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Autor: Revista Gestión *

Así como en el aspecto económico, la pandemia profundiza las problemáticas sociales del país. Guillermo Lasso se posesiona este 24 de mayo en un contexto crítico; la emergencia sanitaria persiste y con el paso del tiempo los indicadores sociales se deterioran. El Ecuador enfrenta niveles de pobreza elevados que son comparables con los de 10 años atrás. En problemas de salud, como la desnutrición, los esfuerzos dan pocos resultados y casi uno de cuatro niños tiene una ingesta menor a la mínima de nutrientes. Los más vulnerables viven en las áreas rurales y pertenecen a grupos étnicos como los indígenas. Es allí en donde se tiene que enfatizar para combatir males sociales que golpean a la nación.

La pandemia del coronavirus impactó negativamente en los avances en el ámbito social que se habían logrado. Además, profundizó problemas que se acarreaban, como la desnutrición en niños, brechas entre estratos sociales, informalidad y problemas de conectividad.

Los retos en materia social aplacan no solo al Ecuador, sino a la región en su conjunto. Con cifras recogidas de 18 países de la región, entre ellos Ecuador, se encontró un incremento de la pobreza en 2020 de hasta 33,7% de la población total. En 2008 se registró un nivel de pobreza del 33,5% , es decir, existe un retroceso de 12 años en la región en cuanto a reducción de pobreza.

PARTE IMPORTANTE DEL EMPLEO FORMAL MIGRÓ A LA INFORMALIDAD

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) pronosticaba el año anterior un deterioro considerable del empleo formal para Ecuador. El impacto del empleo depende de la duración de la crisis. Lo que se esperaba era una caída de entre -4,3 y -14,4 puntos de trabajadores en el mercado formal.

Entre la etapa previa a la pandemia (diciembre de 2019) y una medición del impacto de la pandemia, en diciembre de 2020, se registró una caída del empleo adecuado de 8 puntos porcentuales, alcanzando a 30,85% (Tabla 1).

A febrero de 2021, el empleo pleno subió a 33,2%, no obstante, se mantiene por debajo de los niveles prepandemia. Por lo tanto, el desafío es potenciar el emprendimiento y generar incentivos para que las empresas creen y mantengan sus plazas de trabajo. Los esfuerzos se tienen que concentrar en las pequeñas y medianas empresas, debido a que son las que generan 70% del empleo total en Ecuador, y al mismo tiempo son las que tienen menor liquidez para afrontar la crisis.

Tabla 1

Indicadores del mercado laboral

 

Cabe cuestionarse, entonces, ¿qué ocurrió con las personas que salieron del sector formal? La respuesta es clara: el subempleo, otras condiciones de empleo no pleno absorbieron a gran parte de quienes tenían un trabajo estable. Y también la otra parte se quedó desempleada. Aquello se evidencia en el incremento del subempleo, que pasó de 17,8% en diciembre de 2019 a 22,7% en el mismo mes del 2020. Asimismo, el empleo no remunerado creció en más de 1 punto porcentual, al igual que el desempleo.

Por otro lado, los estragos de la pandemia también se pueden medir con los indicadores de las aportaciones a la seguridad social. Quienes se encuentran afiliados son, en general, personas con un trabajo adecuado.

En el mes de febrero de 2020, se registraban 3,09 millones de aportantes (cifra cercana al cierre de personas con empleo adecuado en diciembre de 2019). Pero en febrero de 2021, se llegó a 2,8 millones de contribuyentes. Esta reducción del 8,2% es resultado de la pérdida de empleos o, a su vez, del desplazamiento de empleos a la informalidad.

El panorama laboral resulta difícil y más aún cuando la informalidad prepondera. Alrededor de la mitad de los empleos en Ecuador subyacen a la informalidad. Y las personas que no cumplen las horas mínimas de trabajo y no alcanzan al menos el sueldo básico de $ 400 enfrentan problemas con respecto a su bienestar y capacidad de consumo.

Por otro lado, una economía informal presenta retos al largo plazo: las personas no están afiliadas a la seguridad social, no tienen un fondo de ahorro contingente ni seguro ante enfermedades, lo que deteriora aún más la calidad de vida.

Bajo este marco, resulta complejo pensar en incrementos de salario mínimo, tal y como plantea Lasso. Más bien, bajo una crisis como la actual, en la que los precios bajan, lo más sensato, según un estudio de Andeanecuador Consultores Estratégicos, sería reducir el salario mínimo entre un –6% y -18%. Sin embargo, por ley, bajo ninguna circunstancia es posible reducir el salario básico universal de un año a otro, aunque la economía así lo demande.

COMO RESULTADO DE UN MERCADO LABORAL DETERIORADO, LA POBREZA SE DISPARÓ

Como resultado de las restricciones planteadas desde marzo del 2020, la economía entró en una profunda recesión. El resultado fue una caída de los ingresos de los hogares, debido a menos horas trabajadas, reducción salarial, despidos e informalidad.

Además, la emergencia sanitaria golpeó fuertemente a sectores como el turístico, automotor y el consumo en general. Como resultado de ello se perdieron plazas de empleo ya que estos sectores absorben una parte importante de la oferta laboral. Por tanto, los hogares reportaron menor disponibilidad de ingresos y, por ende, menor capacidad adquisitiva.

El resultado fue que la pobreza y pobreza extrema se incrementaron y los niveles al cierre de 2020 son comparables con el año 2010. A diciembre del último año se registró que 32,36% de la población era pobre (Gráfico 1). Es decir, 5,7 millones de ecuatorianos tienen un ingreso igual o menor a $ 84,05 dólares mensuales.

Gráfico 1

Pobreza y pobreza extrema a diciembre de cada año

 

 

Aunque según un cálculo de UNICEF la pobreza sería mayor: 38% de la población bajo la pobreza y 19,8% bajo extrema pobreza. Con la pobreza surgen problemas relacionados con la falta de acceso a servicios básicos y dificultades para adquirir bienes para una calidad de vida mínima así como severas consecuencias estructurales si el efecto es permanente, como la desnutrición o el trabajo infantil.

Con menores ingresos, resulta complejo adquirir los alimentos necesarios para llevar una dieta balanceada y nutritiva que supla los requerimientos diarios. Por lo tanto, es más complejo lidiar con problemas que han trascendido desde años atrás, como la desnutrición en los niños (Gráfico 2).

Entre 2014 y 2018, a pesar de los programas implementados por el gobierno (como trasferencias monetarias condicionadas y el desayuno escolar), los resultados han sido mínimos a nivel nacional. Casi uno de cada cuatro niños en el Ecuador sufría problemas de desnutrición en 2018.

Con la pandemia y la imposibilidad de asistencia a clases, las familias con menos ingresos y mayor cantidad de hogares pobres, es altamente probable que la desnutrición tome un rumbo creciente.

Gráfico 2

Tasa de desnutrición crónica en niños menores de 5 años

 

 

El problema se acentúa en las áreas rurales y en el grupo étnico indígena, en donde cuatro de cada 10 niños sufren de desnutrición. Son cifras alarmantes, de las que se ha conversado en campaña electoral, pero no se han puesto en discusión los mecanismos de ejecución de las propuestas.

EL ACCESO A INTERNET Y, POR TANTO, LA EDUCACIÓN VIRTUAL SIGUE SIENDO UN SERVICIO CLASISTA

Bajo la pandemia, la polarización en el acceso a educación se vio marcada en gran medida por el acceso a internet y la disponibilidad de equipos tecnológicos para conectarse a clases virtuales. Como en todos los indicadores de bienestar, bajo una óptica utilitarista, quienes menores ingresos perciben son quienes estarán al final de la pirámide del bienestar. Para los quintiles inferiores de ingreso, el porcentaje de niños con acceso a internet es bajo, limitando su derecho a la educación y al acceso a la información (Gráfico 3).

Según la Cepal, el costo del servicio de banda ancha móvil y fija para la población del primer quintil de ingresos llega a 14% y 12% de su ingreso, respectivamente. Por lo tanto, significa que difícilmente accederán a estos servicios. Inclusive hay todavía muchas parroquias que no cuentan siquiera con las telecomunicaciones necesarias para poder conectarse desde sus dispositivos. Es por ello que solo seis de cada 10 niños del área rural pueden acceder al servicio.

Gráfico 3

Porcentaje de niños en hogares con y sin acceso a internet en Ecuador a 2018

 

 

URGE ATENDER AL SECTOR SOCIAL O LA DECADENCIA SOCIAL SE PERPETUARÁ

El nuevo presidente debe potenciar la economía con el objetivo de propiciar una mayor dinámica productiva. Asimismo, es necesario enfocarse en los problemas sociales, de tal manera que se logre establecer un modelo sostenible y resiliente ante posibles perturbaciones en el mediano y largo plazo.

Aunque un cambio de gobierno implica nuevas expectativas en la sociedad, esto no significa que los problemas son menores. La pandemia persiste, la depresión económica y social es evidente. Mientras más dure la pandemia, las brechas sociales se ampliarán de manera preocupante. Si las acciones no se toman de forma rápida, la recuperación tomará más tiempo dado que se tendrá que remediar problemas que se profundizan con el paso del tiempo. Es aquí donde entra el dilema entre eficiencia y equidad al cual Lasso deberá enfrentarse: ¿pagar la deuda o invertir en gasto social?

El nuevo gobierno tiene que, obligadamente, allanar el camino para una recuperación económica breve. Además, es preciso construir un andamiaje de políticas a largo plazo que no atiendan únicamente a las demandas actuales, sino que a futuro se pueda esperar mejoras sostenidas. El gasto público deberá atender a la sociedad y no ser tentado por acciones de carácter populista o clientelista.

 

(*) Elaborado por Karen Lucero, redacción Revista Gestión.

 

 

 

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Last modified on 2021-05-21

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