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Autor: Richard Salazar Medina *

Cuando hace un año leí el número de casos de covid-19 de Taiwán, era tan bajo que no se podía creer: 322 contagiados y 5 muertes en 3 meses de pandemia. Luego, en octubre, reportaron más de 200 días sin un nuevo caso. Y cuando hace poco revisé la cifra quedé perplejo: 1.086 casos y 11 muertes en más de un año de pandemia. Esto es aún más impresionante al advertir que nunca se confinó a su población y es una isla con más de 23 millones de habitantes en un territorio levemente mayor a la provincia de Pastaza. Taiwán está además frente a China, a 180 km de la provincia de Hubei, cuya capital es Wuhan.

La diferencia con nuestro país es sideral. En Ecuador se han confirmado más de 371 mil casos y hasta el día de hoy tenemos más de 18 mil muertes (de lo que se sabe). Y el número va al alza, pese a que tenemos 6 millones menos de habitantes y un territorio 8 veces más grande que Taiwán.

Pero sabemos las deficiencias estructurales y coyunturales del sistema de salud del Ecuador, lo cual impide, entre otras cosas, tener un número más realista. Y es que mientras las pruebas estén privatizadas, serán pocos los que tengan la posibilidad de pagarla; incluso ahora que el costo bajó a $ 45, en una tardía regulación, más de un año después…

Así que vale la pena compararlo con países como Inglaterra, que hace gala de un excelso sistema de salud, y que también se encuentra en una isla, compartiendo territorio con Escocia y Gales. La isla de Gran Bretaña, con 63 millones de habitantes, tiene casi 4 millones y medio de casos confirmados y más de 127 mil muertes. La diferencia es aún más sorprendente cuando comparamos la densidad poblacional: la isla británica tiene 277 habitantes por kilómetro cuadrado, mientras que Taiwán más del doble, 640 habitantes por kilómetro cuadrado.  

Pero dicen los expertos que el dato más apropiado para comparar es el de muertes por cada millón de habitantes. El Ecuador, en cifras oficiales, tiene 1.031 muertes por millón de habitantes; al parecer menos que Gran Bretaña, que llega a 1.993. Taiwán, en cambio, tiene 0,4. Es decir que en Taiwán hay un fallecido con covid por cada 2 millones y medio de habitantes. Si tuviéramos esa proporción en el Ecuador, tendríamos solamente 7 muertos por coronavirus. Es simplemente una bofetada a cualquier país de Occidente. Tanto más tomando en cuenta que en Taiwán las actividades productivas nunca se detuvieron. 

 

Revista Gestion

 

PERO ¿CÓMO HIZO TAIWÁN PARA TENER ESTAS CIFRAS TAN SORPRENDENTES? 

En primer lugar, su sistema de salud es de alta calidad y de acceso universal. Parte de ello es que todos portan una tarjeta electrónica que guarda información de la salud de cada persona: enfermedades, exámenes de laboratorio y medicinas utilizadas. Todo está almacenado en una nube. Esto es enorme… Cuando una persona va a cualquier médico, este puede revisar su historial de los últimos años, con sus respectivos tratamientos y obrar en consecuencia.

Por otra parte, Taiwán ha tenido que enfrentar pandemias de otros coronavirus en el pasado reciente, al igual que otros países asiáticos. En 2003 el SARS (Severe Acute Respiratory Syndrome) dejó muchas lecciones. A partir de la pandemia del SARS se creó el sistema de preparación y respuesta hospitalaria para enfermedades infecciosas emergentes. Ello contempló la construcción de infraestructura especial, con salas exclusivas para el tratamiento de pandemias, con protocolos concretos, adicionales a las unidades de cuidados intensivos.

Así mismo, hubo una determinante actitud del gobierno para tomar medidas. En Taiwán se supo del covid el 31 de diciembre de 2019; al siguiente día, se estableció un centro de mando para coordinar las acciones, de manera que, cuando se detectó el primer caso en la isla, el 23 de enero, todo estaba planificado. Para poder detectar los posibles nuevos contagiados se hizo uso de la tecnología, rastreando a todas las personas con las que estuvo en contacto un infectado durante los últimos días. Todas estas personas, aunque dieran negativo en el test, entraban en cuarentena. Igualmente, se instaló un control a la llegada de los viajeros. Todos, sin excepción, tenían que hacer cuarentena al llegar, aunque dieran negativo en la prueba, sirviéndose también de la tecnología para asegurarse de que la cumplieran.

Para garantizar que la población contara con suficientes mascarillas, el gobierno ordenó que se produzcan masivamente y prohibió su exportación. Se llegaron a fabricar 20 millones de mascarillas por día, y su distribución fue centralizada.

Entonces, puede decirse que el éxito de Taiwán se fundamentó en un sólido sistema de salud, la experiencia previa, la decisión del gobierno de aplicar medidas tempranas y el uso de la tecnología, una marca de Taiwán, que es una de las potencias tecnológicas del mundo.

Pero eso no es todo. Nada de esto habría sido posible sin un recurso muy poderoso, más bien invisible, intangible, que tiene raigambre cultural. En Taiwán, como en otros países del este de Asia, salir a la calle sin mascarilla en pandemia es sencillamente impensable. De hecho, en tiempos normales, quien siente un refriado automáticamente usa mascarilla para evitar contagiar a otros. Con la pandemia, usar mascarilla es casi un ritual, algo imprescindible porque no usarla es como salir desnudo, causa pudor. Entonces no es solo una regla externa, sino un temor a ser señalado por el grupo, a ser censurado y acusado de poner en peligro a los otros.

 

RG

 

En Taiwán, como en varios países del este de Asia, la unidad moral es colectiva, el interés del grupo, de la sociedad, es el interés superior intrínsecamente asumido. A diferencia de Occidente donde la unidad moral es individual. No solo en Ecuador, sino a lo largo del continente americano, usar mascarilla se siente como una imposición, algo que coarta la libertad del individuo. Por ello no son raras las escenas de escándalo en lugares públicos cuando alguien llama la atención a otro que no usa mascarilla y este se resiste, en nombre de la libertad. Con tal de no usar mascarilla han llegado a negar la existencia del virus, con saldos definitivamente trágicos. Es exactamente lo contrario que Taiwán, donde es algo reprochable, y por ello una vergüenza, impensable, más aún hoy que existen redes sociales y es tan fácil viralizar un video. Este rasgo cultural es compartido por vecinos del Lejano Oriente, como Corea del Sur, Japón, China y Hong Kong.

Quizá esta es el arma más poderosa contra el covid. Es importante tener infraestructura, tecnología y un liderazgo apropiado. Pero sin el compromiso de la gente, en un país de tal densidad, habría mucho más que 11 muertes en 16 meses sin confinamiento. Es una gran lección ahora que, debido al escaso compromiso con la colectividad, volvemos en Ecuador a un confinamiento parcial… Ahora solo se puede contagiar de lunes a viernes.

Lástima que la Organización Mundial de la Salud (OMS) se niegue a reconocer los méritos de Taiwán por motivos políticos. China considera a Taiwán una provincia forajida, que no se somete al gobierno del partido. Taiwán, por su parte, se autodetermina como país independiente y es una democracia muy vital, donde se promueve la meritocracia. De ahí el sistema universal a la salud. Sin embargo, Taiwán no ha sido reconocido como país por la ONU y, por tanto, tampoco por la OMS. No obstante, está claro, Taiwán merece mucho más que el aislamiento, y Europa y América bien podrían aprender un poco del ethos de lo colectivo, salir del egoísmo disfrazado de libertad, y con ello salvar muchas vidas.   

(*) Coordinador de Estudios Asiáticos de la Universidad Andina Simón Bolívar. Experto investigador y analista sobre Asia del Este.

 

 

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Last modified on 2021-04-29

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