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Uno de los peores males del país es la corrupción, sin duda. Pero la emergencia sanitaria ha dejado ver crudamente el esqueleto de la falta de escrúpulos que se cierne en el Ecuador. Quizá impacta más porque los sobreprecios y los sobornos se dan en situaciones en los que la vida está en juego, cuando se paga $ 148 por una bolsa para cadáveres que en realidad cuesta $ 16, o cuando se gasta $ 150 en un kit de alimentos que no sobrepasa los $ 86.

Duele más porque la situación en sí es lastimera y lúgubre y a cualquiera le molesta que en medio de una crisis como la que atravesamos se juegue con los dineros públicos y la dignidad humana. Lo penoso es que haya tenido que pasar algo así para que esta indignación se generalice. Porque antes, más bien dicho siempre, la corrupción ha estado ahí, tocando la puerta y hemos convivido con ella como si fuera un pilar más de la institucionalidad. Pero aprovecharse de la emergencia para sacar ventaja es, por demás, bajo y ruin.

ROBAR EN BONANZA VS ROBAR EN CRISIS

Sin embargo, cuando el petróleo superaba los $ 100 y se asignaban obras bajo oscuros estamentos poco o nada se decía al respecto, y eso hoy pasa factura, porque los inescrupulosos se acostumbraron a robar como quien se acostumbra a una nueva forma de vida por la que, incluso, muchas veces se reciben hasta méritos. La frase “robó pero hizo obra” se volvió tan cotidiana en nuestro lenguaje que los casos de corrupción pasaron a normalizarse y dejaron de sorprendernos.

Pero es diferente ser corrupto en estos tiempos, en medio de una crisis económica galopante como la que estamos viviendo, donde cada centavo cuenta y cada pérdida nos golpea. Por eso es que la sociedad castiga con más dureza los recientes actos de corrupción que han ocurrido desde siempre.

LA REALIDAD EXPLOTA EN LAS MANOS

Otra característica ha sido que los casos de corrupción, en su mayoría, son revelados por la prensa. El Gobierno –cualquiera que esté de turno- ha sido incapaz de autodepurarse y realizar un ejercicio de control real que limite o elimine la corrupción. En la administración de Rafael Correa incluso era justificada, llamando acuerdo entre terceros a la recepción de coimas, o ajuste de precios al exceso de costos en los contratos. En esa época, cuando se llevaron al país en peso, siempre hubo una excusa para minimizar estos escándalos, y siempre la prensa fue perseguida por contar ese lado de la historia.

Sin embargo, cuando la realidad es tan pesada y explota, es casi imposible ocultarla y a las autoridades de turno no les queda más que, de alguna u otra manera, afrontar el tema. La estrategia del Gobierno de Lenín Moreno ha sido hablar permanentemente de la lucha anticorrupción, aunque por detrás no existan acciones. Así ha sido desde mayo de 2017. Y hoy cuando el globo de los sobreprecios médicos le estalló en las manos, finalmente se ha visto obligado a tomar acciones que, si bien en algo mejoran el panorama, son insuficientes.

SOLUCIONES SIEMPRE A DESTIEMPO

Ante esto, algunas soluciones que plantea el Ejecutivo, y que debían aplicarse desde hace años, es la mejora en la forma de adquirir insumos médicos en el país. Para coordinar la compra corporativa, según el decreto emitido para ello, las entidades que conforman la Red deberán definir el órgano administrativo que será el responsable de la adquisición centralizada de fármacos o bienes. Para vigilar el cumplimiento de este procedimiento, se conformará un Comité Interinstitucional. Pero de aquí a que funcione hay un largo, larguísimo trecho.

Parece necesario recordar que cometer actos de corrupción en situación de emergencia cuenta como un agravante. El Código Penal establece una pena máxima aumentada en un tercio para los delitos cometidos durante una emergencia. Sin embargo, y aunque suene bonito, aquello hasta ahora no se ha cumplido.

MIRAR LA PAJA EN EL OJO PROPIO

Así, vivimos en un escenario donde poco o nada ha cambiado y lo único diferente es que la crisis se ha agravado haciendo más notorio cada caso de corrupción porque toca las fibras más sensibles del ser humano y desnuda los ruines y poco solidarios que podemos ser incluso en situaciones de vida o muerte. Y en esta red también está el que abusa de la situación para cobrar más por una libra de papa, un litro de leche, un galón de alcohol o cualquier servicio… todo aquello también es corrupción, que no se nos olvide.

 

Last modified on 2020-06-02

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