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Las negociaciones de la cumbre del clima de Madrid (COP25) están atascadas en varios de los puntos clave de la agenda, entre ellos el artículo 6 del Acuerdo de París o la definición de los objetivos de reducción de emisiones para los próximos años, un bloqueo que llega hasta el punto de que las partes desconocen si se podrán cerrar acuerdos al respecto antes del fin del evento, previsto para el viernes.

“Podría ser previsible una prórroga al sábado, que es algo que siempre pasa en este tipo de cumbres“, señaló a esta agencia Mario Rodríguez, director ejecutivo de Greenpeace España y observador en el evento.

Desde el pasado 2 de diciembre se encuentra reunida en Madrid la XXV Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Cambio Climático de la ONU, una cumbre cuyo principal objetivo a nivel técnico es desarrollar el artículo 6 del Acuerdo de París, centrado sobre todo en la regulación de los mercados de emisiones y crédito carbono.

Estos mercados permiten a un país o una empresa que emita más de lo permitido pagar a otro para que reduzca sus emisiones en una cantidad equivalente de la sobrepasada, lo que establece un mecanismo de compensación.

Todo ello tiene la intención de ayudar en el cumplimiento del principal objetivo del Acuerdo de París, que es contener el crecimiento de la temperatura global por debajo de 2 grados centígrados –y preferiblemente a 1,5– antes de finales de siglo.

El problema con los mercados de carbono es que el texto de París no estableció detalles sobre los mecanismos para su desarrollo, lo que abre la puerta a vacíos legales como la doble contabilidad, por la que dos países –o un país y una empresa– podrían reclamarse las mismas reducciones en sus objetivos climáticos.

“El artículo 6 está parado porque algunos países, principalmente Brasil, quieren una doble contabilidad en el mercado de emisiones”, apunta Mario Rodríguez.

Fuentes de la negociación señalaron a Sputnik que, además, también existen problemas para el desarrollo del artículo 6 en cuestiones como la extensión de los mercados de carbono –si deberían ser de alcance regional o global– o los estándares de derechos humanos en los proyectos asociados a ellos.

La Unión Europea, por ejemplo, no desea un mercado global de créditos de carbono porque ya cuenta con uno propio, por lo que su apertura supondría una desestabilización de los precios ya establecidos.

El debate en cuanto a derechos humanos pretende evitar que se generen vulneraciones similares a las que ocurrieron en el pasado en el marco de la aplicación de proyectos ambientales relacionados al protocolo de Kioto.

“En México tenemos el ejemplo del Golfo de Tehuantepec, donde a través de los mecanismos de desarrollo limpio se hizo un plan para poner eólicas que destrozó y desplazó a todas las comunidades indígenas”, recuerda Javier Andaluz, responsable de Cambio Climático en Ecologistas en Acción.

Andaluz señala que ahora mismo los países no encuentran un acuerdo sobre las salvaguardas de derechos humanos debido a la oposición de países como Brasil o Australia, donde viven importantes poblaciones indígenas.

En caso de no alcanzar un acuerdo de última hora sobre cómo desarrollar el artículo 6, las partes darán patada a seguir –como ya hicieron el año pasado en Katowice– y pospondrán su resolución a la próxima cumbre, lo que dejará coja la implementación del Acuerdo de París en 2020.

LA AMBICIÓN

A nivel de contenidos la COP25 se presentó como una cumbre de transición en la que no se esperaba la adopción de grandes acuerdos, ya que el principal objetivo era cerrar el artículo 6.

No obstante, la cumbre llega en un momento de efervescencia del movimiento ecologista a nivel global, lo que ofrece a los líderes políticos un marco propicio para empezar a marcar unos objetivos ambiciosos de cara a la próxima cumbre (COP26) de Glasgow.

En 2020 los países que forman parte del acuerdo de París deberán actualizar sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional, las llamadas NDC, que constituyen la piedra angular del proyecto, ya que ponen negro sobre blanco un compromiso concreto de cada país en materia de reducción de emisiones.

La comunidad científica advirtió de forma reiterada que con las NDC actuales se fallará estrepitosamente en la contención a 1.5 grados que establece París.

El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, dijo este miércoles que la consecución de un compromiso para tener unas NDC más ambiciosas en 2020 es su principal prioridad en esta cumbre.

En la tarde del jueves, Chile –país que preside la cumbre– anunció que 11 países se sumarán a un pacto previamente firmado por otros 74 países para endurecer sus planes en el 2020.

El problema es que esos 74 países suman únicamente el 10 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero globales y que ninguno de los grandes emisores –sólo China acumula el 29 por ciento– se incluye entre los nuevos firmantes, por no hablar de que EEUU (14 por ciento) se encuentra en trámites para abandonar el Acuerdo de París.

“Brasil, India, Japón, Rusia, Australia o Canadá entre otros tienen una posición muy conservadora”, lamenta Mario Rodríguez.

El director ejecutivo de Greenpeace España afirma que el “despertar social” de la movilización ecologista convirtió una cumbre que se preveía como “bastante gris” como un evento en el que “se produjeron expectativas”, lo que añade presión a los líderes a la hora conseguir un acuerdo final que aumente los niveles de ambición.

Sin embargo, la cumbre avanza a ritmo de tortuga, algo que se ejemplifica en el hecho de que las partes ni siquiera se ponen de acuerdo en cuáles deben ser los marcos comunes para presentar sus NDC o si quiera en qué fechas deben hacerlo.

El asunto de las fechas puede parecer menor, pero si los países no presentan sus NDC con un margen suficiente para que el IPCC (el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) los analice a fondo se puede dar la posibilidad de que la comunidad internacional llegue a Glasgow a ciegas, sin saber cuál es cálculo del impacto global de sus planes.

Además de estos asuntos, las partes están encontrando problemas para alcanzar acuerdo en materias de transición justa, perspectiva de género e incluso en la financiación del Fondo Verde para el Clima, pensado para financiar proyectos en países poco desarrollados.

“A día de hoy la cumbre es débil y no está acorde su eslogan de ‘tiempo de actuar’. No se ha pasado de la retórica”, apunta Mario Rodríguez.

Por su parte, Javier Andaluz señala que pese al aumento de la sensibilización global en materia climática, en esta COP25 podemos encontrarnos “con un auténtico paso atrás en el protocolo de París”. (Sputnik)
 

Last modified on 2019-12-12

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