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Autor: Revista Gestión *

El libro Quito: la ciudad que se disuelve – Covid-19 publicado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales presenta la crisis urbana a la que se enfrentó la capital.  Quito es la ciudad con más casos confirmados de coronavirus y el shock urbano en la ciudad se vio reflejado en diferentes sectores de la población, especialmente en los más vulnerables. Las trabajadoras sexuales se vieron obligadas a dejar su trabajo por el confinamiento. Los inmigrantes, especialmente venezolanos, no pudieron regresar a su país, y tampoco trabajar en el Ecuador.

Desde julio de 2020, Quito es la ciudad con más casos confirmados de coronavirus en el país. Los contagios aumentaron a una velocidad mucho mayor que en otras ciudades. Actualmente, las cifras en la capital son más del triple de Guayaquil, la segunda ciudad con más casos (Gráfico 1). Desde el 2018, el cantón Quito es el más poblado del Ecuador, lo cual contribuye a la magnitud de casos confirmados, además de la alta densidad poblacional con respecto al resto del país. Sin embargo, es importante tomar en cuenta que existe un subregistro de las cifras, el número de casos confirmados en cada ciudad depende de la cantidad de pruebas de detección del covid-19 que se tomaron.

Gráfico 1

Casos confirmados de coronavirus en Quito, Guayaquil y Cuenca

 

La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) publicó en marzo de 2021 el libro Quito: la ciudad que se disuelve – Covid-19. La publicación es un conjunto de artículos pequeños de más de 50 autores, académicos, funcionarios y ciudadanía en general que busca difundir y estimular la investigación sobre temas urbanos con un sentido crítico y multidisciplinario.

Los problemas estructurales de la capital fueron mucho más evidentes durante la pandemia. El confinamiento de los primeros meses era imposible de cumplir para toda la población por la inadecuada situación de la vivienda por el déficit, el hacinamiento y los servicios insuficientes. De acuerdo con las cifras del Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda, en 2020 el déficit de unidades habitacionales era de 140 mil. Además, hay un gran porcentaje de quiteños que tiene un trabajo precario e informal y las restricciones de movilidad afectaban directamente a estas personas.

La crisis causada por el covid-19, generó un shock urbano en diferentes dimensiones. Dentro del libro, se encuentran temas relacionados con los diferentes grupos vulnerables en la ciudad, quienes se enfrentaron a dificultades específicas debido a la pandemia.

LOS INGRESOS DE LAS TRABAJADORAS SEXUALES FUERON FUERTEMENTE GOLPEADOS

El trabajo sexual es la ocupación de un amplio y diverso sector de mujeres en el país. El intercambio de sexo o servicios sexuales por dinero era la fuente de ingresos para estas mujeres, quienes usualmente son pobres y provienen de contextos de violencia, movilidad humana y baja escolarización. Tienen oportunidades limitadas y, por lo tanto, ven en el trabajo sexual la única posible ocupación. El artículo Estigmatización, confinamiento y crisis sanitaria: una aproximación al trabajo sexual quiteño escrito por Shirley Venegas y Abel Ramírez presenta cómo la actual crisis sanitaria tuvo un fuerte impacto en el trabajo sexual.

El toque de queda, el distanciamiento social, las medidas de aislamiento y de bioseguridad han determinado el cierre de los burdeles, las casas de citas, los bares, las zonas de tolerancia y los sitios de entretenimiento, obligando a las trabajadoras sexuales a confinarse en sus hogares. Por lo tanto, los clientes y los ingresos económicos para ellas desaparecieron.

A través de una entrevista, los autores identificaron que una trabajadora sexual en un night club en la ciudad puede ganar entre 60 y 70 dólares por noche, mientras que una mujer que trabaja en las calles y plazas puede permanecer durante varios días sin ganar nada, y en otros periodos de tiempo trabajan hasta 16 horas diarias. Estas circunstancias, en pandemia, cambiaron completamente, pues muchas ya ni siquiera podían trabajar.

Las trabajadoras sexuales de mayor estatus, por un lado, recurrieron al uso de plataformas digitales como Facebook, Instagram y Twitter. Asimismo, muchos burdeles operaron en la clandestinidad o en condiciones insalubres y sin medidas de bioseguridad. Actualmente es fundamental que existan normativas que regulen el oficio, con condiciones laborales, económicas y de salud óptimas.

LOS ADULTOS MAYORES SE ENFRENTARON AL OBSTÁCULO DE LA TECNOLOGÍA

Los adultos mayores pertenecen a un grupo vulnerable con muchos estigmas y prejuicios en la sociedad. Paulina Vega y Carolina Navas Guzmán, autoras del artículo Adultos mayores en aislamiento presentan en su texto los diferentes obstáculos a los que se enfrentaron los adultos mayores durante el aislamiento.

Antes de la pandemia, ya se enfrentaban problemáticas ligadas al rechazo y a la violencia, se considera, incluso, que el adulto mayor no cumple un rol significativo dentro del hogar. Además de dichas problemáticas, durante la pandemia se vieron obligados al distanciamiento social, el cual, durante la vejez, empeora el deterioro cognitivo, conductual e inmunitario.

Varios espacios que trabajan con adultos mayores empezaron a utilizar herramientas digitales para continuar su trabajo durante la pandemia. Un trabajo realizado por el Museo de la Ciudad identificó la necesidad de considerar mecanismo o vías para que los adultos mayores puedan acceder al mundo a través de la tecnología, sin embargo, este es un obstáculo más en su vida.

INMIGRANTES EN QUITO NO PODÍAN TRABAJAR NI REGRESAR A SUS PAÍSES

Jacques Ramírez, autor de Inmigrantes en Quito: antes y después de la pandemia presenta los resultados de un estudio realizado por el Gobierno de la Provincia de Pichincha, la Agencia de la ONU para refugiados y Clima Social. El estudio se realizó sobre la población inmigrante radicada en la provincia de Pichincha, justo en febrero antes de la pandemia, con una muestra de 1.656 personas.

Ecuador, en los últimos tres años, se convirtió en un lugar de tránsito y destino de población venezolana. De acuerdo con los datos del Ministerio de Gobierno de 2020, el saldo migratorio venezolano entre 2015 y 2019 alcanzó un total de 376.999 personas, lo que significa que el 2,1% de la población en el Ecuador es venezolana. Del estudio realizado, se desprende que, antes del inicio de la pandemia, el 29,6% no tenía regularizada su situación migratoria y un 26% estaba en trámite.

El 47% de los inmigrantes se encontraba trabajando dentro del sector informal, al preguntar sobre el lugar donde realizan su actividad laboral, el 42,9% respondió que lo hacía en la calle. Acerca de los ingresos mensuales, el 62,1% ganaba entre $ 150 y $ 380, el 10% menos de $ 100 y un 4,6% señaló que no percibe ningún ingreso.

Los datos muestran la precariedad en la que vivía una buena parte de los inmigrantes que están en Pichincha antes de la pandemia. El hecho de que un gran porcentaje trabaje en la calle indica que el confinamiento obligatorio imposibilitó que pudieran ir a su lugar de trabajo, percibieron ingresos menores a los del salario básico y muchas personas que trabajaban en local fueron despedidas.  

El autor recalca que el gobierno ecuatoriano nunca abrió un corredor humanitario que permitiera el retorno de los migrantes a su país. Según un estudio realizado por UNICEF a mediados de año, el 82% de los venezolanos se quedó sin trabajo, el 84% experimenta problemas para acceder a alimentos suficientes y uno de cada tres niños se acuesta con hambre.

La crisis, evidentemente, no afecta de igual manera a todos los sectores de la población. Las trabajadoras sexuales, las personas adultas mayores y los inmigrantes son algunos ejemplos de cómo la crisis sanitaria afectó fuertemente su condición laboral y de relaciones sociales.

 

(*) Elaborado por Maí Suárez, redacción Revista Gestión.

 

Si va a hacer uso de este artículo, por favor cite la fuente original. Artículo de información (I).

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Last modified on 2021-10-17

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