En las calles Flores y Espejo se encuentra el monasterio de Santa Catalina de Siena, en el que viven 12 religiosas en contemplación o claustro de la orden dominica. Ocupa las tres cuartas partes de una manzana en el barrio de San Marcos, tiene un área aproximada de 8.500 metros.
La casa se adecuó a las necesidades de la comunidad propiamente monacal; es decir de clausura, dispone de un jardín principal que se conecta con corredores con las habitaciones de las religiosas, oficinas de administración, labores, entre otras. Estas mujeres cumplen votos de silencio y dedican su vida a la oración.
Las religiosas elaboran jarabes, cremas, lociones, hostias, vino de consagrar, los que se comercializan para el sostenimiento de la comunidad. Hasta antes de la pandemia la venta se hacía a través de un torno. Además, elaboran cremas del día, otras que evitan las arrugas, que nutren la piel, limpiadoras, la de ‘leche de burra’; jabón líquido, champú de ortiga, de romero, nogal, sábila, extractos de lavanda, menta, limón…
Last modified on 2020-11-23