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Autor: Emilio Gallardo Cornejo *

La crisis sanitaria producto del COVID-19 ha impactado la economía mundial de forma severa, incluyendo a diversos sectores productivos. Por ejemplo, el PIB nominal ecuatoriano tuvo un decrecimiento del 8,9% el año anterior. Esto se ha traducido en problemas económicos y de liquidez en las empresas, proveedores y consumidores, que ha conllevado retrasos en el cumplimiento de obligaciones o incumplimientos.

En este sentido, el acreedor -en búsqueda de obtener una solución ante la falta de pago o cumplimiento de la otra parte- debe plantearse si judicializa su causa o busca alternativas que den oxígeno a la relación comercial que además permita recuperar su acreencia.

Optar por la vía judicial suele ser una solución desgastante y de alto costo y tiempo, que daña la relación comercial, y que incluso al final del día puede no llevarlo a obtener el cobro de una acreencia. Las empresas deben buscar en un primer momento ir a negociaciones con la otra parte, que pueden derivarse en acuerdos transaccionales extrajudiciales o acuerdos obtenidos a través de la mediación.

Entre las diferentes opciones mencionadas, en la mediación existe una tercera persona independiente que busca que las partes lleguen a un acuerdo. El mediador actúa como un facilitador, más no como alguien que impone una solución y que, en situaciones aún complejas y extremas, puede ser un recurso importante para viabilizar ese objetivo, que es llegar a un acuerdo.

Si se decide utilizar un mediador, es recomendable que esa persona tenga conocimiento especializado que, sumado a la imparcialidad, encontrará una ventana cuando las puertas están cerradas. Hay casos más sencillos en que las partes, sin necesidad de terceros, pueden llegar a acuerdos amigables, directos y exitosos.

Ahora bien, para llegar a esos acuerdos se necesita optar por una negociación de ganar-ganar, actuando de buena fe y con predisposición para aquello, evitando tener a la otra parte como enemigo. Para eso debe buscarse alternativas claras de cumplimiento aterrizadas a la realidad y que permitan, obviamente, cumplir sus objetivos. A esto debe sumarse la claridad en la redacción de los acuerdos, plazos, fechas y obligaciones que sean de fácil entendimiento y ejecución.

Cabe recalcar la importancia en la formalización de lo pactado en los acuerdos extrajudiciales mediante un documento, y que no sea solo verbal, pues justamente estos documentos sirven en el caso de que el deudor no cumpla con la obligación para optar por vías judiciales más rápidas que permitan su cobro. De la misma manera, un acta de mediación con los acuerdos estipulados servirá en el mismo sentido y evitará procesos judiciales más largos en su ejecución de llegarse a esa instancia.

En definitiva, la negociación directa y la mediación son herramientas muy útiles en estos momentos, considerando que muchos incumplimientos o retrasos se pudieron haber dado por razones ajenas a la relación contractual. Con estos mecanismos, es posible mantener una relación comercial por más años sin tener que recurrir a los jueces y costos elevados.

 

(*) Socio de M. Bodero & Asociados.

 

 

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Last modified on 2021-03-17

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