de manera progresiva, es decir, de los que más tienen hacia los que menos reciben.
Gráfico 1
Contribuyentes por rango de salarios
SOLO EL QUINTIL MÁS RICO TIENE INGRESOS SUPERIORES A $ 550 DÓLARES POR PERSONA
Las formas de estratificar la población son varias y dependen de distintas variables. Si se analiza según los ingresos promedios per cápita, el análisis toma otra dimensión. Acorde a la clasificación por quintiles de ingresos por persona con base en los datos de la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (ENEMDU) de septiembre de 2019, resulta cierto que la población más rica del país (que pertenece al quintil 5) tiene ingresos superiores a $ 550 dólares, y es el único grupo de la población en el que esto se cumple (Gráfico 2).
Esto sucede por la diferencia que existe entre ingresos medios per cápita respecto al salario que percibe una persona. El primero se refiere al ingreso de cada miembro familiar, es decir, el salario que recibe una persona se divide para cada uno de los miembros de su familia ya que una familia se compone de personas productivas -que aportan ingresos al hogar- y personas no productivas (menores a 15 años o mayores a 65 años) o sin empleo o empleo no remunerado -que deben ser subsidiadas por los miembros del hogar que trabajan-.
El INEC mantiene el supuesto para el cálculo de ingresos per cápita que una familia se compone por 1,6 miembros que generan ingresos en el hogar. Es decir, una persona que trabaja a tiempo completo y otra que trabaja poco más que medio tiempo con salario básico. Por lo que los ingresos de los 1,6 miembros se reparten para el total de las personas del hogar. Es por ello que el ingreso medio resulta ser, por mucho, inferior al salario de una persona.
En este sentido, los estratos económicos calculados a septiembre 2019 por el nivel de ingresos indican que el quintil más pobre de la población (Q1) tiene un ingreso medio de $ 51 dólares por persona, mientras el segundo quintil más pobre (Q2) le duplica al primero con ingresos de $ 104 dólares per cápita. El quintil 3, que corresponde a la clase media baja, tiene ingresos medios de $ 160, y el de clase media alta de $ 254 dólares por persona. Sin embargo, el quintil más rico de la población tiene como ingreso medio per cápita $ 637 dólares, es decir que tiene 2,5 más ingresos que la clase media alta -la brecha más amplia de entre los grupos de estratificación-.
Gráfico 2
Quintiles por ingresos medios per cápita
Considerando las líneas de pobreza por ingresos que mantiene el INEC, para diciembre 2020 se tiene que el umbral de pobreza es de $ 84,05 mensuales y $ 47,37 para extrema pobreza. Esto quiere decir que una persona que tiene un ingreso familiar per cápita menor a $ 84 dólares es considerada pobre y si tiene menos de $ 47 es extremadamente pobre. Lo que significaría que todas las personas del quintil Q1 son pobres o pobres extremos, mientras que una parte de las personas del quintil Q2 entraría también dentro de la clasificación de pobreza. A diciembre de 2020, la pobreza recae en 32,4% de la población y la extrema pobreza en 14,9%; valores similares a los del 2010.
MENOS DEL 2% PERTENECE A LA CLASE ALTA EN EL PAÍS
El índice de nivel socioeconómico es otra métrica de estratificación social que define a la clase D como la más pobre de la población, y a la A como la más rica. Se basa en seis dimensiones, cada una con su puntaje, que sumado alcanza un máximo de 1.000 puntos. En estas dimensiones están las características de vivienda, nivel de educación, actividad económica del hogar, posesión de bienes, acceso a tecnología y hábitos de consumo.
El último levantamiento del índice se realizó en el 2011 con base en el censo poblacional del 2010, por lo que no se cuentan con datos actualizados. Sin embargo, funcionan como una fuente de referencia y más aun tomando en cuenta que los indicadores sociales se han degradado a causa de la pandemia y han representado un retroceso de alrededor de 10 años.
El índice de NSE es consistente con el grueso del grupo de la población que se concentra en los grupos poblacionales de nivel socioeconómico más bajo. El 14,9% se encuentra en la case D (la clase pobre), mientras la mitad de la población pertenece a la clase media baja (el 49,3%). Contraste a los dos grupos más ricos de la población: el 11,2% en la clase medio alta y apenas el 1,9% en la clase alta.
Gráfico 3
Nivel socioeconómico agregado
DE LOS ECUATORIANOS QUE PODRÍAN PAGAR TRIBUTOS 2 NO LOGRAN CUBRIR LA CANASTA BÁSICA
Relacionando superficialmente el Gráfico 1 con el Gráfico 3, solo el 10% de la población tendría una relativa estabilidad económica y la posibilidad de ahorrar, pues su salario está por encima de los $ 1.500 dólares. Es decir, solo menos del 2% de los ecuatorianos realmente tiene una solvencia con creces, y les afectaría de manera menos drástica pagar los tributos.
Una de las principales críticas al ministro Cueva es que los $ 550 dólares que él propone como la mínima base imponible ni siquiera alcanzan para cubrir la canasta básica. El INEC supone que el ingreso mensual familiar de los ecuatorianos es de $ 746,67 manteniendo el supuesto de que 1,6 miembros son receptores de un salario básico para un hogar de 4 personas. Mientras que la canasta básica llegó a los $ 711,18 en abril de 2021, es decir que incluso las familias podrían mantener un ahorro de $ 35,49 mensuales.
Pero estos supuestos no se cumplen para la mayoría de las familias. Un estudio de la consultora económica Inteligencia Empresarial determinó que solo 3 de cada 10 hogares logra cubrir una canasta básica en su totalidad. Sin embargo, la propuesta de Cueva aplicaría para el 50% de los ecuatorianos, esto significaría que de los 5 de cada 10 ecuatorianos que deberá rendir tributos 2 de ellos no logran ni siquiera pagar el consumo básico de su hogar.
Por supuesto, la política sería aplicada de manera progresiva, es decir, el que más gana más paga. Aunque para quienes luchan cada mes por cubrir sus necesidades básicas y deben rendir tributos, por más bajos que sean, significará un impacto importante.
Esta misma política ya fue aplicada en el 2020 dentro del proyecto de Ley Humanitaria para combatir la crisis del covid-19. En ese momento se estableció una contribución única y progresiva de ciudadanos con ingresos fijos superiores a $ 500 dólares. Pero por los muchos descontentos en el Legislativo y en la ciudadanía, la Comisión de Desarrollo Económico de la Asamblea decidió subir la base imponible a $ 2.500 alegando que la mayor parte de la contribución saldría de la clase media (Gráfico 1).
Aunque la economía nacional se está reactivando progresivamente, las brechas sociales se incrementaron. La pandemia dejó una desigualdad empeorada, con un índice de Gini de 0,50 puntos, similar al del 2010, de igual manera la pobreza se incrementó y el acceso a servicios y bienes públicos se ha reducido.
En efecto, los tributos son una forma de redistribución de la riqueza donde todos deben hacer un esfuerzo para sacar adelante al país. No obstante, la base imponible debe ser bien pensada para tener una recaudación justa, solidaria, equitativa y eficiente. El trabajo que le queda por delante al ministro Cueva será sin duda una odisea, por lo mismo deberá tener el mínimo cuidado al mover sus cartas y establecer políticas.
(*) Elaborado por Karen Lucero, redacción Revista Gestión.
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Last modified on 2021-06-03