Hay dificultades en lograr consensos alrededor de grandes objetivos nacionales, tales como condiciones propicias para atraer inversiones y generar empleo. En este espacio convive la corrupción, el narcotráfico y el crimen organizado, contaminando importantes sectores de la sociedad e instituciones públicas. Desde hace mucho que la deshonestidad se ha propagado y con ello una terrible aceptación social, como si sufriéramos un fatalismo inevitable de tener que convivir con ella. Quizás una de las razones para que se haya perdido el asombro ante ella es porque no se entiende sus efectos en la realidad de cada persona. La deshonestidad produce enormes costos, factura que pagan todos: ricos, pobres, asalariados, emprendedores, desempleados, adultos y niños. La corrupción, además, desgasta la confianza en las instituciones.
Fuente: Expreso.
Last modified on 2024-08-22