El año 2017 terminó con malas noticias en el tema de la reducción de la pobreza en América Latina: después de más de una década de reducción en la mayoría de los países, los niveles de pobreza y pobreza extrema aumentaron como promedio regional en 2015 y 2016 y se habrían aplanado en 2017.
Las cifras, que fueron hechas públicas por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) poco antes de la pasada Navidad, son parte del informe Panorama Social de América Latina 2017, que incluye una actualización de la metodología utilizada para estimar la pobreza monetaria en la región.
En la región había venido bajando consistentemente durante este siglo el porcentaje de personas pobres. Así, en 2014, 28,5% de la población de la región se encontraba en situación de pobreza (168 millones de personas), pero la proporción aumentó a 29,8% en 2015 (178 millones) y a 30,7% en 2016 (186 millones de personas). Lo mismo sucedió la pobreza extrema: pasó de 8,2% en 2014 (48 millones de personas) a 10% en 2016 (61 millones de personas).
Claro que aun con estos tropezones en la reducción de la pobreza, si se toman las cifras desde inicios de siglo, el balance es positivo, pues el número de pobres se redujo 15,2 puntos porcentuales entre 2002 y 2016.
En ese lapso (2002 a 2016) se redujo igualmente otro índice preocupante en América Latina: la desigualdad de ingresos, aunque en los últimos años también disminuyó el ritmo de caída. El coeficiente de Gini (donde 0 representa ausencia de desigualdad y 1 desigualdad máxima) pasó de 0,538 en 2002 a 0,467 en 2016.
“La experiencia reciente nos indica que el aumento de los ingresos en los hogares de menores recursos ha sido imprescindible para la reducción tanto de la pobreza como de la desigualdad de ingresos. Y a ese crecimiento han contribuido decisivamente las políticas distributivas y redistributivas de los países, como reformas tributarias, salarios mínimos, pensiones y transferencias vinculadas a las estrategias de reducción de la pobreza y a la expansión de los sistemas de protección social”, sostuvo Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal cuando presentó el nuevo informe en una rueda de prensa en México el 20 de diciembre anterior.
Por ello, hizo un llamado a fortalecer las políticas laborales y de protección social, más aún en períodos de bajo crecimiento económico, y “a implementar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible a partir de un cambio estructural progresivo”.
En el informe se actualiza la metodología para estimar la pobreza por ingresos en la región, por lo que los valores incluidos en el informe son ligeramente distintos de los presentados en ediciones anteriores desde 2002 a la fecha, a fin de contar con un examen comparable del fenómeno en el largo plazo.
El próximo año, acotó Bárcena, se publicará un informe detallado de dicha metodología y las cifras por país una vez concluidas las consultas técnicas con los mismos.
Más alta entre niños y jóvenes y en el área rural
El Panorama Social 2017 muestra que la incidencia de la pobreza y de la pobreza extrema es más elevada entre niños y niñas, adolescentes, jóvenes, mujeres y la población que reside en áreas rurales. En 2016, la pobreza afectaba a 46,7% de los niños y adolescentes entre 0 y 14 años y la extrema pobreza a 17%. En el caso de los jóvenes de 15 a 29 años esas cifras eran de 31,1% y 9,5%, respectivamente.
Más gente cotiza para el seguro social
El informe publicado por la Cepal también analiza la evolución y los desafíos de los sistemas de pensiones, que son fundamentales para la garantía de los derechos a la seguridad social y a la protección social de la región en un contexto de cambios demográficos acelerados.
Se estima que en 2040 las personas de 60 años y más superarán a las de 0 a 14, y que la población de 80 años y más aumentará casi 20 millones para esa fecha. También se observa una tendencia a la feminización de la población adulta mayor.
Según el documento, entre 2000 y 2014 se amplió la base contributiva de los sistemas de pensiones en América Latina: el porcentaje de la población económicamente activa que cotiza en un sistema de pensiones pasó de 36,9% a 47,8%.
Esto equivale a la incorporación de casi 60 millones de personas a los sistemas contributivos y está asociado a la evolución positiva de los mercados laborales en el período (especialmente a la disminución del desempleo y el aumento de los niveles de ocupación, formalización e ingresos laborales), así como a la implementación de estrategias para ampliar la cobertura de los sistemas de previsión social en algunos países.
Pese a ello, se estima que 142 millones de personas económicamente activas aún no están cubiertas. La proporción de trabajadores que continúa desprotegida es más elevada en las zonas rurales, entre las personas con menos escolaridad y en los sectores de menor productividad.
Entre 2002 y 2015 el porcentaje de la población de América Latina de 65 años y más que recibía algún tipo de pensión (tanto contributiva como no contributiva) también aumentó, pasando de 53,6% a 70,8%. La cobertura creció considerablemente en el grupo de menores ingresos (30 puntos porcentuales) y en las áreas rurales (33 puntos porcentuales), lo que se explica principalmente por la expansión de las pensiones no contributivas, cuya cobertura entre el 2000 y 2015 aumentó en 20 puntos porcentuales. Pese a ese avance, 29% de la población de 65 años y más no recibía ningún tipo de pensión en 2015.
* Periodista, escritor, miembro de las academias de la Lengua y de Historia.
Twitter: @GonzaloOrtizID
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Last modified on 2018-01-09