De acuerdo con las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, en julio de 2022 se registró una disminución estadísticamente significativa anual del desempleo, de 5,2% a 3,9%, no obstante. De la misma forma, si bien el empleo pleno presentó un aumento interanual de 0,3%, registra una disminución de 1,9% con relación a junio. A esto se suma la informalidad, que es un problema estructural de la economía ecuatoriana y que se influenciada tanto por la rigidez del mercado laboral como por la baja productividad de la economía. Así, 80% de trabajadores agrícolas, por ejemplo, están en la informalidad, sin cobertura social ni normas laborales que los protejan.
LA RECUPERACIÓN DEL EMPLEO PLENO NO HA SIDO CONSTANTE
En Ecuador, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) realiza la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Censos (Enemdu) de manera mensual, esta toma en cuenta una muestra representativa de 9.016 viviendas alrededor del país, las cuales proveen información de la actividad económica y las fuentes de ingreso de la población.
Para julio de 2022, se registró que 96,1% de la población económicamente activa tiene empleo y 3,9% se encuentra en la desocupación, lo que conlleva una disminución estadísticamente significativa anual del desempleo, ya que en julio de 2021 fue del 5,2%. Al desagregar por área, la mayor disminución se dio en el área urbana, donde bajó de 6,4% a 4,9%, mientras que para el área rural, en comparación con julio de 2021, disminuyó, pero no significativamente, pasando de 2,7% a 1,9%.
Paralelamente, la tasa de empleo adecuado aumentó levemente de manera interanual, alcanzando 32,1%. El incremento del empleo pleno significa una mejor calidad en el empleo del país con relación a julio del año pasado, más no respecto a meses anteriores. Es decir, a nivel nacional la tasa disminuyó de junio a julio (de 34% a 32,1%), o el equivalente a 153.760 personas menos.
A su vez, la recuperación anual no se ha dado de forma equitativa entre las distintas áreas del país, ya que se registra un aumento en la comparación anual únicamente en el área urbana, pasando de 38,6% a 41,1%, más no en el área rural, donde disminuyó considerablemente de 18,4% a 14,5%. Por su parte, la tasa de subempleo a nivel nacional disminuyó anualmente (de 24,6% a 22%) y mensualmente (junio 2022: 23,6%), pero no de manera significativa.
Se puede apreciar también que la recuperación en los niveles de empleo pleno no es lineal ni sostenida, sino que varía de acuerdo a la estacionalidad y características propias de cada mes, registrando tasas de variación mucho más marcadas que las del total de empleo (Gráfico 1). Esto denota una vulnerabilidad del sector productivo y del mercado laboral al entorno macroeconómico de manera general en la absorción de la fuerza de trabajo, incidiendo en una recuperación mucho más lenta hacia niveles de empleo adecuado pre-pandemia.
Gráfico 1
Tasa de variación mensual del total de empleo y del empleo adecuado (2020-2022)
Por otro lado, el otro empleo no pleno es la condición de actividad que más aumentó de manera interanual, presentando un aumento significativo a nivel nacional, de 26,6% a 29,4%; a su vez, respecto a junio de 2022 (27,7%) aumentó ligeramente. Su aumento anual corresponde en mayor medida al área urbana, pasando de 23,9% a 26,9%. Mientras que en el área rural creció sutilmente, de 32% a 34,3%. Esta categoría se define como aquellas personas que presentan una condición de insuficiencia de tiempo y/o ingresos, pero que no desean y no están disponibles para trabajar más horas.
Respecto al sexo, la tasa de empleo global se incrementó considerablemente para las mujeres en un año, ya que pasó de 92,9% a 95,7%. Esto se vio acompañado del empleo adecuado, el cual aumentó para mujeres pero disminuyó para los hombres. No obstante, actualmente la tasa de empleo adecuado para hombres es de 36,9% y para mujeres 25,6%, lo cual evidencia que la erradicación de las brechas de género en materia laboral sigue siendo una tarea pendiente.
LA INFORMALIDAD CAMPEA Y SU REDUCCIÓN SE ESTANCA
Para julio de 2022, el 51,9% de personas con empleo a nivel nacional se encontraba en el sector informal de la economía, el 43,3% en el sector formal, y un menor porcentaje (4,8%) dentro del empleo doméstico y en la categoría de no clasificados. Así, la evolución de la informalidad no presenta disminuciones considerables desde finales de 2020, donde el porcentaje de personas en este sector era de 52,5% en octubre de ese año (Gráfico 2).
Gráfico 2
Tasa de informalidad en el mercado laboral (2020-2022)
Se define operativamente a la economía informal como aquella donde el conjunto de personas que trabaja en una unidad productiva es de menos de 100 trabajadores y no posee Registro Único de Contribuyente (RUC).
Este sector se crea a raíz de la presión ejercida por el excedente de oferta de mano de obra y la insuficiente creación de empleo. De esta manera, ante la necesidad de sobrevivir, la población se ve obligada a buscar soluciones de baja productividad y bajos ingresos. Así, el resultado se ve reflejado en altos niveles de ineficiencia, ya que se vincula a la informalidad con un acceso limitado a servicios bancarios, falta de capital físico, bajo nivel educativo, entre otros.
MÁS DEL 80% DE AGRICULTORES SON INFORMALES
Al hablar de empleo informal, se lo vincula con actividades de supervivencia o de evasión de costos, de esta manera, los trabajadores informales no solo perciben muchas veces retribuciones salariales bajas, sino que también se encuentran privados de seguridad social contra riesgos laborales, normas laborales que los protejan en caso de ver afectados sus derechos y de los beneficios de los sistemas de pensiones (IESS).
En Ecuador, la informalidad se encuentra en casi todas las áreas de la economía, destacándose las ventas ambulantes en las calles, las actividades de la construcción efectuadas por particulares, los trabajadores de talleres o micro talleres mecánicos, pero sobre todo la producción rural agropecuaria a pequeña escala.
Las cifras de julio muestran que el 80,8% de las personas que trabajan en el área de agricultura y minas pertenecen al sector informal, seguido del sector de la construcción, donde 76,7% son trabajadores informales (Gráfico 3), siendo aquellos sectores de la economía nacional que demandan y concentran la mayor parte de la fuerza laboral del país.
Gráfico 3
Nivel de informalidad por rama de actividad (julio-2022)
Pertenecer al sector informal no solo tiene implicaciones negativas para los trabajadores, sino que el Estado deja de recibir ingresos por medio de impuestos directos e indirectos, ya que dichas empresas no tributan por estar al margen de las regulaciones laborales. Esto incide negativamente en el financiamiento de bienes y servicios públicos que podrían coadyuvar al incremento de la productividad, generando así un ciclo de pobreza que se autorrefuerza.
¿LA FLEXIBILIZACIÓN ES LA SOLUCIÓN?
El abordaje del sector informal posee dos aristas complementarias. La primera aduce que el Estado es el principal obstaculizador del mercado laboral en la demanda de mano de obra al poner trabas y regulaciones que encarecen el costo de la mano de obra e imposibilitan una mayor contratación de personal.
Así, varios expertos señalan que uno de los problemas estructurales del país es la rigidez laboral y consideran a la informalidad como la respuesta del sector privado a una economía excesivamente regulada y con un Estado ineficiente. Bajo este contexto, las empresas optan por operar dentro del sector informal cuando los costos de cumplir con las normativas exceden a los servicios públicos que se ofrecen a las empresas formales.
La segunda arista posiciona a la baja productividad como la principal incidencia en la informalidad del mercado laboral. En sí, los bajos índices de productividad en Ecuador explican la existencia de grandes brechas de desarrollo socioeconómico del país con relación a las economías más avanzadas.
De esta manera, La Porta y Shleifer mencionan que para reducir la informalidad, las políticas deben estar orientadas a incrementar la productividad laboral y empresarial. Mientras la CAF señala que la falta de productividad y competencia en el Ecuador está más asociada a barreras a la entrada (licencias y permisos para nuevas empresas) que al comportamiento de los sistemas logísticos y regulación antimonopolio.
Es por esto que han existido múltiples intentos de implementar una flexibilización laboral en el país, la cual se basa, entre otras cosas, en reducir el salario mínimo, establecer una modalidad de contratación por horas, eliminar trabas existentes en la creación y liquidación de empresas, así como también en reducir los costos laborales para el empleador en materia de protección social.
No obstante, de acuerdo con lo que establece Andrés Mideros en un artículo para el medio digital Primicias, “la estrategia de buscar competitividad mediante la reducción de salarios es falaz” y puede llegar incluso a ser contraproducente para la economía nacional. Esto debido a que una reducción del nivel de salarios no genera una ganancia de productividad, ya que se siguen usando los mismos recursos, solo que se paga menos por ellos. Además, esto constituye una reducción de la demanda agregada, ya que los trabajadores tienen menos recursos, por lo cual no se vería reflejado en un aumento del consumo.
Resulta imperativo, entonces, llegar a un consenso entre el Estado, la clase empresarial, y los trabajadores para abordar una problemática tan compleja como la informalidad del mercado laboral, ya que los esfuerzos que ha hecho el Estado al día de hoy no se han visto reflejados en su reducción.
(*) Jorge Pérez, analista económico Revista Gestión.
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Last modified on 2022-08-26